Los protagonistas de la Feria de las Flores de Medellín –que comenzó este viernes 31 de julio– son un grupo de 525 campesinos silenciosos, trabajadores, madrugadores, que recorren el centro de la ciudad con silletas de hasta 90 kilos en sus la espaldas. El domingo 9 de agosto, por primera vez, los silleteros de Santa Elena, Envigado, Rionegro y Guarne –Antioquia–, desfilarán portando el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación; el mismo que ostentan el Carnaval de Barranquilla y las procesiones de Semana Santa en Popayán. Esta declaratoria, que oficializó el pasado 10 de julio el Ministerio de Cultura, es la garantía de que su tradición sobrevivirá al paso del tiempo –y a la expansión de la ciudad y a la modernidad–, como ha resistido 58 años. “No sólo se declaró patrimonio la figura de los silleteros; también lo que significa para nosotros la tierra, los saberes, los cultivos, las manos de los campesinos”, dice Óscar Atehortua Ríos, presidente de la Corporación Silleteros. Allá arriba en Santa Elena –una montaña fría a 2.630 metros–, empezó a escribirse esta historia de una comunidad campesina que sobrevivía vendiendo sus flores en la ciudad y que logró que esa tradición se volviera patrimonio. SEMANA reconstruyó su historia.