Home

Deportes

Artículo

A 1000 POR HORA

Un estudio demuestra que, de continuar la tendencia de los saques superrápidos en el tenis, el futuro de este deporte no será muy alentador.

11 de mayo de 1998

En el tenis hay alarma. Y no es para menos. De cumplirse los pronósticos, aquellos que deseen seguir el recorrido de la bola durante un partido tendrán que hacerlo en las repeticiones por televisión.Para algunos esta bien podría ser una visión alarmista, exagerada y distorsionada de cómo será el deporte blanco en pocos años. Sin embargo la realidad es que la desafortunada sentencia fue el resultado al que llegaron hace pocas semanas un grupo de científicos del Museo de la Ciencia de Londres luego de realizar una minuciosa investigación sobre el futuro del juego.
En las conclusiones los ingleses señalan que para finales de la próxima década los materiales de las raquetas habrán evolucionado mucho más de lo que lo han hecho hasta ahora, la preparación de los tenistas se iniciará a los dos años de edad y los jugadores serán hombres mucho más atléticos, grandes y fuertes que los de hoy. Como resultado de esto los saques alcanzarán velocidades de 345 kilómetros por hora, lo que según los investigadores podría significar la destrucción del tenis como juego.
En consecuencia, no sólo será prácticamente imposible seguir la bola durante un partido en vivo sino que además será muy extraño verla pasar por encima de la red más de una vez. Los intercambios apenas existirán y el espectáculo perderá gran parte de su atractivo. "El objetivo de aplicar la ciencia al deporte es perfeccionarlo al máximo. Con el estudio sólo intentamos ver qué puede pasar en el tenis aplicando nuestros conocimientos actuales", dijo en una rueda de prensa en Londres Penny Tillin, uno de los científicos que trabajó en el estudio.
No obstante las voces de protesta e incertidumbre de algunos sectores con respecto a los pronósticos de los científicos, la realidad es que la investigación no sólo refleja la tendencia actual de esta disciplina sino que además encuentra un fuerte sustento en el estilo de juego que hoy están viendo los aficionados.

Los artilleros
De los 10 primeros jugadores del ranking de la ATP, ocho tienen un promedio de 200 kilómetros por hora en sus servicios. Tan sólo Marcelo Ríos, número uno, y Gustavo Kurten, ubicado en la décima casilla, tienen registros ligeramente inferiores. Alcanzar con regularidad esos vertiginosos números era algo que algunos poco imaginaban. En la década de los años 70 el promedio de velocidad fue de 150 kilómetros por hora, en los 80 se llegó a los 180 y muchos creyeron que ese era el límite. Sin embargo hoy los fanáticos ven con asombro cómo en el actual decenio el promedio de los servicios no sólo ha llegado sin problemas a los 200 kilómetros por hora, semejante a la velocidad que desarrolla un Fórmula 1, sino que va en un rápido ascenso.Sin ir muy lejos, dentro del exclusivo grupo de los actuales top 10 del tenis hay varios jugadores, como Greg Rusedski, Yevgeny Kafelnikov, Jonas Bjorkman y Richard Krajicek, quienes sobresalen en el circuito profesional por lanzar verdaderos riflazos que con frecuencia superan los 220 kilómetros por hora. Ellos, junto con algunos otros tenistas, han conseguido conformar un cuestionado grupo de jugadores que gracias a la potencia de sus servicios han escalado la cima de la ATP, llevando a cuestas la bien ganada fama de cañoneros (ver recuadro).
De todos ellos hay uno que sobresale: Goran Ivanisevic. Con saques de 218 kilómetros en promedio, el croata logró mantenerse durante los últimos cinco años como uno de los 10 mejores del mundo. Su juego deficiente logró compensarlo simplemente con fuerza. En este campo Ivanisevic ha roto todos los récords. El año pasado alcanzó 1.477 aces en 96 partidos, consiguió el 86 por ciento de los puntos en su primer servicio, ganó el 89 por ciento de la totalidad de sus saques y tuvo un promedio de 15,4 aces por partido. Esta última cifra significa que cuatro games por partido los gana simplemente con el servicio.
El temor de que las canchas se sigan llenando de jugadores al estilo Ivanisevic, sumado a la divulgación del estudio científico, ha hecho que varias voces autorizadas entren a opinar sobre el asunto en busca de evitar que, como está ocurriendo, este deporte siga perdiendo popularidad debido a la falta de espectáculo. "Cada vez se resuelven más puntos con un solo golpe y si sigue esta tónica vamos a perder el atractivo que tiene el tenis", afirmó David Lloyd, ex tenista y capitán del equipo británico de Copa Davis.Para otros, como la legendaria Martina Navratilova, parte de la solución que evitaría que el tenis continúe convirtiéndose en un deporte en el cual cada vez se juega menos, se golpea más fuerte y los encuentros son aburridos, consiste en regresar a las raquetas de madera. "El béisbol no ha permitido que se utilicen bates que no sean de madera. Si dejara aplicar materiales de la era espacial, como ocurre con las raquetas, se lograrían tantos 'home run' que el juego perdería su atractivo", afirmó la veterana tenista a la revista Tennis, refiriéndose al tema.
Según los expertos, el frenar la evolución tecnológica en bien del espectáculo, como lo han hecho otros deportes como la fórmula 1, no es la única solución que el deporte blanco tendrá que buscar si no quiere comenzar el nuevo siglo perdiendo más espectadores.
Para John McEnroe el momento no es fácil. En el pasado Lipton, jugado en Miami hace tan sólo dos semanas, el tenista estadounidense afirmó que "en el tenis hay que hacer algo. Tal vez habría que tomar ejemplo de la NBA. Las grandes figuras, como Pete Sampras, deberían implicarse más en la promoción del deporte. Ya no basta con pegarle a la bola, hay que mejorar el 'show' y los jugadores deben preocuparse más por el público".
Lo cierto es que mientras alguien toma una solución definitiva los lugares de honor del ranking de la ATP continúan siendo colonizados por más tenistas cuya principal virtud dentro de la cancha consiste en poseer un buen y, sobre todo, potente servicio. Mientras ellos buscan finalizar lo más rápido posible el partido, el único que seguirá perdiendo será el tenis y la desalentadora visión del juego presentada por los científicos ingleses estará cada vez más cerca de ser una triste realidad.