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COLGO LOS TENIS

A los 40 años murió Vitas Gerulaitis, uno de los tenistas que ha recorrido con más carisma las canchas internacionales.

24 de octubre de 1994

VITAS GERULAItis era el tenista mimado de los medios de comunicación. El joven que alegró varios torneos internacionales con su espectacular juego y con su guitarra eléctrica fuera de las canchas. El mismo que a los 18 años se convirtió en un prometedor jugador junior que ganó prácticamente todos los campeonatos estadounidenses reservados para los jugadores jóvenes, exceptuando el Orange Bowl donde perdió con el famoso sueco Bjorn Borg.

Nadie sabe realmente si Vitas Gerulaitis hubiera podido llegar a convertirse en el mejor jugador del mundo. Hay quienes afirman que tuvo el talento necesario para hacerlo pero que su estilo de vida se lo impidió. Pues pese a que Gerulaitis se caracterizó toda su carrera por ser una persona a la que le gustaba mucho las fiestas nocturnas -admitió haber consumido cocaína a finales de los años 70 y a comienzos de los 80-, llegó a ganar 27 títulos individuales, y entre 1977 y 1982 figuró entre los 10 primeros del mundo. La pregunta que se hacen muchos es hasta dónde habría llegado si hubiera sido un poco más disciplinado.

Pero eso ya no importa. El hecho es que, para tristeza de todo el mundo tenístico, Vitas Gerulaitis fue hallado muerto el pasado 18 de septiembre en la residencia de un amigo en Nueva York, tras inhalar involuntariamente monóxido de carbono propagado a través del sistema de aire acondicionado que se encontraba defectuoso. La última imagen que tienen los aficionados de él, fue cuando comentó los partidos del US Open para la cadena de televisión norteamericana CBS. A Gerulaitis ya nadie lo volverá a oír. Su voz, su estilo de juego y su carisma, serán recordados siempre en las páginas de la historia del tenis mundial.



CANARIOS AL AGUA

EN SU interés por promocionar su territorio, el gobierno de las Islas Canarias no se pone con miramientos. En los campeonatos mundiales de natación celebrados hace unas semanas en Roma, los nadadores polacos sorprendieron a los asistentes con un tatuaje alusivo al veraneadero español. Esta 'valla humana' es otra prueba de que en publicidad la última palabra no está dicha. Está escrita.