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VOLVER A LOS 17

Con el triunfo de Michael Chang y Arantxa Sánchez, en Francia, quedó claro que los jóvenes mandan en el tenis mundial.

17 de julio de 1989

A partir de la semana pasada, tener 17 años está de moda en el deporte. El sábado 10 y el domingo 11 de junio, dos jóvenes de esa edad ganaron uno de los torneos de tenis más importante del mundo, el abierto de Francia, Roland Garros. La española Arantxa Sánchez y el chino-norteamericano Michael Chang vencieron a los mejores raquetas del mundo y se convirtieron en los más jóvenes en ganar el Roland Garros que, junto con el abierto de Estados Unidos, el de Australia y el de Wimbledon (en Inglaterra) conforman lo que se conoce en el mundo del tenis como el Grand Slam, los torneos más importantes y exigentes del mundo.

Al comenzar el Roland, nadie daba un peso --o un franco-- por lo que pudiera hacer Chang. Y era de esperarse. Al fin y al cabo debía enfrentar a los mejores del mundo, entre los que estaban nombres como Boris Becker, Ivan Lendl, Mats Wilander, Andre Agassi y Stefan Edberg. El chinito era una especie de advenedizo en el mundo del tenis, hasta el punto que superar la primera ronda podía tomarse como un gran triunfo. Pero las cosas fueron diferentes y Michael Chang mostró, desde un comienzo, que estaba para cosas grandes.

EL SALTO DE CHANG
La historia de este nuevo fenómeno del tenis se inició en Nueva Jersey, estado donde nació en 1971. En 1966 sus padres llegaron a los Estados Unidos, provenientes de Hong Kong, para formar una familia en la que se combinan la eficacia de la vida gringa y la paciencia y tesón orientales. Desde muy joven Chang se inclinó hacia el tenis y alcanzó resonantes triunfos a nivel infantil. Pero de ahí al profesionalismo había un trecho muy largo y eran pocos los que creían que el pequeño Michael alcanzara un buen nivel en las ligas mayores.

Hace poco más de un año decidió dar el gran salto y se convirtió en el jugador más joven en la historia en ganar un partido en el abierto de Estados Unidos el año anterior. Su primer gran título en torneos profesionales fue en el Grand Prix de San Francisco, pero a pesar de este éxito nadie lo tenía aun como para grandes cosas. No pasaba de ser un buen jugador joven que, con mucha constancia y una dosis de suerte, podría hacer una buena carrera. Las puertas grandes se le abrieron a comienzos de este año, cuando fue convocado para hacer parte del equipo norteamericano de Copa Davis, al lado de otro joven genio de la raqueta, André Agassi. En las eliminatorias frente a Francia, Chang dio buena cuenta de Yacich Noah y su participación fue decisiva en el triunfo gringo. El primer sorprendido con la convocatoria fue el propio Chang, quien afirmó a los periodistas que se sentía honrado con la designación, "aunque no creo estar listo para asumir una responsabilidad tan grande como esta". Pero el chinito cumplió y su imagen le dio la vuelta al mundo a raíz del triunfo norteamericano.

Chang llegó al Roland Garros consciente de lo difícil que era encarar un torneo de tales magnitudes. Con una estatura de 1.73 metros, estaba muy por debajo del promedio del resto de participantes, una desventaja que Michael supo convertir en virtud a lo largo del torneo. Pero, incluida la final, su actuación más espectacular fue contra el checoslovaco Ivan Lendl, al que venció en la segunda ronda del torneo. Lendl, un espigado jugador que llego a la cima del tenis mundial por su gran fortaleza, su velocidad y, sobre todo, por su disciplina y frialdad para superar los momentos definitivos, comenzó ganando el encuentro de manera más o menos fácil. Sin embargo, el joven Chang lo sorprendió con su juego seguro en el fondo y con un golpe de revés de extraordinaria velocidad, con el que puso al checo a correr de un lado a otro. Así pudo emparejar las acciones, para sorpresa de todo el mundo, ya que Lendl era el inmenso favorito. La parte más emocionante del encuentro comenzó a partir del cuarto y penúltimo set, cuando el chinito empezó a sentir calambres en sus piernas y perdió la velocidad, que tan buenos dividendos le había dado hasta ese momento. La táctica de Chang se baso en enviar la bola con todas sus fuerzas hasta el fondo del campo de su adversario para evitar la mortal subida de Lendl a la malla, ataque al que no habría podido responder en esas condiciones.

Las cosas para el checo se pusieron cada vez más difíciles. Por un lado,estaba su deseo de ganar por primera vez en la vida el abierto francés, uno de los pocos galardones que le hacen falta, y por otro, la simpatía que despertó en el público el norteamericano.
Lendl perdió concentración y no supo comó jugarle a un adversario herido, que gritaba de dolor cada vez que corría tras la bola. Su desconcierto lo llevó a cometer toda clase de errores, que le dieron la victoria al jugador más joven del torneo. En sus siguientes encuentros, Chang venció al haitiano Ronald Agenor y al soviético Chesnokov, quienes también sorpresivamente se habían acercado a las semifinales.

El pasado domingo 11 de junio, en la cancha central del Roland Garros, el chinito se enfrentó en un maratónico encuentro de 3 horas y 40 minutos al sueco Stefan Edberg. De nuevo la herencia de Confucio dio resultado. Ante el potente saque de su oponente y sus certeros golpes en la malla, Michael respondió con un seguro juego de fondo. Su falta de estatura la suple con una gran velocidad que le permite llegar a cualquier bola que pongan en el fondo del cuadro, con lo que desconcierta a sus oponentes. Edberg no fue la excepción. Como un muro, el gringuito devolvio toda suerte de pelotas enviadas por el sueco que, al igual que las anteriores víctimas, perdió concentración ante esa máquina que corre y golpea.

En el tercer set, en varias ocasiones Chang trato de ganar la malla, situación que aprovechó Edberg para ponerle certeros globos que el chinito no pudo devolver debido a su estatura. Entonces volvió a su juego anterior, contestando fuerte desde el fondo para evitar que el contrario subiera a la malla. Son pocas las bolas que este joven pierde desde el fondo, por lo que su juego se basa en esperar los errores del rival, un ejercicio de paciencia oriental que lo lleva a plantear encuentros de casi cuatro horas de duración. Finalmente, con un marcador de 6-1, 3-6, 4-6, 6-4 y 6-2, Michael Chang, pese a su estatura y a su servicio un poco debil en comparación con el de los grandes monstruos, se convirtió en el rey más joven en Francia: sólo 17 años y cuatro meses.

CICLON IBERICO
Pero las sorpresas no sólo fueron en la rama masculina. Desde antes de comenzar el torneo francés, la crítica deportiva daba como segura ganadora a la imbatible alemana Steffi Graf, la dueña de la raqueta en el mundo desde hace casi dos años. La Graf realizó la hazaña el año pasado de ganar todos los torneos que conforman el Grand Slam y, no contenta con eso, se llevo la medalla de oro en la olimpiada de Seúl. Una fuera de serie que acabo con los mitos de Martina Navratilova y Chris Evert, y que hasta hace algunos días solo tenía a la argentina Gabriela Sabatini como rival de peso. Su categoría y su supremacía en el tenis femenino actual han hecho opacar a muy buenas jugadoras, que se han visto eclipsadas por ella, como la española Arantxa Sánchez. Catalana, dicharachera y simpática, la Sánchez se convirtío desde hace un año en la nueva esperanza del tenis femenino de su país. Nació en el seno de una familia de tenistas, sus hermanos Emilio y Javier son los mejores de su patria en el momento y son animadores de los principales circuitos tenisticos del mundo, aunque no están en la primera línea.

Al igual que Michael Chang, Arantxa llegó a Francia dotada con una gran velocidad y con apenas 17 años recién cumplidos. En lo que va del año, en los siete torneos en que ha participado llego siempre invicta a las semifinales y, hace poco más de un mes, vencio en el torneo de Barcelona y perdió en la final del abierto italiano con Gabriela Sabatini. Lo cierto es que, a pesar de su brillante y corta carrera, nadie creía que pudiera coronar el Roland Garros. Pero con nadadito de perro fue dejando en el camino a todas sus rivales hasta llegar a la final del sábado 10 de junio. Era la segunda española en la historia que llegaba a la final de un torneo del Grand Slam. En 1928 lo había hecho Lili de Alvarez, quien perdió el Wimbledon frente a Helen Wills.

Con un servicio de muy buena colocación, con un drive certero y fuerte y con unas piernas ligeras, derrotó por 7-6, 3-6 y 7-5 a la número uno del mundo. Arantxa lloró de felicidad, mientras Steffi habló de los problemas de salud que la afectarón en la última semana. Queda claro que, mientras más pasa el tiempo, los deportes de primera línea --especialmente el tenis-- son de los más jóvenes. Hace 10 años, un muchacho de 7 años estaba apenas pensando en el nivel prejuvenil y convencido de que, en el mejor de los casos, llegaría al tope después de los 20 años. Por eso, más de uno estará añorando, como dice la canción, volver a los 17.--