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Los paraguas volvieron a aparecer en los primeros días del año. Las intensas lluvias han regresado en gran parte del país. | Foto: AP

Economía

¿Se acabó la tregua que dio el invierno?

Los primeros días del año han estado pasados por agua en algunas regiones del país. Luego de que el sol iluminara gran parte de las fiestas decembrinas, los torrenciales aguaceros han retornado. ¿Qué está pasando?

5 de enero de 2023

Los últimos días del 2022 parecieron haber dejado atrás el intenso invierno que azotó al país en gran parte del año pasado. El sol brilló y el periodo de vacaciones arrancó seco y muy despejado.

Sin embargo, el inicio del año ha estado pasado por agua por dos razones, según un análisis de la Universidad Nacional: el Fenómeno de La Niña permanecerá activo al menos durante el primer trimestre de 2023, aunque con menor fuerza, y el paso de las ondas de Madden-Julian, zona de bajas presiones, que tiene efectos tanto en el océano como en la atmósfera.

Según las estimaciones del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en los próximos días de enero se espera la reactivación del periodo de lluvias y un retorno a la normalidad en febrero. La primera temporada de precipitaciones del año iniciaría a mediados de marzo y contaría con volúmenes cercanos a lo normal en las diferentes regiones del país.

En su informe, el organismo señala que el comportamiento de las lluvias entre diciembre de 2022 y marzo de 2023 está controlado por dos factores: el efecto del fenómeno de La Niña que, aunque con tendencia a debilitarse, mantiene cierto efecto sobre el clima del territorio nacional; y la acción de oscilaciones de la variabilidad intra-estacional.

El meteorólogo José Daniel Pabón Caicedo, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), señala que “dicho fenómeno se presenta por el paso sobre el norte de América tropical de una fase convectiva (alta nubosidad) de las ondas de Madden-Julian, que ha activado las lluvias”.

Las ondas Madden-Julian fueron descubiertas en un análisis del viento zonal que Roland Madden y Paul Julián realizaron a finales de los años sesenta (utilizaron 10 años de datos de una estación localizada en la Isla Canton, en el Pacífico Occidental) y publicaron a comienzos de los años setenta.

Se trata de una onda o zona de bajas presiones que recorren todo el mundo en un periodo de 30 a 60 días y generan fluctuaciones en las variables climatológicas como la nubosidad.

“En su fase subsidente tiende a generar una disminución de la precipitación; la fase convectiva, estimula un aumento de la lluvia”, anota el experto, quien agrega que en esta “las ondas se desplazan de occidente a oriente por la atmósfera ecuatorial”.

Señala que “dicha oscilación genera fluctuaciones entre la estación lluviosa y la seca, por lo que forma parte de las llamadas ondas intra-estacionales. En su desplazamiento hacia el oriente, sobre el norte de Suramérica se ubica una u otra fase, con el efecto correspondiente. Además, es menos notoria a la simple percepción del ser humano”.

Con respecto al Fenómeno de La Niña -también conocido como Fenómenos Fríos del Pacífico-, tiene un promedio de duración similar a los de El Niño, de 10,3 meses. Sin embargo, se han registrado episodios prolongados (cerca de 21 meses), como el ocurrido en 1954-1956.

El profesor Pabón anota que, además de Centro y Suramérica, su impacto es marcado en el Sudeste Asiático, Filipinas e Indonesia, así como en Australia.

La mayor preocupación, la inflación

El impacto del invierno en el país tiene varias alertas: los derrumbes, desprendimientos de material sólido o desbordamiento de ríos que pueden afectar vías y generar afectaciones que pueden incluso causar la muerte a personas.

En el país, estas impactaron 5.840 viviendas en los 32 departamentos de Colombia, sobre todo Antioquia, Risaralda, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Chocó, Putumayo y Norte de Santander; además, provocaron más de 200 personas fallecidas y 400 desaparecidos.

Pero también genera tensiones en la producción de alimentos y en su operación logística. De hecho, los alimentos se han convertido en uno de los principales impulsores de la inflación en el país.

Para el tercer trimestre del año pasado, en el crecimiento anual del PIB desde la oferta, de los 12 sectores de la economía, solo el agrícola tuvo crecimiento negativo (-1,4 por ciento). “La producción de café registra un decrecimiento asociado a las condiciones climáticas desfavorables al igual que arroz y el cacao. Además, en el sector pecuario la producción de leche y ganado bovino también registran variaciones negativas. En general, el fenómeno de la Niña afecta los cultivos y rendimientos de algunos productos al momento de su cosecha lo que ha dificultado la recuperación del sector”, dice un informe de Anif.

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La variación mensual de los precios de los alimentos ha alcanzado récords, cercanos al 27 por ciento, como ha destacado Corficolombiana, por mayores aportes de incrementos en precios de papa, frutas frescas, arroz, huevos y café.

Una de las preocupaciones es que el invierno se pueda extender a lo largo de este primer semestre, como lo advirtió el director de Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, Javier Pava, quien señaló a finales del año pasado que las temporadas de lluvias y el fenómeno de La Niña en el país podría ir hasta el mes de julio de 2023.

Además, las fuertes lluvias estarían afectando la preparación de la tierra para los cultivos y las cosechas del primer semestre de este año, sin contar con otros impactos producto de la gran cantidad de agua, como la generación de plagas y enfermedades.

A ello se suman los altos costos en insumos y fertilizantes producto del conflicto entre Rusia y Ucrania, y en el aumento en el precio del dólar.

Además, se afectan las vías y la posibilidad de sacar los productos de las regiones. Como señaló hace unas semanas Jorge Enrique Restrepo, director de Corpohass para el año 2023 “muchas de las zonas de producción están ubicadas en sitios que tienen vías terciarias, y la red de esas vías ha estado muy deteriorada, porque si las condiciones eran malas antes de que llegara este invierno, hoy -en muchos casos- es imposible sacar la fruta de los predios en los que se cultiva, sin afectar la calidad con la que llega al mercado”.

Según el profesor Pabón, los procesos de la variabilidad climática natural no se pueden controlar. Lo que se requiere, y en efecto lo hace el Ideam, es disponer de sistemas de monitoreo, diagnóstico y predicción climática que fortalezcan la vigilancia y alerta sobre los fenómenos extremos asociados. Con esta información las comunidades pueden activar sus planes de contingencia y reducir los impactos negativos de tales fenómenos.

Además, es necesario limpiar las redes de alcantarillado, no arrojar basuras o desechos de construcción a las fuentes hídricas, no construir sobre o cercanías a los cauces de los ríos, entre otras.