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¿A COMO VAN A QUEDAR LOS CARROS?

Aunque algunos bajarán de precio, SEMANA descubre mucha especulación en el anunciado baratillo del mercado de los autos.

9 de marzo de 1992

POCAS VECES SE HABIAN HECHO TANTAS especulaciones y tejido tantas cábalas sobre algo en Colombia como sucedió en los últimos días con el mercado automotor. Como en el extraño mundo de Subuso, o en las alucinaciones macondianas de García Márquez, se llegó a decir incluso que al país ingresarían autos "a precio de huevo", como se dice popularmente.

Pero nada más alejado de la verdad. Aunque todo el mundo piensa que a mediano plazo el sector presentará grandes cambios, la "rebajona" total no se ha visto por ninguna parte. Ni se verá, seguramente. Es más, el mercado continúa paralizado y bajo la misma incertidumbre de los últimos seis meses. Y nadie espera que antes de marzo se pueda recuperar.

Parte de la explicación se encuentra en la forma como se ha desarrollado el proceso de apertura. Durante 1991 se tomaron en Colombia tres medidas de reducción de aranceles, cada una en su momento considerada como la última. Todas, sin embargo, quedaron sin valor cuando después de año nuevo se produjo un "revolcón" en el mercado con Venezuela. Hoy el arancel es de cero con el vecino país y del 35 por ciento para el resto de naciones. Pero además de la incertidumbre provocada por los bandazos de la política, han jugado y sobre manera las expectativas de obtener mejores precios. Quienes importaron vehículos bajo las reglas de juego imperantes en 1991, no reducen por nada los valores sopena de perder. Y los potenciales compradores postergan al máximo sus órdenes, en espera de la tan anunciada reducción en el precio de los automóviles.

La verdad es que cada uno tiene sus razones y que todas son igualmente válidas. Por un lado, el negocio de importar carros no es tan fácil como se ha pensado. Ni siquiera bajo las nuevas reglas de juego. En el caso colombo-venezolano, por ejemplo, para acogerse al nuevo arancel es necesario tener un certificado de origen, que certifique un elevado componente nacional (Colombia pedía un 40 por ciento, pero los venezolanos sólo alcanzan el 35, por lo cual el tema seguía siendo discutido a fines de la semana pasada).

A eso hay que agregar un ingrediente que pocos incluyen a la hora de hacer las cuentas: los impuestos. En Colombia existe un Impuesto al Valor Agregado, IVA, del 35 por ciento para los autos de más de 1.300 centímetros cúbicos. En Venezuela sólo existe una ley de timbre fiscal que recarga los precios en 2.3 por ciento. Al interior del vecino país los vehículos son más baratos que los colombianos, pero a la hora de ingresar en territorio de Colombia suben 45 por ciento por culpa del IVA y otras arandelas (ver recuadros). Mientras en Colombia, por ejemplos el Swift 1.3 cuesta 9.018.000 pesos, en Venezuela su valor, al cambio actual, es de 6.700.000 pesos.

Al traerlo a Colombia, sin embargo, costaría finalmente 9.832.320 pesos. Y como ese hay muchos otros casos. Las nuevas reglas, sin embargo, no son del todo anodinas. Con ellas se van a especializar el mercado y la producción. Y se van a dar acuerdos mediante los cuales las ensambladoras venezolanas dejar de producir automóviles hechos en Colombia y lo mismo harán las ensambladoras nacionales.

Y se van a dar intercambios de camperos y pick ups. Lo que no será fácil, como se cree, es comprar auto en Venezuela y pasar la frontera sin pagar el IVA. Por el contrario: no habrá libre circulación entre territorios. Y no puede haberla mientras haya diferencias en materia tributaria. La Comunidad Europea igualó el impuesto a la ventas y se pudo lograr esa integración.

Con todo, los colombianos han ganado poder adquisitivo en términos de carros. El freno en las alzas, la baja unilateral de Colmotores que según el presidente de la compañía, Gualterio Weiland, busca trasladar al consumidor los beneficios de la competencia entre las ensambladoras -y las importaciones de otros países que reducirán los precios finales en un 12 por ciento- en promedio- consiguieron el milagro. Un profesional con ingresos de 600 mil pesos mensuales necesitaba 17 salarios para adquirir un auto de 10 millones de pesos. Al finalizar 1991, con un alza en los carros del 17 por ciento, el automóvil referido valía 11.7 millones de pesos y el comprador requería de 15.3 salarios para conseguirlo. Al finalizar 1992, con la reducción de aranceles y la decisión de no elevar precios, es muy posible que deba disponer de 13 salarios mensuales para comprar el mismo automotor.

A la hora de comprar, sin embargo, tendrá que tener en cuenta muchas variables. Y una fundamental será la dotación de repuestos. "La gente tiene que mirar su propia experiencia. Lo que vale en el carro es el mantenimiento, el servicio y el stok de repuestos", según el ex ministro José Fernando Isaza, presidente de la CCA.

El mercado del usado, finalmente, se mantendrá equilibrado y sin bajas disonantes, pues un gran segmento de colombianos no puede tener acceso a los carros nuevos. Como quien dice -y a pesar de que algunos se verán beneficiados- en las medidas sobre el sector automotor hay mucho tilín tilín y poco de paletas.
MILLONES $
Mercedes 280 SEL 40
BMW 35
Porshe 84 25
Renegade carpado 92 24
Cherokee Limited 22
S10Blazer 4X4 AT 18.5
Mazda 626 LX 17
Renault Etoile TXI 15.6
Chevy Pick Up S10 10.5
CBR F 1000 91 10
Renault 5 9
Mazda 323 H Coupe 7.1