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CON EL AGUA AL CUELLO

Disminución de la capacidad de pago y rígidas condiciones de renegociación impuestas por la banca privada internacional, aceleran el estado de insolvencia y aumentan la deuda externa de países latinoamericanos

24 de octubre de 1983

Si en 1977 uno de cada cuatro dólares provenientes de préstamos internacionales se destinaba al pago del servicio de la deuda externa latinoamericana, el año entrante dos de cada tres dólares de nuevo endeudamiento se utilizarán con ese fin.
Así de aguda se ha planteado la situación de Latinoamérica frente a la banca privada internacional, aunque individualmente por país, el nivel de solvencia es diferente. Precisamente los que han logrado un grado de industrialización más alto (Brasil, México y Argentina) son los que están en mayores dificultades financieras. Y es posible que de no modificarse las tendencias económicas para los próximos años, ni las condiciones de renegociación de la deuda impuesta por los banqueros comerciales, a la vuelta de pocos meses se llegue a un estado de insolvencia aún más crítico, además de niveles de endeudamiento mucho mayores y más difíciles de saldar.
El punto al que se ha llegado ya se presentía. En 1977 Wassily Leontief, Premio Nóbel de Economía, concluyó en un estudio preparado para las Naciones Unidas ("El Futuro de la Economía Mundial"), que "las naciones en desarrollo están pagando en sustancia más en rentas sobre la inversión extranjera que lo que reciben en nuevos flujos de capital". La crisis la precipitó la reducción de las compras de productos provenientes de Latinoamérica, por parte de las economías desarrolladas, el proteccionismo de esos mismos países, y la baja en los precios de los productos básicos y manufacturados exportados por las naciones de la zona (ver recuadro). Estos hechos limitaron el ingreso de divisas a la región, disminuyendo la capacidad de pago de su deuda externa.
Del año pasado al actual el estado de las economías de los seis principales países de esta zona ha empeorado en lugar de mejorar. Igual cosa sucedió con las naciones más pequeñas. El informe preparado por la OEA para la reunión sobre financiamiento externo realizada en Caracas hace 15 días así lo demuestra. En sólo un año--de 1982 a 1983--el coeficiente del servicio de la deuda (pagos al exterior por intereses y amortización de préstamos como porcentaje de los ingresos corrientes por exportaciones de bienes y servicios) pasó en Brasil, del 55 al 85% en México, del 44 al 73%; en Argentina, del 33 al 64%; en Chile del 52 al 80%, y en Colombia, tal parece que está alrededor del 47%, aunque las estadísticas oficiales no lo revelen así.
RECESION EXPORTADA
Comentaristas y analistas de la situación latinoamericana, han afirmado que el incremento del endeudamiento externo de esta región, sirvió para que los países desarrollados "exportaran" la crisis de sus economías, en donde las posibilidades de inversión rentable disminuyeron en comparación con las perspectivas de ganancia en los países más prósperos del Tercer Mundo, como México, Brasil y Venezuela, y aún otros menos pujantes económicamente.
Estudios recientes de especialistas de las Naciones Unidas, han detectado que parte de esos créditos se utilizaron para financiar importaciones de equipos y maquinaria que modernizó la dotación de capital, pero que en su mayoría se usaron para compras de productos suntuarios producidos en los países centrales, y armamento.
La revista inglesa "The Economist", va más lejos y sostiene que también se invirtieron en la compra de finca raiz.
Es decir, los países desarrollados le prestaron dinero a los latinoamericanos para que les compraran lo que no pudieron vender en sus países. Un hecho ilustrativo de la situación descrita es que en Colombia, el análisis de los créditos internacionales contratados a partir de 1974, indica que aproximadamente el 80% del valor del crédito tenía que gastarse en maquinaria, bienes y equipos producidos en el país que otorgaba los recursos, y éstos en ningún caso aumentaron las reservas de divisas nacionales.
Voceros de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, y del Sistema Económico Latinoamericano, SELA, han sostenido que el agravamiento de la crisis de pagos internacional está siendo agudizada por la actitud de los bancos privados acreedores.
Carlos Alzamora, secretario del SELA, dijo en Caracas que las condiciones de renegociación "carecen de racionalidad por ser excesivas, injustas y discriminatorias". Unánimemente se ha pedido que los nuevos préstamos no los otorgue la banca privada, como está ocurriendo, sino las agencias multilaterales de crédito (Banco Mundial, FMI, BID y otras), porque se considera que los recursos entregados por los bancos comerciales para solucionar el impasse no harán sino empeorarlo. Las condiciones de la refinanciación de la deuda externa se están negociando "a corto plazo y con intereses y comisiones demasiado altas", dicen los afectados, "hecho que hará resurgir el problema dentro de unos meses y con características más acentuadas".
En efecto, las posibilidades de los países latinoamericanos de aumentar exportaciones en los años que vienen son escasas. La recesión del comercio internacional no da señales de recuperación y por este motivo es poco probable que aumenten sus ingresos de divisas. Además, los mercados internacionales de productos básicos y manufacturados exportados por los países latinos, han mostrado en los últimos dos años una tendencia a deprimir los precios de sus bienes, reduciendo aún más su ingreso de dólares.
Entre el segundo semestre del año pasado y el primero de 1983, los bancos comerciales han renegociado la deuda externa de 15 países, por un valor cercano a los $90.000 millones de dólares, cifra veinte veces mayor a cualquier otra reestructuración de deuda externa hecha antes en un solo año. Sin embargo, expertos latinoamericanos opinan que la carga de la nueva deuda sumada a la antigua, no va a poder ser soportada por las economías afectadas. Las razones ya se conocen: tasas de interés excesivamente altas, préstamos de corto plazo, y recesión del comercio internacional que impide aumentar los ingresos por exportaciones.
LLOREDA FIRME
El canciller colombiano, Rodrigo Lloreda Caicedo, ha interpretado acertadamente el sentimiento de los principales países endeudados, y sostuvo en la reunión anual del SELA, realizada en Caracas la semana pasada, que "América Latina no puede pasar el resto del siglo pagando su deuda externa en los términos que no pagan otros". Según banqueros, los intereses cobrados a los paises de la región están en promedio cinco puntos por encima de los normales en el mercado. Igual opinión tiene el secretario del SELA, Carlos Alzamora: "una cosa es pagar la deuda y otra pagar la usura", dijo recientemente. Lloreda Caicedo también estuvo de acuerdo en que "la deuda debe pagarse en condiciones que se acomoden a nuestra realidad política, económica y social", argumento que significa que es necesario ampliar el plazo para el pago de la deuda y bajar los intereses y comisiones exigidos por los bancos comerciales.
Una queja generalizada de los paises deudores es que en la renegociación con los bancos, éstos están utilizando criterios de rentabilidad privada con el fin de recuperar su capital, sin importar para nada las necesidades de desarrollo e inversión que tienen aquellos.
Este comportamiento de los prestamistas ha levantado voces de apoyo a la declaración de mora en el pago de la deuda, medida exigida por sectores de oposición de Brasil, México y Venezuela, y según algunos observadores, esta posibilidad que en un principio se veía alejada, hoy es una alternativa real, dado el endurecimiento de los acreedores y las dimensiones de la crisis. Las graves repercusiones que ha tenido el ajuste económico en los diferentes países afectados (devaluación, recorte de importaciones, caída del ingreso, inflación, etc.) han alentado el espíritu de cooperación y solidaridad regional hasta tal punto que, a fines de noviembre próximo, se realizará en Quito una conferencia económica latinoamericana, con asistencia de varios jefes de Estado, cancilleres y ministros de economía, para tratar de elaborar un plan conjunto frente a la cancelación de los préstamos bancarios.
En la actualidad, el 90% de la deuda latinoamericana está contraída con bancos comerciales, en su mayoría norteamericanos, cuando en 1970 ese índice era del 35%. A este hecho se le atribuye especial importancia en el retraso de los pagos externos de algunos países. El credito externo es considerado como un factor que agudiza los períodos de crisis, porque ante la posibilidad de riesgos, contrae su oferta y aumenta sus costos, constituyéndose en un factor que ahonda la depresión. Este fenómeno ha sido afrontado desde el año pasado por la economía de la región. En 1982, el flujo de capital hacia esta parte del continente disminuyó a $19.000 millones de dólares, cuando el año anterior había sido de $ 42.000 millones. Para este período aparecieron los primeros indicios de dificultades económicas, que seguramente se hubieran podido amortiguar si se hubiera contado con una ayuda externa adecuada. Aún hoy, el crédito está restringido y hay pocas posibilidades de que se restituya en el corto plazo. La experiencia colombiana, que pese a ser unos de los países con situación externa relativamente menos comprometida, ha afrontado grandes dificultades para conseguir un crédito por $225 millones de dólares, es una muestra del estado de ánimo de los banqueros privados.
BM Y FMI EN DECADENCIA
Los expertos de la CEPAL y el SELA consideran que es urgente que instituciones como el Banco Mundial y el FMI, que antes eran los principales oferentes de capital para las zonas menos desarrolladas, sean otra vez los organismos encargados de prestar dinero a los países del Tercer Mundo.
Los plazos concedidos por estas instituciones son más amplios y con menores intereses, además de que no reducen sus préstamos en épocas de crisis.
Analistas de la situación latinoamericana consideran que la pérdida de importancia del Banco Mundial y el FMI en el plano de las finanzas internacionales, ha sido un mecanismo para trasladar la recesión de las naciones desarrolladas hacia la periferia en vías de desarrollo. La aparición del mercado de eurodólares a finales de la década del sesenta, inició la decadencia de las agencias oficiales de crédito.
Posteriormente, el acuerdo de la OPEP y los bancos privados internacionales para que fueran éstos los encargados de recircular los petrodólares, en lugar del Banco Mundial y el FMI, opacó aún más la importancia de esas dos instituciones. El volumen de divisas que manejaba la banca comercial pasó de $14.000 millones de dólares en 1964 a $650.000 millones en 1980, mientras que la ayuda a través del FMI y del Banco Mundial disminuyó considerablemente. El aumento de la participación de la banca privada en la financiación del desarrollo del Tercer Mundo se vio reflejada en el incremento del número de filiales de bancos norteamericanos en el mundo. De 124 con que contaba en 1960, pasó a 900 en 1975 . Algo similar sucedió con los bancos europeos y japoneses, aunque en menor escala. El atractivo principal para el desarrollo de estas instituciones financieras internacionales ha sido la ausencia de controles para su manejo, que escapan a las legislaciones nacionales y a la política monetaria de cada país. Estas circunstancias implican tasas de rentabilidad también mayores.
Este cambio de condiciones en el mercado financiero internacional, la apreciación de algunos especialistas de que la recesión de los paises desarrollados fue "exportada" a la periferia latinoamericana por diferentes mecanismos, entre ellos el alza de las tasas de interés, la baja en los precios de los productos exportados por la región y el proteccionismo de los mercados europeos y norteamericanos, han llevado a plantear que el desequilibrio de la balanza de pagos de la mayoría de los países latinoamericanos, no es responsabilidad exclusiva de ellos. El Conocido economista argentino Raúl Prebisch, ha dicho que es necesario ordenar el mercado internacional de capitales, para que no opere sin control y propicie situaciones de endeudamiento como las afrontadas en la actualidad. Todos estos hechos, han llevado a los directivos de la CEPAL y el SELA a plantear que la solución al callejón sin salida en que se ha convertido el pago de la deuda externa latinoamericana, debe hacerse en un contexto más amplio que el regional. Además, que hay que considerar el desequilibrio de las relaciones económicas entre los países desarrollados y los del Tercer Mundo, tal como se ha dicho repetidas veces en foros como el de los No Alineados, el Grupo de los 77 y otros. Respecto a esta propuesta los banqueros internacionales la han rechazado de plano, aduciendo que el pago de la deuda debe hacerse ciñéndose estrictamente a lo pactado en los contratos. Frente a esta alternativa, ha ganado terreno dentro de los países deudores, la idea de que será imposible cancelar los préstamos bajo las condiciones exigidas, y que por eso es indispensable acordar una salida política, distinta a la puramente económica y técnica. Se dice que la economía es demasiado importante como para dejarla exclusivamente en manos de los banqueros. -
LA CRISIS EN CIFRAS
El estancamiento y el proteccionismo en las economías desarrolladas llevó a que las exportaciones latinoamericanas hacia esos países disminuyeron en un 10% en 1982, cuando habían crecido a un promedio anual del 9% entre 1976 y 1981. Para este año se espera un descenso similar de las exportaciones, sino mayor, con el agravante que el comercio intra-regional tambien ha disminuido debido a las devaluaciones de algunas monedas nacionales, hecho que ha interrumpido el íntercambio.
La reducción en el ingreso de la región obligó a una baja del 19% de las importaciones en 1982. Este hecho condujo a un superávit en la Balanza Comercial de $8.800 millones de dólares en ese año a pesar que los términos de intercámbio con los bienes de los países desarrollados continuaron deteriorándose.
En 1982 los pagos netos por intereses y utilidades a capitales extranjeros sobrepasaron los $34. 000 millones de dólares--40 % de las exportaciones-duplicando las remesas financieras efectuadas tan sólo dos años antes. Por esta razón, la Cuenta Corriente, que incluye además del comercio de bienes, los servicios financieros, de transporte y otros, tuvo un déficit de $33.000 millones de dólares, no obstante el superávit comercial mencionado.
El flujo neto de capitales descendió de $42.000 millones de dólares en 1981 a $19.000 millones en 1982, la cifra más baja en cinco años, originando un déficit total--Balanza de Pagos-para Latinoamérica, cercano a los $14.000 millones de dólares. Estos hechos junto con el deterioro de los precios de los productos de exportación, llevaron a que, por primera vez en 40 años, el producto interno bruto de la región disminuyera (en 1%) y que igual cosa sucediera con el producto por habitante (en 3%). Como la situación ha continuado agudizándose, es de esperar que para 1983 los indicativos sean aún más desalentadores.
La disminución en los precios de los principales productos básicos de exportación de América Latina, que representan el 45% de sus exportaciones; la de los bienes manufacturados, que perdieron un 7% de poder de compra en 1982 y otro tanto en 1981 y la baja en los precios del petróleo, que participa del 40% de los ingresos por exportaciones de la región, han hecho descender seriamente el ingreso de los países latinoamericanos, y por tanto han reducido su capacidad de pago al exterior. -

VARIOS PRECIOS PRODUCTOS DE EXPORTACION
AMERICA LATINA,ENERO 1980-DICIEMBRE 1982
%
AZUCAR -70 ALGODON -20
MAIZ -34 CAFE -20
CACAO -33 LANA -20
COBRE -32 SOYA -18
HARINA DE PESCADO -32 MIEL DE HIERRO -4
CARNE VACUNA -25 BANANO 5
ESTAÑO -24 BAUXITA 0.6

FUENTE:CEPAL