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CRISIS FINANCIERA: UN RESPIRO

Súbitos cambios en las negociaciones de tres bancos, más las medidas de la Junta Monetaria, alivian sicológica y económicamente el ambiente financiero.

25 de octubre de 1982

Probablemente nunca antes en la historia del sector financiero se habían reproducido, en una sola semana, cambios tan sustanciales como los que ocurrieron en la que acaba de terminar. El viernes 17 de septiembre culminaba una semana en que estaba a punto de formalizarse la compra de los bancos del Estado y Comercial Antioqueño por parte de un grupo de inversiomstass encabezados por Aníbal Fernández de Soto.
Además, el Banco de Caldas, que algunos días antes iba a ser comprado por los señores Jorge Castro e Isaac Mindelberg, ahora se rumoraba que, por acuerdo entre los socios, pasaría a manos únicamente del segundo. Esta dilación, a su vez, creaba la posibilidad de una situación de iliquidez inmanejable en el Grupo Central, de Germán de la Roche, quien requería los recursos provenientes de esta venta para evitar intervenciones o concordatos en sus empresas, entre las cuales figuran Tejidos Unica y Seguros Atlas.
Mientras en medios económicos se esperaba la protocolización definitiva de todas estas negociaciones, el miércoles 22 de septiembre grandes titulares de prensa notificaban la cancelación de las mismas.
La explicación oficial del grupo encabezado por Aníbal Fernández de Soto estaba contenida en un ambiguo párrafo contenido en una comunicación enviada a Juan María Caicedo, representante de los accionistas caucanos en el Banco del Estado, en el fue afirmaba que "lamentablemente y con posterioridad a la Asamble de Accionista en Popayán conocimos circunstancias que analizadas por el grupo de empresas y personas que habían manifestado su consentimiento, llegamos a la conclusión de que se hacía muy difícil nuestra participación financiera".
Con anterioridad a esto, se habían presentado unas declaraciones del Superintendente de Sociedades que dejaban la impresión de que los compradores no habían podido cumplir con algunos requisitos exigidos por la Comisión de Valores, lo cual llevó a que éstos protestaran ante el ministro de Desarrollo alegando que el funcionario no tenía suficientes conocimientos sobre el tema, e insinuando a su vez que el problema radicaba en el desconocimiento previo de algunos detalles.
Con datos menos concretos se filtraba una información según la cual la negociación del Banco de Caldas igualmente se estaba disolviendo.
Sorpresivamente, en 48 horas, todos estos impases habían sido superados. Bavaria apareció comprando el 48% del Banco Comercial Antioqueño, a través de la adquisición de 23 millones de acciones (15.5 a Colseguros y 7.5 al propio Banco del Estado). Con esta transacción solucionaban problemas de liquidez las empresas vendedoras y el Banco del Estado en concreto recibía $1.800 millones. En la rueda de prensa concedida por el presidente de Bavaria, Carlos Cure, el de Colseguros, Roberto Pumarejo y el presidente de la Junta de Colseguros, Augusto López Valencia, llamó la atención el énfasis con que los ejecutivos del Grupo de Santodomingo señalaban que la transacción fue "auspiciada" por el gobierno y que la venta previa que Colseguros le había hecho al grupo de Jaime Mosquera, no podía ser retrotraída por "ajustarse plenamente a la ley". Trascendió posteriormente que el ministro de Hacienda quien hasta último momento, había aspirado a que el Banco quedara en manos de representantes antioqueños, sacrificó sus preferencias regionales, para rescatar al Banco de la pérdida de imagen que estaba padeciendo como consecuencia de la asociación con Jaime Mosquera, y al mismo tiempo, beneficiándose de la liquidez de una empresa como Bavaria.
Como el Grupo Santodomingo es propietario del Banco de Santander y de otras entidades financieras,en algunos medios económicos no se descarta la posibilidad, una vez superada la actual crisis, de una venta posterior a algún grupo antioqueño o, inclusive, una fusión con el Banco de Santander.
El mismo día, en forma igualmente sorpresiva, el Grupo Cafetero adquiría el 37% de las acciones del Banco de Caldas, pertenecientes al grupo de Germán de la Roche. El costo de la transacción se acercaba a los $ 700 millones y garantizaría la solvencia financiera de sus empresas. Se trató también de una decisión de emergencia cuando fueron evidentes las consecuencias económicas y sociales del inminente colapso a que podría llegar el grupo.
En medio de todos estos acontecimientos el gobierno llegó a un discreto acuerdo en el caso del Banco del Estado.
La situación de este banco había venido deteriorándose desde el escándalo de los autopréstamos revelado por la Unidad Investigativa de "El Tiempo", y no obstante el cambio de administración y la inyección de $1.800 millones recibidos a cuenta de la transacción del Banco Comercial Antioqueño, la entidad seguía presentando problemas delicados que hicieron necesaria la intervención del gobierno.
Pará evitar una asociación del concepto de "intervención", con el de los casos anteriores, se optó por una fórmula de "administración conjunta de carácter temporal con el Banco Cafetero estableciendo un contrato de fiducia". El actual presidente, Guillermo Alberto González, mantendría su condición y al mismo tiempo actuará como "Agente Especial de la Superintendencia". En realidad se trataba más de un respaldo moral por parte del gobierno que del carácter punitivo que generalmente entraña una intervención.
Simultáneamente, Jorge Castro, el hombre que según rumores iba a ser en un momento dado el verdadero comprador de estas tres entidades, fue detenido el viernes por la tarde cuando salía del exclusivo y céntrico "Gun Club". Aparentemente este incidente no tenía nada que ver con eventos relacionados con la crisis financiera, sino por una denuncia realizada por la firma "Chávez y Abisambra" que lo responsabilizaban penalmente en un negocio de compra de automóviles.
Estos acontecimientos, combinados con el paquete financiero expedido por el gobierno, tendiente a oxigenar el sistema mediante el traspaso de fondos de entidades oficiales a la banca privada que padece de iliquidez, le dieron un respiro inaplazable al sistema financiero en uno de sus momentos más críticos. La oscuridad no ha terminado pero, por primera vez en muchas semanas, se vislumbra una luz al final del túnel.