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EL DESACUERDO DE CARTAGENA

Pese a los esfuerzos realizados, el Grupo de los 77 no concretó los mecanismos de cooperación sur-sur

8 de octubre de 1984

Tal como hace tres meses, cuando once países latinoamericanos se reunieron para discutir el problema de la deuda externa, Cartagena volvió a ser, la semana pasada, el centro de las miradas del Tercer Mundo. La celebración en la Heroica de la tercera reunión del Comité Intergubernamental de Seguimiento y Coordinación, que depende del Grupo de los 77, y que discute la cooperación económica entre países en desarrollo atrajo la atención de los observadores debido a la presentación de ideas llamativas en las relaciones sur-sur. La introducción de un sistema general de preferencias comerciales para estimular el comercio, la creación de un banco de fomento con destino al sector externo y la implementación de una red de información multisectorial para el intercambio de datos, fueron tres de los más importantes temas que, de un total de 23, discutieron 123 delegados de 52 países durante cinco días .
Lo de Cartagena vino a ser el esfuerzo más reciente del Grupo de los 77 (el cual agrupa a 126 países del Tercer Mundo dentro de las Naciones Unidas), para sacudirse el estigma de inefectividad que se le ha colocado después de 20 años de existencia. Desde que en Caracas en 1981 se adoptara un programa de acción para lograr la cooperación entre naciones en desarrollo, el G-77 ha tratado de obtener el éxito que nunca consiguió cuando intentó el diálogo norte-sur en el seno de la UNCTAD (Organización de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo). Ahora, varios puntos del programa de acción aprobado en Caracas se encuentran adelantados y los más optimistas hablan de resultados concretos en menos de un año.
Sin embargo, son todavía muchos los escollos que debe salvar el G-77 para que los mecanismos propuestos se acerquen al terreno de la realidad.
Amén del desinterés de más de la mitad de sus miembros que no asistieron a Cartagena, hay síntomas de división marcada a la hora de tratar temas con implicaciones de fondo. Fuera de ello, se tienen que sortear las presiones del bloque desarrollado que no ve con buenos ojos que tres cuartas partes de las naciones del planeta intenten hacer las cosas a su manera.
Pero quizás el mayor enemigo del G-77 es que se trate de mirar las propuestas como la panacea para los males, del Tercer Mundo. "Esta es una inversión a muy largo plazo y sus resultados no se verán mañana", anotó el secretario adjunto de la UNCTAD, Alister McIntyre.
LAS PROPUESTAS
Si bien los miembros del G-77 llevan tres años estudiando varios temas de cooperación económica que van desde problemas agrícolas y de alimentación, hasta el de ayuda en el mercado de combustibles fósiles (como el petróleo), sólo en tres áreas específicas se está llegando a puntos concretos. Lo más avanzado, tiene que ver con el sistema general de preferencias comerciales entre países en desarrollo, el cual busca establecer ventajas arancelarias entre los Estados miembros para estimular el intercambio de productos sur-sur. La idea ya ha sido intentada a nivel internacional a través del GATT y a nivel regional--en el caso de Colombia--en el Grupo Andino y la ALADI. Sin embargo, la experiencia sugiere que entre más grande el grupo de países que intervienen, son mayores las trabas para conseguir un acuerdo y los beneficios son mínimos. Además, existe el peligro de generar desequilibrios regionales pues gigantes como Brasil o India no pueden estar al mismo nivel de Bolivia o Somalia. De hecho, la mayoría de los delegados que asistieron a Cartagena reconocieron que el éxito de la cooperación sur-sur no depende del sistema de preferencias pero, como dijo uno de ellos, "si no lo tenemos será muy difícil competir con los países industrializados".
El segundo tema que trascendió de la reunión fue la creación de una red de información multisectorial que, en una etapa piloto, estaría basada en Bogotá y que nace de la necesidad práctica de tener un banco de datos de los países del sur si se quiere adelantar el intercambio comercial. Actualmente, es prácticamente imposible para un exportador latinoamericano conocer la demanda que tendrían sus productos en naciones de Asia y Africa, y saber acerca de requisitos y condiciones de pago. Según lo visto, ya existe una primera apropiación para empezar a poner en marcha la idea, aunque se necesitan cantidades mucho mayores de dinero si todo el ambicioso programa se va a poner en marcha. Como en la mayoría de propuestas del G-77, la primera dificultad son las finanzas y una falta de recursos puede echar por tierra el cúmulo de discusiones que se han adelantado sobre el particular.
En tercer lugar, en Cartagena se logró precisar un poco más la idea del Banco Sur que, para muchos, era el plato fuerte de la reunión. Con todo, la disidencia del bloque árabe, que se opone al Banco tal como está estructurado por considerar que duplica las instituciones ya existentes, aplazó varios meses cualquier pronunciamiento definitivo al respecto. Los árabes fundamentaron su posición en un documento secreto que fue guardado con el mayor sigilo, donde de una manera clara se enumeraban las objeciones al proyecto.
El giro de la suerte del Banco Sur fue en cierto modo sorpresivo, dado el optimismo que a finales de agosto se vivió en Caracas con ocasión de una reunión del SELA (Sistema Económico Latinoamericano), donde se diseñó el esquema del Banco por parte de varios expertos gubernamentales. El documento suscrito en la capital venezolana le otorgaba al Banco la función primordial de financiar proyectos para exportación y contratos de asociación. El objetivo era asegurar 1.500 millónes de dólares de capital desembolsado, mas una parte en monedas nacionales de los países miembros. A lo anterior se agregarían recursos provenientes de empréstitos internacionales, de acuerdo a las condiciones fijadas en los mercados de dinero.
Tales metas fueron atacadas por los árabes en su controvertido informe. Para ellos, "el Banco Sur sería un intermediario relativamente inefectivo porque sería incapaz de efectuar grandes transferencias de recursos a un costo aceptable a los países en desarrollo". De hecho, arguyen, las necesidades de capital del Tercer Mundo son tan grandes que el Banco financiaría tan sólo una minúscula parte de las necesidades.
Aun con un capital de 40 mil millónes de dólares la institución propuesta tendría un tamaño similar al Banco Interamericano de Desarrollo, teniendo que atender el cuádruple de países (más de 120 del G-77 contra 30 de Latinoamérica).
Un problema adicional se presenta al calcular las cuotas de constitución del Banco, que se proponen proporcionales al poder económico de los países. En cualquiera de los casos posibles, los países árabes aportarían sumas sustanciales, al tiempo que sería dudoso que--dada su riqueza petrolera--se convirtieran en clientes del Banco. No obstante, el ser socios mayoritarios les permitía un control relativamente sencillo de la institución, en caso de que el poder decisorio dependa de la cuantía de la cuota de constitución. Como estos recursos de capital no serían suficientes habría que conseguir préstamos internacionales, cuyo costo sería transferido a los clientes del Banco y que, según los árabes, sería sustancialmente mayor al de instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Inclusive, se asegura, la tasa de interés del Banco Sur podría llegar a ser mayor a la de los bancos comerciales internacionales.
Esta y otras inquietudes igualmente razonables convencieron a los delegados en Cartagena de plegarse a la de manda del bloque musulmán quien sostuvo que la iniciativa requería más estudio. De tal manera, el proyecto será aplazado por un año, con posibilidades de que sobreviva. Si bien el grupo de países de ingreso mediano, entre los que está Colombia, apoya decididamente la iniciativa original, la negativa de los árabes--que son los del dinero-compromete seriamente la creación del Banco.
Los sucedido retrasa en buena parte los esfuerzos del G-77 para lograr el ideal de la cooperación sur-sur. Los dos proyectos que han avanzado merecen destacarse, pero el relativo descalabro del Baneo Sur afecta necesariamente la coordinaeión de los programas debido a las dificultades financieras que, constantemente, se presentan. Dos déeadas se han cumplido desde que el G-77 fuera creado oficialmente en Ginebra un 15 de junio de 1964 y los observadores destacan preoeupados cómo la esterilidad en las conversaciones norte-sur parece estarse contagiando a los países en desarrollo.
"EL GRUPO ESTA MAS UNIDO QUE NUNCA"
Alister McIntyre, secretario adjunto de la UNCTAD, ha dedicado buena parte de su vida al entendimiento norte-sur a través de los canales diplomáticos internacionales. Originario de la isla de Granada, fue considerado para formar un gobierno interino después de la intervención norteamericana de octubre pasado. En medio de las sesiones de trabajo de la reunión de Cartagena, a la que asistio en calidad de observador, McIntyre concedió a SEMANA la siguiente entrevista:
SEMANA: Hay gente que dice que reuniones como ésta sólo sirven para conversar y no obtener resultados concretos...
ALISTER McINTYRE: Eso no es correcto. Las reuniones--y ésta es la tercera de su clase--salieron de la necesidad de controlar las diferentes actividades que determinó el convenio de Caracas. Es una reunión destinada a observar y coordinar, no es algo de lo que se espera una decisión fundamental. Esta se hace en la reunión de ministros en Nueva York que se reúne cada año en las primeras semanas de deliberaciones de las Naciones Unidas.
S.: ¿No cree que la crisis económica en países del Tercer Mundo puede afectar las conversaciones?
A. M.: Mi opinión es que un número cada vez mayor de paises en desarrollo se interesa en la cooperación sur-sur, tal como se comprobó en Cartagena. Los países reunidos demuestran que hay naciones comprometidas, sin olvidar, por ello, a los que no vinieron. El punto principal es que es evidente que entre los capítulos de la cooperación sur-sur, hay un número sustancial de Estados en trabajar hacia un acuerdo ya sea en las áreas de energía, comercio, el Banco Sur, etc. Naturalmente, sería sorprendente que entre 120 países hubiera acuerdo total y es lógico que hay aspectos que para unos son más atractivos que otros, pero no creo que eso haya disminuido el interés en obtener resultados. Hoy en día el grupo está más unido que en cualquier otra época y el programa de Caracas está en mejor estado que cuando se adoptó: hay más países envueltos, más temas en discusión y más interés en los resultados.
S.: ¿Qué opina del sistema general de preferencias?
A. M.: El sistema general de preferencias estaría basado en principios para promover el comercio entre países en desarrollo, sería el primer arreglo sistemático para expandir el comercio entre regiones del Tercer Mundo. Hay acuerdos regionales en América, Asia y Africa para promover el comercio, éste trataría de aumentar el intercambio entre países del Tercer Mundo. No creo que se debería despreciar la importancia del sistema, es una de las grandes oportunidades para lograr algo. El hecho es que el sistema general de preferencias, no importa la forma que tome, será una especie de sombrilla que cubrirá varias áreas para estimular el comercio sur-sur. Si las actuales predicciones sobre la declinación en la tasa de crecimiento del mundo desarrollado son correctas, los países del Tercer Mundo tendrán que buscar otro motor para el crecimiento, y el comercio entre regiones tiene gran potencial. Requerirá inversiones y planeación, pero puede hacerse y debe hacerse. No se debe pensar del SGPC como algo que resultará en un año, es una inversión en el futuro, estamos trabajando a largo plazo, pero al final todos los países resultarán beneficiados.
S.: ¿ Y acerca del Banco Sur?
A. M.: Es importante mirar el Banco Sur no sólo como otro banco pero como un instrumento vital en la promoción del comercio entre países. Una de las más grandes limitaciones en la expansión del comercio es que no hemos sido capaces de desarrollar acuerdos adecuados de pago debido, entre otras, a problemas de liquidez.
El Banco Sur podría cumplir un papel importante solucionando ese problema tanto al nivd regional como intra regional. En segundo lugar, un gran requisito en la expansión del comercio sur-sur son creditos para exportacion, ese ha sido el principal obstáculo, por ejemplo, para el comercio entre Latinoamérica y Africa.
S.: Usted ha estado en la UNCTAD y ha comprobado la imposibilidad del norte y de sur para lograr cualguier acuerdo. Es imposible llegar a algo que beneficie a ambos, o es que la vida del norte depende de las enfermedades del sur?
A. M.: Creo que la vida del norte requiere la vida del sur porque vivimos en una comunidad que es interdependiente. Quizás hoy en día no estamos en la mejor época de relaciones norte-sur pero creo que hay que asumir una visión optimista del futuro porque cada día los paises se darán más y más cuenta de su interdependencia con el resto del mundo, y estarán más comprometidos con la integración. Esta es inevitable y es un problema de percepción. Por lo tanto se necesita cooperación sur-sur y norte-sur porque ninguno puede existir sin el otro.