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GRIETAS EN EL CEMENTO

A punto de arreglarse conflicto laboral en la industria de cementos

28 de noviembre de 1983

Al finalizar la semana pasada se respiraba un ambiente conciliador entre los empresarios y los trabajadores de la industria del cemento. A pesar de que la huelga podía decretarse en cualquier momento, cumplidas todas las etapas de la negociación, tanto el ministro del Trabajo, Guillermo Alberto González, como las dos contrapartes, estaban haciendo un esfuerzo por reducir las diferencias. Los puntos neurálgicos de discusión tenían que ver con la estabilidad en el trabajo, los salarios y el cumplimiento por parte de la empresa de algunas reivindicaciones logradas en convenciones anteriores. Las declaraciones sigilosas de empresarios, sindicalistas y funcionarios oficiales hacían sospechar que la cautela observada se debía a que podría lograrse un arreglo.
Los dirigentes de la C.S.T.C. sostienen que mientras las empresas insistan en presentar contrapliegos, es decir, reducir algunos logros alcanzados en convenciones pasadas, ellos no van a disminuir el 45% de aumento de salarios que están solicitando.
También han recalcado que un punto fundamental es el de la estabilidad.
La industria cementera tiene programados varios ensanches y renovaciones de equipo que van a demandar menos mano de obra que la contratada actualmente. Ademas, señalan que actualmente el 40% de los ocupados en este sector están vinculados por medio de contratistas y que por este motivo no gozan de ninguno de los beneficios de las convenciones colectivas.
La convención que se está negociando tendrá vigencia por dos años.
Los industriales han ofrecido un reajuste salarial del 20% para el primer año y otro de la misma magnitud para el segundo, pero calculado sobre los salarios actuales y no sobre los del año entrante.
A pesar de todo, las conversaciones que se desarrollaban este fin de semana eran consideradas "cordiales y respetuosas" por los observadores y se destacaba la mediación del ministro del Trabajo.
Hasta el momento, hay cese de actividades en Cementos del Valle, en Cali, y en Cementos El Cairo, en Medellin. De no llegarse a un arreglo, otras plantas también entrarían en huelga: Cementos Diamante, Cementos Samper, Cementos Boyaca, Cementos Nare y Tolcementos. Estas empresas ocupan a cerca de 6.000 obreros y producen el 60% del cemento del país. Otras dos fábricas de ladrillo y baldosines, que también estaban en negociación, lograron un acuerdo a mediados de la semana pasada, pero queda por resolver el pliego presentado en las ladrilleras Guayabal y Medellin, ubicadas en Itagui, Antioquia.
El salario promedio de los trabajadores de los cementos es de 16 mil 500 y estos alegan que el costo de la canasta familiar calculado por d DANE esta por encima de 30 mil pesos. Además, indican los sindicalistas que el sector cementero está en "muy buenas condiciones económicas por la demanda generada por el plan de vivienda y ha sido uno de los sectores industriales que ha sido menos afectado por la recesión". Los industriales afirman que ellos son los primeros perjudicados con una huelga, ya que se han embarcado en un plan de ensanches e inversiones que "se vería entorpecido por la paralización de la producción": Consideran que las exigencias salariales hechas hasta el momento, "no las puede pagar ninguna emprra del país" y esperan que haya moderación por parte de los trabajadores.
Sobre la especulación y el acaparamiento que se ha presentado con el cemento, voceros empresariales han desmentido versiones que afirman que en algunas compañías se ha almacenado cemento, con el fin de venderlo mas caro una vez se decrete la huelga.
Observadores de la situación señalaban que de lograrse un acuerdo sin necesidad de la huelga o de convocar a tribunales de arbitramento obligatorio-que son rechazados de plano por los trabajadores-el hecho se interpretaria como un triunfo de la política de diálogo del gobierno y del ministro del Trabajo, Guillermo Alberto González, quien sortearía con éxito su primer escollo de magnitud en esa posición. -