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PROYECCIONES

Las 10 tareas económicas que va dejando el coronavirus

Avanzar hacia la formalización de la economía, un estado que cumpla su labor redistributiva, un sector empresarial más diverso, un ciudadano más comprometido con encontrar nuevas fuentes de crecimiento y buscar mayor equidad son algunas de las muchas lecciones que deja la crisis.

28 de mayo de 2020

Si bien hablar de lecciones sin haber superado la crisis generada por el coronavirus puede parecer prematuro, la pandemia comienza a dejarnos claro que tenemos muchos retos por delante en materia económica. La mayoría, si no todas, son tareas que ha tenido pendientes el país por muchos años, pero que ahora se vuelven más urgentes, no solo para revertir la situación que nos va a dejar esta crisis, sino para prepararnos para una nueva normalidad y con eventos “impredecibles” hacia el futuro.

La pandemia llevará al país a una recesión y podría generar un retroceso de décadas en los niveles de desempleo, pobreza y desigualdad, ente otros impactos. Sin duda, el caldo de cultivo perfecto para populismos que exploten el descontento social y la inequidad del país en muchos frentes.

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Anif sugiere rápida reactivación y reformas para evitar más daños

Por esto, el mejor resultado que debería dejar esta crisis del coronavirus es crear los consensos que se requieren para acelerar las reformas que el país reclama desde hace años. No podemos seguir aplazando las decisiones de largo plazo.

En general, la crisis señala la necesidad de tener un Estado mucho más activo y eficiente que en verdad cumpla su labor redistributiva (y no esté cooptado por intereses particulares). Para esto se requiere una estructura tributaria más simple y progresiva, donde todos los ciudadanos contribuyan en la medida de sus posibilidades y un gasto estatal mucho más transparente y equitativo. El Estado no puede seguir gastando en unos pocos privilegiados, como sucede en materia pensional, sino que su labor debería concentrarse en corregir las inequidades y aumentar la provisión de bienes públicos como infraestructura, logística, conectividad y educación.

Sin embargo, esto no significa un Estado omnipotente que reemplace la iniciativa privada. La coyuntura también enseña la importancia de tener un tejido empresarial más formal para que tenga acceso a financiamiento y la necesidad de buscar nuevas fuentes de crecimiento. La crisis también mostró la importancia de tomar decisiones basadas en información y que, sin duda, la tecnología jugará un rol fundamental en la sociedad, por lo que se necesita mayor y mejor conectividad digital.

La crisis también deja claro que todo no es tarea del Estado, sino que se requieren ciudadanos más educados, digitales, responsables con el medio ambiente y comprometidos con los demás para tener una sociedad más equitativa, sostenible y solidaria. Estas son 10 lecciones económicas que nos va dejando la pandemia.

1. Informalidad: el gran drama y la mayor tarea

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Los más damnificados por la crisis serán los trabajadores informales, ya que no solo necesitan salir para generar ingresos y viven del diario, sino que no cuentan con mecanismos de protección. El Gobierno creó el programa de Ingreso Solidario para tratar de llegar a esta población, pero es muy difícil. Los trabajadores que se desempeñan desde las ventas ambulantes y pequeños negocios hasta profesionales independientes y empleados de la “nueva economía”, como conductores o domiciliarios, representan alrededor de dos terceras partes de la fuerza laboral. Esto es, casi 13 millones de empleados. Por esto, en la misión de empleo que convocará el Gobierno más que plantear una flexibilización del mercado laboral, hay que concentrarse en formalizar. Sin duda, esta alta informalidad es la raíz de los principales problemas económicos del país, desde la productividad y el sistema pensional, hasta los desajustes fiscales y la distribución del ingreso.

2. Impuestos: fortalecer las finanzas públicas

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La crisis ha puesto en evidencia nuestra escasa capacidad fiscal y seguramente una de sus herencias será un aumento considerable de los niveles de deuda pública que podría llegar a 60% del PIB. Hasta el momento se ha gastado alrededor de 3% del PIB en las medidas para mitigar los impactos sobre el ingreso de las familias y las empresas, mucho menos que otros países, pero esto apenas comienza. Y, si bien no es el momento de hablar de tributarias, esto habrá que pagarlo en algún momento y se requerirán recursos para revertir los impactos de esta crisis.

Hay que incrementar el recaudo tributario como porcentaje del PIB, pero no recayendo en los mismos agentes que ya tienen altas tasas de tributación, sino haciendo que la mayoría de actores económicos tributen, quitando exenciones, reduciendo la evasión y con una estructura tributaria más progresiva. Habrá que examinar también el esquema impositivo de los entes territoriales.

3. Gasto estatal: focalizar mejor

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Esta coyuntura mostró la importancia de los programas de apoyo a la población más vulnerable, como Familias en Acción, Jóvenes en Acción, Colombia Mayor y el creado Ingreso Solidario para la población informal. El Gobierno hizo giros adicionales a estos programas. Esto hay que fortalecerlo y depurarlo, la crisis frenó el desarrollo del Sisbén IV. Incluso muchos han propuesto unificar todos estos programas y crear una renta universal para mejorar su control, así como pasar de subsidios basados en la estratificación a unos más enfocados en el ingreso de los hogares. Se requiere focalizar el gasto del Estado hacia los más vulnerables y, en este aspecto, toma relevancia nuevamente la reforma al sistema pensional, que se convirtió en el gasto más regresivo que hoy hace el Estado.

4. Diversificar la economía: a desarrollar el campo

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La crisis de la covid-19 llevará a una recesión e impactará especialmente sectores como el turismo, donde el país había puesto sus esperanzas de crecimiento. Los bajos precios del petróleo también recordaron la alta dependencia fiscal de Colombia a esa materia prima, así como su rol protagónico para la generación de divisas. El país requiere diversificar aún más su economía y encontrar nuevas fuentes de crecimiento. Y una respuesta clave sería desarrollar el campo de una manera sostenible y conservando la biodiversidad. Durante la pandemia no solo se demostró la importancia de contar con eficientes mecanismos de abastecimiento, sino que se evidenciaron las debilidades de tener una alta dependencia del mercado internacional. Hoy se importa la tercera parte de los alimentos que se consumen en el país y un elevado porcentaje de insumos y fertilizantes, lo que genera vulnerabilidad ante un eventual aumento del proteccionismo global.

5. Conectividad para todos: más digitales

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Si el futuro es la educación virtual, el teletrabajo y las compras por medios digitales, se requerirá una mejor conectividad. Durante la cuarentena, el tráfico de internet ha crecido considerablemente y, si bien los operadores han dicho que el servicio se ha comportado de una manera estable, los consumidores padecieron la menor velocidad. Esto se ha sentido, sobre todo en algunas regiones, dejando de relieve las grandes brechas digitales que existen en el país. Hay que buscar las formas de incentivar la inversión en conectividad.

Sin duda, la pandemia acelerará la necesidad de que tanto las personas y las empresas, como las ciudades y el país, avancen en su transformación digital. Hay que seguir fortaleciendo el ecosistema digital y hacerlo transversal para promover soluciones virtuales en todos los sectores, como educación, salud, emprendimiento y desarrollo urbanístico.

6. Medios de pago

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Con la pandemia y las medidas de aislamiento muchos colombianos aumentaron o realizaron por primera vez compras por internet, pagos digitales o pedidos a través de plataformas. Una tendencia que el país deberá profundizar más, no solo por razones de salud, seguridad e higiene –al no tener contacto con los billetes que puedan ser foco de contagio–, sino también para lograr una mayor inclusión financiera y luchar contra diversos flagelos.

El elevado uso de efectivo en Colombia dificulta la posibilidad de rastrear las transacciones y conocer el origen de los recursos, lo cual facilita temas como el narcotráfico, la evasión fiscal, el contrabando, la informalidad, el lavado de activos y la corrupción.

60% de los colombianos reducirá el uso de efectivo después de la pandemia, según estudio sobre métodos de pago de Bain & Company, e incrementará los pagos con tarjeta y a través del celular.

7. Salud: a descongestionar el sector

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Esta crisis es un llamado para fortalecer el sistema de salud y destinarle más recursos. El confinamiento de la población fue la estrategia que utilizaron muchos países para evitar el desborde y la saturación de sus servicios de salud, fue un modo de ganar tiempo para aumentar la capacidad del sector sanitario. Este esfuerzo no debe parar y para esto la coyuntura demostró que la tecnología puede cumplir un rol fundamental en mejorar los servicios de salud, así como en el fortalecimiento de la atención domiciliaria a los usuarios. Sin duda, por ejemplo, la telemedicina servirá para descongestionar los servicios médicos presenciales. Se estima que 7 de cada 10 personas que van a urgencias podrían atenderse en su lugar de trabajo o en el hogar. Por último, la pandemia afectó más a la población con morbilidades, lo cual recuerda que el sistema de salud debe trabajar más en la prevención de los problemas de salud e incentivar la actividad física y los buenos hábitos, entre otras tareas.

8. Medio ambiente: ojo con el cambio climático

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La crisis de la covid-19 es lo que muchos conocen en la literatura económica como un "cisne negro", un hecho totalmente inesperado y de gran impacto. Pero la pregunta es si una pandemia global era un hecho imprevisto: ahora se conoce que algunos lo habían advertido. Por tanto, esta coyuntura recuerda la necesidad de prepararse para enfrentar crisis futuras e “imprevistas”, como el cambio climático. Una crisis que lleva años gestándose y qué debería enfrentarse más decididamente. Hay que promover una recuperación sostenible, respetuosa con el medio ambiente y las generaciones futuras, armonizando los objetivos de corto plazo con las metas de mediano y largo plazo. Por ejemplo, un programa de reactivación del empleo para la siembra masiva de árboles, así como la promoción de formas de transporte más limpias. Es decir, una recuperación que nos haga más resilientes con miras al cambio climático. Esta crisis demostró las dificultades de una acción coordinada a nivel global y también el olvido de regiones como la Amazonia.

9. Corrupción: el mayor de nuestros virus

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En medio de la crisis de salud y el afán por el deterioro de la economía, han pasado relativamente desapercibidos los casos de corrupción. Las entidades de control han anunciado investigaciones a numerosos alcaldes y gobernadores por cuenta de las irregularidades en el manejo de los recursos para enfrentar la emergencia del coronavirus, pero habrá que esperar los resultados concretos y las sanciones. Resulta inadmisible que los políticos se aprovechen de las actuales circunstancias y de las necesidades de la gente más vulnerable. Sin embargo, lo que el país requiere no solo son medidas de fondo para evitar que se siga manipulando la contratación pública a través de fundaciones y todo tipo de trampas, sino recuperar los recursos que se roban para que ser corrupto no pague. Reformar la justicia, normas anticorrupción, mayor transparencia, información sobre cómo se invierten los recursos públicos y mecanismos para recuperar los dineros robados son algunas de las acciones que clama el país para acabar con el virus de la corrupción.

10. La inequidad, la gran tarea pendiente

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La pandemia está afectando en mayor medida a la población más vulnerable, por lo que ya muchos vaticinan un aumento de los niveles de pobreza e inequidad. Un estudio de la Universidad de los Andes estima que la pobreza podría incrementarse en hasta 15 puntos porcentuales adicionales y el coeficiente de Gini pasaría de 0,509 a 0,574. Esto significa 7,3 millones de nuevos pobres, lo que implica retroceder a los niveles de pobreza y desigualdad que tenía el país a los inicios del siglo XXI. La crisis mostró el desigual acceso a temas como la educación virtual y la inequidad entre regiones, brechas de género y sociales. El gran reto es construir una estructura económica basada en la redistribución.