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PACIENTE TERMINAL

La integración podría salvar de la muerte a las bolsas de valores del país.

6 de diciembre de 1999

Una decada de alzas continuadas en los precios de las acciones hicieron de los índices
bursátiles uno de los barómetros más alentadores de confianza en las perspectivas económicas del país.
Pero con la sucesión de crisis fiscales, monetarias y políticas que han azotado la economía colombiana
desde 1997 las bolsas de valores han perdido cerca de una cuarta parte de su valor como negocio, tras una
vertiginosa disminución de las transacciones que se realizan a través de las mismas. La caída en el número
de negocios realizados refleja una realidad que muchos conocen: las acciones han dejado de ser una
buena inversión. En 1999, en particular, la compra de acciones ha sido uno de los peores negocios del país.
Es más, la situación es tan grave que, de acuerdo con estadísticas internacionales, el comportamiento de las
acciones colombianas este año ha sido el peor del mundo.Y los índices bursátiles así lo reflejan. En los
últimos 12 meses el Indice de la Bolsa de Bogotá cayó 17,4 por ciento, el de la Bolsa de Medellín 17,5 por
ciento y el de la Bolsa de Occidente 9,4 por ciento. Paralelamente, los 35.800 millones de dólares que
sumaron los volúmenes transados en el mercado secundario de las bolsas de valores colombianas durante
1998 palidecen en comparación con los montos que se movieron en otras bolsas de la región: 1,3 billones de
dólares en México, 351.000 millones en Chile y más de 66.000 millones en Buenos Aires.Esta marcada
tendencia a la baja del mercado no es consecuencia exclusiva de los elementos de incertidumbre
generalizada sobre el futuro de la economía. La visión y la actitud cortoplacista que caracteriza a los
inversionistas locales ha incidido de manera fundamental en la falta de desarrollo de un mercado de
capitales en Colombia. En palabras de Augusto Acosta, presidente de la Bolsa de Bogotá, "a diferencia de
las empresas europeas _que contemplan horizontes de inversión de 15 y 20 años_ los inversionistas
latinoamericanos solamente miran el corto plazo". Según el ejecutivo, "Colombia en estos momentos está
barata y presenta una gran oportunidad para quien sepa tomar ventaja de ello, pero solamente para
quienes estén dispuestos a esperar". Y al parecer no hay muchos candidatos porque los volúmenes
transados siguen por el suelo. Pero, pese a que las acciones están en niveles históricamente bajos y las
oportunidades de compra se han multiplicado, hay un factor de desconfianza adicional que limita la
participación de los colombianos en el mercado: el manejo y el alcance mismo de cada una de las tres
bolsas de valores existentes actualmente en el país. Buena parte de las críticas a estas instituciones vienen
del hecho de que sus socios no las miran como negocios en sí mismas sino como un vehículo para hacer
otro tipo de transacciones. En palabras de Bruce Mac Master, socio de la firma de banca de inversión
Inverlink, "las bolsas de valores del país no son vistas como empresas cuya obligación es ser rentables y
arrojar resultados positivos a sus accionistas. Por el contrario, son percibidas como simples 'agentes'
generadores de otros negocios". Las cifras así lo demuestran. Para 1996 las utilidades operacionales de las
bolsas de Bogotá, Medellín y Occidente sumaban 229 millones de pesos. En 1997 éstas se esfumaron y las
tres entidades arrojaron pérdidas operacionales por 1.560 millones, resultado que mejoró ligeramente en 1998
con un déficit de 700 millones (ver gráfica). Con base en lo acontecido durante el transcurso de este año
Inverlink calcula pérdidas por cerca de 1.800 millones en 1999 y proyecta para 2000 un resultado negativo por
la no despreciable suma de 5.000 millones. De continuar esta racha de resultados adversos la existencia de
una o varias bolsas podría estar en entredicho. La falta de interés por la viabilidad financiera de las bolsas se
explica no sólo por su percepción como medio y no como negocio sino por el doble papel que desempeñan
los accionistas como agentes emisores e inversionistas. Este hecho hace que muchas de las decisiones
que se toman en las entidades bursátiles obedezcan al interés de grupos particulares que juegan en ambas
partes, con el consecuente conflicto de intereses. Si a estas particularidades en el control de las bolsas se le
suma un mercado de un tamaño ínfimo, con muy poca cultura y profundidad en el manejo de acciones y con
casi las mismas empresas inscritas en cada una de las bolsas, la situación del mercado bursátil colombiano
_que se precia de ser independiente y moderno_ constituye una seria amenaza a cualquier economía de libre
mercado. Existen, por eso, serios motivos para pensar que el decaimiento del mercado de capitales nacional
no se debe a factores coyunturales, que puedan aliviarse relativamente pronto o que se aliviarán con medidas
o programas de emergencia, sino que surgen de daños estructurales ocasionados por el modelo que lo rige
desde hace varios años. La unión hace la fuerzaPara muchos expertos una de estas fallas estructurales es la
existencia de tres agentes en el mercado. Lo único que esto genera, según ellos, es una constante
desintegración y desconcentración de esfuerzos y recursos. En palabras del presidente de la Bolsa de
Bogotá, "por el solo hecho de tener en Colombia tres infraestructuras estamos trabajando el triple. Lo único
que estamos logrando es desmembrar un mercado que por naturaleza es ya muy estrecho". Sin embargo
las bolsas de valores del país no han podido ponerse de acuerdo para lograr mecanismos de
integración que beneficien a todos.Según los amigos de la fusión de las bolsas, la segmentación del
mercado bursátil genera grandes inconvenientes para todos. Por un lado están las empresas y firmas emisoras
de valores, que deben inscribirse en cada una de las bolsas por separado, perdiendo no sólo tiempo sino
dinero en el papeleo de los registros. Por otro están las sociedades comisionistas de bolsa, que
encuentran la información fragmentada y deben salir a conseguirla con sus iguales en otras ciudades.
Finalmente están las mismas bolsas de valores, que a pesar de realizar esfuerzos comerciales para
proyectarse, tanto nacional como internacionalmente, no logran tener el suficiente alcance ni el impacto
necesarios para penetrar un mercado externo. Así las cosas, son muchos los beneficios que resultarían de
una posible consolidación de las tres bolsas del país en una sola institución, lo que permitiría integrar el
mercado de capitales colombiano y desarrollar nuevos productos, tales como la creación de una bolsa de
futuros. Comenzando por el financiero. Considerando a las bolsas como negocio, la alternativa de fusionarlas
es altamente conveniente por cuanto se generaría un importante ahorro en costos _alrededor de 1.900
millones de pesos en el año 2000, 4.600 millones en 2001 y 5.000 millones en 2002_, con lo cual se podrían
adelantar todas las inversiones en tecnología e infraestructura que requiere el mercado de capitales nacional
(ver gráfica). De esta forma se lograría una operación más eficiente que con seguridad desembocaría en un
mercado bursátil más competitivo.Desde un punto de vista más estratégico, el suministro y análisis de
información que se deriva de la sinergia de la unión de las bolsas produciría ahorros en tiempo, cobertura
nacional, fortalecimiento y soporte de los sistemas tecnológicos y, finalmente, mayor proyección
internacional. "La competencia que venga de fuera de Colombia _especialmente vía Internet y
transacciones electrónicas_ sólo se puede atacar con una bolsa única que haga que los inversionistas
extranjeros miren con mucho más interés el mercado de capitales nacional", explica Emilio Echavarría,
presidente de Suvalor, firma dedicada al corretaje de valores.Pero no todos están de acuerdo con que la
fusión de las bolsas sea la única alternativa a seguir. Para el presidente de la Bolsa de Medellín, Christian
Toro, es necesario que se contemplen otras estrategias adicionales a la fusión, entre ellas alianzas
estratégicas y otros mecanismos de integración que ayuden a mejorar el desempeño de las bolsas antes de
"apresurarse a unir debilidades y reunir ineficiencias". Igual piensa Julián Domínguez, ex presidente de la
Bolsa de Occidente, quien afirma que antes de la unión definitiva "hay que buscar un mecanismo de
integración previo a la fusión para después implementarla. Hay que mirar si el noviazgo es bueno para entrar en
el matrimonio".
El reto
En lo que sí existe consenso es en la necesidad de buscar un mecanismo de integración de las bolsas de
valores para que el mercado de capitales colombiano pueda superar la crisis actual y _más importante aún_
la falta de profundidad estructural que lo caracteriza. Esta tarea no es fácil cuando el ahorro interno es
mínimo y cuando el sector financiero prima como fuente de financiación para empresas de todos los
tamaños. Pero el tiempo apremia y la solución se hace cada vez más urgente. De no lograr un acuerdo
algunas de las bolsas podrían estar destinadas a desaparecer por simple efecto de la competencia entre
ellas. Y, como en todos los negocios, solamente el más fuerte sobrevivirá.
Los otros pacientes
El negocio de las firmas comisionistas de bolsa está de capa caída. Reflejo de ello es la disminución en más
de 50 por ciento de las comisiones de los 52 corredores en el país y la vertiginosa caída en las utilidades
durante los últimos dos años por un monto cercano a los 4.200 millones de pesos. Dada la marcada
disminución en los ingresos por corretaje que perciben las firmas comisionistas, éstas se han visto obligadas
a diversificar sus actividades y a emprender el diseño de negocios más elaborados que el del contrato de
comisión simple. En efecto, mientras en 1995 por cada 100 pesos de ingresos operacionales 96,4 se
originaban en promedio en los contratos de comisión, en 1998 esa participación fue de 55,2.Así las cosas,
en el transcurso de 1998 las firmas comisionistas efectuaron en bolsa 30.784 operaciones por cuenta propia
por valor de 10,7 billones de pesos, suma equivalente a 20 por ciento del volumen transado en los recintos
bursátiles y 62 por ciento superior al valor de las negociaciones reportadas por este mismo concepto en 1997,
presagiando la caída de los negocios provenientes de terceros. La quinta parte de estas operaciones
correspondieron al mercado primario y la parte restante al mercado secundario. De seguir así muy
seguramente en Colombia quedarán un puñado de firmas comisionistas, bien sea a través de fusiones y
adquisiciones o, simplemente, por falta de competitividad.
Enfermedades contagiosas
La falta de confianza en la recuperación de la economía y la incipiente profundidad del mercado de
capitales no son las únicas amenazas que enfrentan las bolsas de valores del país. De hecho, los nuevos
sistemas alternativos de negociación se perfilan como el peor enemigo para la supervivencia de las bolsas de
Bogotá, Medellín y Occidente pues, como argumenta Augusto Acosta, "se nos metieron por la puerta de
atrás y no nos dimos cuenta" .Así las cosas, el mercado mostrador (OTC) se constituye en la primera fuente
de competencia a la que se enfrentan las bolsas de valores. En primer lugar, por la tendencia universal que
existe a la desbursatilización de las operaciones de renta fija, que ha desplazado la realización de las
mismas hacia este mercado y, en segundo lugar, por la facilidad en la consecución de la información que
ofrece el OTC, gracias a la existencia de un único sistema de registro como Inverlace. Además la falta de
garantías por parte de las bolsas ha desestimulado la transacción de valores por el lado de las empresas,
pues no encuentran en este aspecto diferencia alguna con los riesgos que se corren en el mercado
mostrador. En efecto, ya 70 por ciento de las transacciones de renta fija se gestionan a través de este
mercado. Si a la anterior competencia se le añaden las transacciones vía Internet y la creación de redes
electrónicas de comunicación que permiten negociar en diferentes lugares del globo, la perpetuidad de
las bolsas se pone en tela de juicio. Ejemplo de esto es el nuevo servicio Bolsa on Time, que ofrecen hoy
día varias bolsas del mundo a través de Internet, que permite a los cibernautas consultar la cotización de los
valores en cualquier momento sin necesidad de intermediarios y con igualdad de oportunidades entre
diferentes tipos de inversionistas. Tal como señala Bruce Mac Master, "cualquier persona puede ahora no sólo
consultar precios sino también contratar valores en la bolsa nacional desde el sillón de su casa las 24 horas
del día." Y así lo confirman las impresionantes contrataciones que realizan los estadounidenses a través de
este sistema. En los últimos tres meses de 1998 la Bolsa de Nueva York gestionó 336.000 transacciones
diarias por Internet, que se cifraban en unos 420.000 millones de dólares. Luz al final del túnelA pesar de que
los índices accionarios de las tres bolsas nacionales _IBB, Ibomed e IBO_ habían caído cerca de 40 por
ciento en dólares hasta la última semana de octubre, durante los últimos días se ha evidenciado que el
mercado está entrando en una etapa de franca recuperación. Aparentemente los compradores han encontrado
incentivos para invertir en acciones por múltiples motivos, entre ellos la estabilización del dólar, la
reducción sustancial de las tasas de interés y la expectativa de que estas tendencias se mantendrán. Pero la
razón más importante es el hecho de que en Colombia _a pesar de los resultados negativos de muchas
empresas_ los precios de las acciones son demasiado bajos a la luz de cualquier estándar de análisis. En
efecto, el presidente de una de las firmas de corretaje más importantes del país, anota que en lo que queda
del año las acciones subirán más de 10 por ciento y que el próximo año será una de las inversiones más
rentables en el país, pues estima que el crecimiento durante 2000 será cercano a 30 por ciento. Las
favoritas: Bavaria, Almacenes Exito y la Nacional de Chocolates. Todo parecería indicar, entonces, que este
es el momento ideal para comprar estos títulos valores. Sin embargo los inversionistas deben tener en
cuenta que, a pesar de que la tendencia de las acciones parece ser al alza, el mercado colombiano se ha
vuelto muy riesgoso pues los bajos volúmenes de transacción han aumentado la volatilidad del mismo. Es así
como cualquier noticia negativa en lo político o económico podría eliminar rápidamente las ganancias de los
últimos días, tal como ha ocurrido en varias ocasiones durante los últimos años.