Home

Economía

Artículo

RUMBA CARIBE

Cuatro días de fiesta y 3 millones de déficit en el III Festival de Música del Caribe.

23 de abril de 1984

Hace tres años empezó como una idea "loca" de Paco de Onis, un gringo que terminó en Cartagena cuando iba simplemente de paso hacia el Brasil.
Hoy, la "locura" ha alcanzado vuelo propio, y el III Festival de Música del Caribe resuena como uno de los eventos más importantes en la vida de Cartagena. Del sabor a experimento con el que se originó, ya no queda sino la organización todavía precaria, e incapaz de contener a todas luces el desenvolvimiento de este "monstruo musical", que congregó en 1984 a más de 20 orquestas representantes de once países, centenares de turistas y periodistas extranjeros y una avalancha de rumberos nacionales.
Durante cuatro días, se oyeron en Cartagena jazz, merengue, salsa, calypso, samba, cumbia, Regaee, porros, soul y vallenatos, en las voces y los instrumentos de la calidad de Dennis Brown, Mighty Arrow, Barry Harlow, Avan Van, Totó la Momposina o La Trouppe Folklorique de Haití.
Amén de música, corrieron por la ciudad litros de trago y toneladas de dinero. El costo total del Festival fue de 16 millones de pesos de los cuales Corturismo ha aportado hasta el momento 2 millones, y se baraja todavía la posibilidad de que entregue otros tres. Coca-Cola participó con 1 millón de pesos, y la boletería, a razón de 600 y 1000 pesos por entrada dejó 10 millones. Así las cosas, el Festival terminó este año con un déficit de 3 millones de pesos, que sería subsanado si Corturismo se decide a entregar los 5 millones a los que se comprometió originalmente. Este aporte se ha vuelto definitivo para el Festival, pues sólo sufragando el déficit se puede garantizar la realización del IV Festival de Música del Caribe.
Aunque no existen datos, es fácil imaginar que para hoteles, restaurantes y licoreras, este puente musical, que aglutinó el día de la Gran Parada cerca de 50.000 personas, debió constituir un excelente negocio.
Tal es el impulso con el que va ascendiendo el Festival, que la impresión de un taxista que nos decía en el camino al aeropuerto "esta vaina se la ganó al Festival de Cine, y como se descuiden, se va a mamar también al Reinado", parece ser el sentimiento generalizado. Y por eso, son muchos los que abogan por que Corturismo y Colcultura se decidan por fin a meterle el hombro con fuerza a "la música del Caribe", que ya no se puede seguir manejando con los mismos instrumentos que bastaban cuando era sólo una "locura" de Paco. En efecto, aunque en términos generales el Festival dejó muy buen sabor, hubo algunos problemas de organización más o menos serios.
Por ejemplo, aunque asistieron más de 20.000 personas en todas las funciones, el recaudo por boletas sólo llegó, como ya se dijo, a los 10 millones de pesos. Muchos se quejan de haber quedado por puertas, boleta en mano, mientras sus puestos eran ocupados por "colados". Quizá tampoco hubo una publicidad adecuada sobre los grupos que se presentaban y se llegó incluso a anunciar erróneamente a los conjuntos, prometiéndole a la gente salsa y ofreciéndole en verdad Calypso, o hablando de Dennis Brown cuando cantaba Totó la Momposina. Hubo demoras excesivas entre presentaciones, llegando éstas a veces a ser de más de 45 minutos. Finalmente, no sobra llamar la atención sobre lo poco adecuado de las instalaciones de la plaza de la Serrezuela, que, aunque tiene el ambiente ideal para este tipo de eventos, se mueve muy sospechosamente bajo los brincos de los eufóricos rumberos.
Para rematar, el día de cierre, algunas personas tuvieron que hacer fila por más de cuatro horas para entrar al Club de Pesca. Pero ni siquiera estos problemas fueron óbice para que la gente se divirtiera como loca. La multitud encendida seguió al unísono el ritmo de la rumba noche a noche, durante cuatro días en que hubo abundancia de todo menos de sueño.
Para el año entrante, se espera una asistencia aún mayor (este año los grandes ausentes fueron Nicaragua, Panamá, Cuba, Jamaica y Granada) para beneficio de Cartagena y de la cultura musical del Caribe. No cabe duda de que el Estado tendrá que tomar cartas en el asunto para apoyar una infraestructura que pide ayuda a gritos y ojalá, para hacer más accesible al público esta música que por sus características resulta bastante costosa.
Desde ahora se ha planeado, una presentación gratuita sobre la muralla, en el sitio que los cartageneros conocen como La Tenaza, para que todo el pueblo pueda gozar del IV Festival. Pero para ello se necesita definitivamente la ayuda del gobierno.
El Festival ya se ha consolidado como un importante evento internacional. Es difícil encontrar algo que despierte tanta "locura" y euforia colectiva. La calidad de los grupos que vinieron fue excelente. Todos ellos se presentaron en forma gratuita, a pesar de que algunos, de reconocida fama, están acostumbrados a percibir cuantiosas sumas por cada presentación, (el Festival sólo tuvo que correr con los gastos de transporte, alojamiento y comida). Ya existe el consenso entre músicos, gozones y organizadores de que "la vaina vale la pena".
En fin, sólo queda esperar los doce meses que faltan para el IV Festival. Los organizadores, con Paco de Onis a la cabeza ya han comenzado su trabajo. Los asistentes de este año ya planean su regreso para no perderse de tanta gozadera, rumba, sol y playa. Sólo falta que el gobierno abra los ojos, y le dé al Festival el empujón que necesita.