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TERMINATOR CRIOLLO

Salvajes "justicieros" imponen su ley en vasta zona al sur del Cesar

16 de septiembre de 1985

A comienzos del año fue exhibida una película de terror que estremeció a los aficionados al cine de ficción: Terminator. Se trataba de un robot asesino, fabricado por las computadoras cuando éstas deciden rebelarse contra el hombre, y cuya misión es destruir brutalmente todo lo que se interponga en el camino para que las máquinas puedan someter a la humanidad.
Ahora, un grupo de "justicieros" de la población de Aguachica (Cesar), en pleno Magdalena Medio, ha reto mado el nombre de Terminator para arrasar todo lo que les parezca que tiene una conducta delictiva y que atenta contra la seguridad ciudadana. Un atracador de lanchas, un extorsionista, un distribuidor de bazuco un delincuente vinculado a un secuestro en Gamarra y un desconocido a quien todavía no se le ha podido en contrar la cabeza, han sido sus primeras víctimas. Todos, sin excepción, con dos disparos en el pecho y uno en la cabeza, uno sin una oreja y otro con los dedos aplastados, han sido encontrados en las afueras de la población, unas veces amarrados a un palo y otras flotando sobre algún charco.
"Eso aquí no es noticia", fue la respuesta que dio uno de los periodistas del único noticiero radial de Aguachica, al ser interrogado sobre el tema por el reportero de SEMANA.
"Hace 15 días pasearon por aquí un cadáver colgado de un palo como un cerdo", añadió, insistiendo en que el asunto no le parecía de mucha importancia. Los demás periodistas, corresponsales de algunos periódicos de la Costa y el interior, coinciden en esta apreciación. Pero lo cierto es que en esta actitud de los comunicadores hay también algo de miedo, aunque muchos de ellos, como Dagoberto Pérez de El Espectador, se defienden alegando que "no era necesario registrar esa noticia, pues todo eso no es nuevo aquí".
Y es cierto. No es nuevo. Según las gentes de la región, se trata de la tercera "limpieza" que se hace en la zona del sur del Cesar. La primera fue en 1980, cuando en menos de dos meses se encontraron más de 100 cadáveres, luego de que se había desatado una impresionante ola de inseguridad. Después fue en 1983, época durante la cual se hicieron comunes la extorsión y el secuestro en algunas poblaciones vecinas de Aguachica. Los cadáveres eran abandonados en cualquier parte, a la intemperie, en un procedimiento que era conocido como "la chuletería", pues los restos de las víctimas se convertían en alimento de los chulos.
La costumbre de "ajusticiar" a los delincuentes es tan vieja en la región que la gente ya no se sorprende con el macabro espectáculo. Incluso algunos lo defienden, como "la única forma de acabar con los delincuentes". Ramón López, actual secretario del Concejo, recuerda sus tiempos como inspector del municipio: "Me traían los muertos a la casa. A diario me llegaban tres y cuatro cadáveres de hampones en una camioneta".
Pero, ¿quién o quiénes conforman el grupo Terminator? Ante esta pregunta, todos dejan de ser comunicativos y voltean la espalda. Sólo unos pocos se atreven a responder: "Aquí uno sabe muy bien quién es Terminator, pero cómo se le ocurre que lo va a decir". Un chofer de taxi prefiere remitirse al pasado: "Hubo por acá un teniente Sabogal que acabó con los cuatreros en menos de nada. El Banco Ganadero le prestó un par de jeeps y él se encargó del resto. Los cuatreros desaparecieron".
Un funcionario de un juzgado va más lejos: "El F-2 y el DAS piensan que no vale la pena detener a los picaros para que queden libres dos días después. Entonces, mejor los eliminan". Luego añade: "Esto se va a poner peor con lo dela Ley de ex carcelaciones".
Todos los que se atreven a hablar sobre el asunto dejan entrever un cierto tono de aprobación. Pero no ocultan el terror que les produce Terminator, pues sin duda se trata del grupo más salvaje de todos los que han actuado en los últimos años en la región. Una señora de Aguachica cuenta mientras atiende su negocio en la plaza: "Aquí siempre los han matado, pero lo que horroriza es que ahora les quiten las orejas y les quemen las manos. Eso es cosa de sádicos".
Lo peor, según coinciden varios interrogados, es que en estas "limpiezas" caen siempre muchos inocentes. Uno de los presentes en la conversación añade: "Es que los del F-2 y el DAS tampoco son ninguna pera en dulce. A mí, dos agentes me robaron una moto. Ellos acaban con quienes no comparten con ellos el botín".
Y mientras se discuten estas opiniones, Terminator prepara su próxima acción. ¿Cuántos muertos van? Nadie lo sabe, pues no hay estadísticas, ya que los cadáveres de algunos desaparecidos que se presume han muerto, no han sido encontrados. La preocupación ahora es quién controla al grupo de "justicieros". Si antes los habitantes de la región le temían a los delincuentes, ahora el terror se deriva de los actos de Terminator.--