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Las fundaciones que mueven el mundo

La educación, además de un derecho inherente del ser humano, es también fuente de intereses. Semana Educación analiza los aportes de las grandes organizaciones sin ánimo de lucro y figuras públicas mundiales.

5 de abril de 2017

Malala Yousafzai se convirtió en 2014, a sus escuetos 17 años, en el Nobel de la Paz más joven de la historia. Un reconocimiento a su incansable lucha por los derechos de las niñas de su país, Pakistán, a recibir educación. 3,2 millones de ellas no tienen acceso a este principio básico, reveló un estudio de la Universidad de Leiden (Holanda).

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El reconocimiento de la academia noruega llegó después de que la menor fue tiroteada por los talibanes y dada por muerta. Desde entonces pasó a ser un símbolo de resiliencia y coraje.

Salió del hospital tras debatirse entre la vida la muerte y ahora vive y estudia en Reino Unido y ejerce de activista por la educación a través de la fundación que lleva su nombre. Sueña con ser política (antes quería ser médico) y ser electa algún día primera ministra de Pakistán y así destinar recursos a la formación de las niñas, como lo dice en su libro autobiográfico.

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Malala inaugura bibliotecas, colabora con ministros y líderes internacionales, acude a la ONU en Nueva York para dar discursos inspiradores y, según se dice, cobra 90.000 dólares por conferencia.

Detrás de la niña se ha configurado todo un engranaje bien diseñado y controlado por firma de relaciones públicas estadounidense Edelman, que gestiona su vida, imagen y acciones. Entre su lista de clientes, además de la paquistaní, tiene a empresas como Starbucks y Microsoft.

La realidad es que Malala es una marca que genera ingresos y reporta beneficios, aunque Edelman se haya empeñado en numerosas ocasiones en desviar la vista de este hecho. Según comentó un portavoz a AFP, la firma puso a disposición de la niña un equipo de cinco personas en 2012 sin costo alguno para la familia Yousafzai. Actúan como oficina de prensa y gestionan “todo el interés público y el de los medios de comunicación en relación con la menor”, explicaron. Luego está la Fundación Malala que opera independientemente de Edelman (o articulada con ella cuando se requiere la presencia de la joven para ponerle cara a las iniciativas que promueve). Shiza Shahid es la CEO y responsable de su gestión, además de su fundadora.

También de origen paquistaní, esta joven de 26 años, trabajaba para la consultora McKinsey & Co cuando le ofreció a Malala crear su propia fundación. Con su aval, la constituyó en octubre de 2013 y, de acuerdo con el diario británico The Independent, empezó a funcionar gracias a una donación de 200.000 dólares que realizó la actriz Angelina Jolie.

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La estrategia de ayuda que caracteriza esta organización sin ánimo de lucro es financiar proyectos emprendedores que inciden en el acceso de niñas y jóvenes a los sistemas educativos de diferentes países, todos ellos vulnerables y de PIB bajos. También desarrolla campañas mediáticas con las que presiona a los gobiernos de estos estados para impulsar políticas públicas que garanticen el derecho a la educación.

Las siguientes son algunas de las acciones que la Fundación ha emprendido en estos tres años de funcionamiento: en abril de 2013 destinó 450.000 dólares para la educación en el Valle del Swat, Pakistán, con el que se benefició a 40 menores; en 2014, el Centre for Girl’s Education en Nigeria recibió 200.000 dólares para desarrollar programas para combatir la abstención educativa en las niñas, y ese mismo año, destinó 7 millones de dólares para llevar educación a las zonas más remotas de Pakistán, de la mano del gobierno del país y Naciones Unidas.

El alcance mediático que ha logrado Malala en los últimos años ha sido objeto de duras críticas, especialmente provenientes de su país natal. Sus detractores le acusan de ser vocera de los intereses de Occidente y no de fomentar cambios estructurales que necesitan los estados de recursos limitados en beneficio de la educación de las niñas.

Otras grandes organizaciones que destinan millones a la educación (una colombiana)

La fundación del matrimonio Melinda y Bill Gates es otra de las que más contribuciones aportan a la educación. No en vano, es la que más recursos en ayudas filantrópicas gestiona a nivel mundial redirigidas a todo tipo de fines. Solo en 2009 donó 34.500 millones de dólares.

Creada por el cofundador del gigante Microsoft en 1994, esta organización sin ánimo de lucro financia diferentes programas para incidir en los sistemas educativos de numerosos países. Uno de ellos es el Gateway to College, que opera en 41 escuelas de Estados Unidos con el objetivo de dar apoyo a estudiantes rezagados que encuentran dificultades para titularse del colegio y así acceder a la universidad para iniciar sus estudios de educación superior. En 2010, el programa recibió 13 millones de dólares del matrimonio Gates.

Colombia también se benefició en marzo de 2015 de los recursos que maneja la fundación. Lo hizo a través del programa Global Libraries y gracias a un convenio con el gobierno nacional por el que se destinaron 15 millones de dólares para implementar tecnología en las bibliotecas del país y capacitar a 1.800 bibliotecarios. En contraprestación, el Ministerio de Cultura aportó 21 millones de dólares.

Menos conocida es la Fundación Oracle, de la compañía estadounidense del mismo nombre que enfoca su actividad en el desarrollo de bases de datos y sistemas de gestión. Sus aportes a la educación se estiman en 13 millones anuales con los que capacita en competencias STEM (sigla que en español responde a las disciplinas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) a niños de básica y media.

En el caso del gigante Google, sus ayudas a la educación emplean las nuevas tecnologías de la información para superar las brechas en el acceso a internet o mejorar las condiciones de los niños y jóvenes. Desde 2010 han destinado 40 millones de dólares para programas de capacitación de profesores y estudiantes en el uso de estas herramientas y desarrollo de competencias científicas y de computación con el fin de “formar a las próximas generaciones de líderes”, explican en su página web. También tienen un sistema de becas que financia proyectos de emprendimiento con una dotación de 25.000 dólares.

A nivel regional, y en el caso particular de Colombia, si hay una figura representativa de lo que es combinar fama y filantropía esa es Shakira. Las acciones de su fundación, Pies Descalzos, se centran especialmente en la construcción de colegios en colaboración con las entidades territoriales. En 2014, por ejemplo, y de acuerdo con la propia página web de la barranquillera, financió la infraestructura de una escuela en las Lomas del Peyé, Cartagena, con capacidad para 1.700 niños. Se invirtieron para ello 8,8 millones de dólares, el 30 % con contrapartida del sector oficial.

Las grandes críticas a las ayudas filantrópicas

- Las empresas reducen el pago de impuestos a través de la financiación de proyectos.
- Los políticos, artistas y personajes públicos las incluyen como parte de su agenda política para mejorar su imagen ante la opinión pública.
- Son ayudas cortoplacistas que buscan repercusión inmediata y no mejoran las condiciones de vida en el largo plazo de las comunidades a las que se destina.
- No hay una rendición de cuentas pertinente para garantizar que todos los recursos de las ayudas llegan a su destino.
- Los procesos de control y seguimiento son débiles. Se dificulta saber cómo impactan las intervenciones.

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Este artículo hace parte de la edición 19 de la revista Semana Educación.