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Antanas Mockus. | Foto: Juan Carlos Sierra

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"Mi teoría es que si pudimos, podemos": Antanas Mockus

El exalcalde de Bogotá habló con SEMANA sobre dos temas que por estos días parecen olvidados en la capital:tolerancia y cultura ciudadana.

29 de enero de 2017

SEMANA: Cuando ve casos de intolerancia como los que han ocurrido recientemente, ¿piensa que se perdió la cultura ciudadana por la que tanto ha luchado?

Antanas Mockus: Creo que algo de razón tienen quienes dicen que se ha perdido. Pero hay temas como el comportamiento tributario o el comportamiento frente al agua que siguen mejor que antes. En el tema de transporte sí se ha retrocedido, pero creo que no nos hemos devuelto del todo. 

SEMANA: ¿Pero estamos peor o mejor que antes?

A. M.: Es horrible, porque uno no puede inventarse que todo está funcionando bien ante semejantes evidencias. Pero si yo me desmoralizo y digo que no hay nada que hacer, eso sería interpretado como un mensaje de derrota, y mucha gente que estaba dudando dirá que ya no se pudo. Con la cultura ciudadana la gente reconoce que vivió un proceso de mejoramiento. Mi teoría es que si pudimos, podemos.

SEMANA: ¿Por qué cree que ha ocurrido ese retroceso en ciudades como Bogotá?

A. M.:En casi toda América Latina, excepto Uruguay, en donde hemos visto cosas diferentes, un 70 por ciento de la gente cree que la mayoría de los funcionarios públicos son corruptos. Incluso creen que la mayoría de los ciudadanos son corruptos. Entonces eso baja la vara. Si yo creo que los demás mienten, yo tiendo a mentir. Es un proceso muy interesante de mimetismo. Como un niño de 2 años al que le ponen unos muñecos al frente y ve que viene alguien y los desbarata. Si vuelven a dejar al niño con los muñecos armados él los desbarata. Imitamos  mucho los comportamientos, y nos justificamos con lo que en filosofía llaman argumentos ad hoc. Eso quiere decir que en general yo no digo mentiras, pero si en un momento determinado no quiero hablar con una persona, le invento que estoy en una reunión. No es un delito, pero es problemático. 

SEMANA: ¿Qué solución ve?

A. M.: Pienso en las imágenes de los colados en TransMilenio. Gente muerta por colarse... el que se hace matar por ahorrarse un pasaje es un cretino. Todo el avance del sistema educativo se ve puesto en duda por ese tipo. Pero lo que hay que mostrar es que el 99 por ciento de la gente se sube pagando el pasaje. Cuando hicimos un estudio de transporte público, antes de que existiera TransMilenio, encontramos que de 20 conductores de bus que examinábamos, uno cumplía con las normas. Hay santos en medio del despelote total, puede ser 1 en 20, pero hay que aprender a verlos y felicitarlos. Otro tema es el enamoramiento, que es una cancelación relativa de la percepción de los defectos. Entonces nosotros necesitamos enamorarnos de nosotros mismos. En Bogotá, por ejemplo, ahora nos toca creer en la ciudad, amarla y portarnos como ella manda.

SEMANA: Está a punto de entrar en vigencia un nuevo Código de Policía. ¿Cree que la solución pasa por castigos más severos?

A. M.: Cuando se hizo lo de los mimos en Bogotá, la primera pregunta de un periodista una vez terminé de exponer fue “¿Y los mimos van a poder poner multas?”. Cuando le expliqué que no, el tipo respondió “entonces no va a funcionar”. Esa escena condensa el problema clave. Si no creemos que podemos, pues no podemos, eso funciona un poco como la impotencia sexual. Uno tiene que creer que puede. 

SEMANA: Pero el castigo ayuda…

A. M.: Antes la gente pensaba que a los demás, y no a ellos, había que darles garrote. Ahora hay un reconocimiento un poco mayor de que la gente puede entender por las buenas, eso es muy importante. Es curioso que la gente no se receta cárcel para sí misma, sino a los demás. ¿Cómo corregimos a los colombianos? Con cárcel y multas. Y, ¿cómo quiere ser educado usted? Con pedagogía. Tenemos que descubrir que todos somos más parecidos de lo que creemos, en particular en la justificación a las excepciones. Si una regla es apoyada desde distintas partes, tanto mejor. Usted puede decir que no mata porque le daría mucha culpa, o porque la Constitución lo prohíbe, o porque las creencias religiosas se lo impiden. Es más sólida la norma si es apoyada por distintas razones.

SEMANA: ¿Cómo define la tolerancia?

A. M.: Es aceptar que el otro es diferente y que puede tener razón en cuestiones en las cuales no estamos de acuerdo. Tiene un matiz, que no me gusta mucho, de aguantarse, porque tolerar debería ser entusiasmarse con la diferencia. Es aceptar la existencia y la expresión del otro, incluso respetar que los demás tengan un repertorio conductual distinto al mío. Una justificación bonita para la tolerancia es que la diversidad ética o filosófica es parecida a la diversidad biológica. En Palmira hay 10.000 especies de yuca y 40.000 de fríjoles en el Centro Interamericano de Agricultura Tropical. Y ahí se guardan fríjoles raquíticos y yucas que por sí solas no conducirían a ningún lado. Pero como no sabemos de cuál de esas 50.000 muestras surgirá el gen que protegerá a la humanidad de tal y cual enfermedad, toca criarlo todo.