Nuevo centro de conservación para Bogotá

Memoria enlatada

La fundación Patrimonio Fílmico Colombiano se ha encargado de preservar un acervo de 180.000 documentos visuales y el próximo año la ciudad contará con un Centro de Conservación de Registros Audiovisuales.

Elizabeth Saravia Ríos*
17 de julio de 2006

Yo, señor fiscal, no soy casquivana y tengo sentido común (...). Su clara intención de humillarme no admite dudas, pero no me siento humillada. Soy una mujer honesta que apenas despunta a la vida. No soy soberbia porque amo a Dios, ni presuntuosa porque amo al prójimo”, afirmó de manera contundente Rosa de la Peña, durante el juicio que se desarrolló en su contra por “los delitos de calumnia e injuria, cometidos durante una fiesta” de la sociedad caleña. Esta airada situación, hace parte del argumento de Flores del Valle, la primera película sonora producida en Colombia y dirigida por Máximo Calvo en 1941. Hoy no tendríamos acceso ni a los diálogos, ni a las imágenes de la hacienda del Valle del Cauca, del barrio Granada y de otros escenarios de Cali donde se desarrolla la trama, de no ser porque durante años han confluido varias voluntades para hacer posible el rescate y la preservación de registros fílmicos nacionales, antes de que se perdieran para siempre. A finales de los años cincuenta, comenzó la recuperación de materiales audiovisuales gracias a la iniciativa de Hernando Salcedo y Jorge Nieto por medio de la Filmoteca Colombiana. Su colección constituyó la base para la creación de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, próxima a celebrar veinte años de labores con la construcción del Centro de Conservación de Registros Audiovisuales, en un área de siete mil metros cuadrados.

“La idea de contar con un lugar que proporcione las condiciones óptimas para prevenir el deterioro y realizar el almacenamiento adecuado de materiales audiovisuales, ha sido central desde los inicios de la Fundación”, dice Myriam Garzón, su directora, señalando con ello la vocación preservadora de la entidad que desde un comienzo dio los pasos necesarios para ir más allá de la recolección y poder contar hoy con un archivo de bienes de interés cultural, que permanecen como documentos históricos a disposición del público. Este acervo se ha constituido gracias a la confianza de las personas y entidades que han entregado sus materiales en donación o depósito. Un ejemplo de ello es el “Archivo Acevedo”, del cual hacen parte las películas Bajo el cielo antioqueño (1925), Garras de oro (1926) y Alma provinciana (1926), representativas del cine mudo colombiano. En la recuperación de materiales, también han resultado significativas las relaciones con la Cinemateca Distrital, la Cinemateca del Caribe y al Archivo Fílmico del Valle del Cauca; organizaciones que permitirán además cimentar el alcance nacional del proyecto.

Este patrimonio, de no ser por los procesos técnicos de intervención, hace tiempo hubiera desaparecido, pues los soportes en los que se registran las imágenes y el sonido sufren diversos tipos de “enfermedades” que pueden conducir a su deterioro definitivo. El técnico Jaime Romero, inmerso en la labor de verificación desde 1959, es precisamente el encargado de determinar qué aqueja a los soportes de las películas. Los nitratos, por ejemplo, en los que se encuentran las producciones del cine silente son atacados por hongos que al final convierten la película en polvo. Los soportes de seguridad, desarrollados después de los años cincuenta para superar las características inflamables de los nitratos, sufren del “síndrome de vinagre”; “éste encartucha la película, la quiebra y le roba la emulsión”, dice Romero. Para salvar los originales del deterioro, las películas son sometidas a procesos de restauración física, editorial y fotográfica, de donde resultan las copias de exhibición que finalmente se conservan, se almacenan y supervisan en condiciones especiales de temperatura y humedad.

El Centro de Conservación, que simbólicamente pondrá su primera piedra en el mes de septiembre, comenzará a ser construido en un lote anexo a la antigua Inravisión sobre la Avenida El Dorado de Bogotá. Para dar luz a la propuesta, primero se sopesaron algunas cavas de conservación existentes, entre ellas la de la Biblioteca Nacional de Venezuela, hasta que finalmente se decidió construir un lugar especial para albergar el archivo en un proyecto diseñado por el arquitecto Alberto Saldarriaga. Durante su primera etapa, con una inversión inicial de seiscientos millones de pesos, se construirán tres bóvedas para material fílmico en celulosa y poliéster, una bóveda para nitratos y el área de procesos técnicos con sus respectivas vías de acceso. En dos años estará lista la infraestructura y luego se construirán cuatro bóvedas más, el área administrativa, la zona de atención al público y una sala de proyecciones.

El proyecto, impulsado por el Ministerio de Cultura, reemplazará la necesidad de adaptar espacios no diseñados para la preservación y la conservación, por la utilización de un lugar desarrollado especialmente para tales objetivos. Paralelamente se dará la cualificación a los servicios ante el crecimiento del número estudiantes, investigadores y productores que realizan no menos de 930 solicitudes al mes, en el Edificio Lara del centro, donde se encuentra actualmente la Fundación. Para la consolidación, igualmente resultó afortunada la posibilidad de unir esfuerzos con rtvc, a raíz de la liquidación de Inravisión. El aporte de este aliado se reflejará no sólo en el terreno de la obra, sino en la colección de materiales audiovisuales que representan la historia de la televisión nacional y en los equipos para su procesamiento. Sin tantos esfuerzos para preservar la frágil memoria que contienen los registros audiovisuales, es probable que los espectadores del futuro no habrían tenido la posibilidad de visualizar el pasado. .