Muchos de los periodistas que han seguido muy de cerca la carrera de Tiger Woods aseguran que su vida ha sido un largo accidente de auto, tanto en sentido real como figurado. Y lo dicen porque los momentos de mayor exacerbación a que lo ha llevado su compleja psicología siempre han terminado con incidentes en carretera que han puesto en peligro su vida.
Hasta esta semana, de nuevo se creía que la vida de Woods había retomado la normalidad y los aficionados al golf soñaban con disfrutar de su violento swing en los torneos de este año. Pero el martes pasado una catástrofe automovilística volvió a interponerse en su camino. Cuando conducía por un sendero rural cerca de Los Ángeles, su carro dio varias volteretas y ello le produjo lesiones en las piernas que podrían poner en grave peligro su carrera. De inmediato, la pregunta fue si Tiger andaba de nuevo en malos pasos, pero el sheriff del condado de Los Ángeles, Alex Villanueva, le dijo a la prensa que se trató de un “mero accidente”.
Hoy las preguntan son otras. Cual es el por qué de esa perversa ironía que acompaña a uno de los más grandes deportistas del mundo y cual será su destino. En este especial SEMANA responde a ambos interrogantes.