Especiales Semana

100 Obras clave del arte colombiano

El inmenso legado del arte es desconocido para la mayoría de los colombianos. Veinticuatro expertos eligieron las 100 obras mas representativas de este invaluable patrimonio.

Diego Garzón*
10 de noviembre de 2003

Lo primero que advirtieron la mayoría de las 24 personas que se le midieron a escoger las obras que se pueden constituir en referencia clave en la historia del arte colombiano es que las obras son, ante todo, precisamente eso: obras de referencia. En una selección como esta es muy difícil llegar a la conclusión de que son "las más importantes" o de que estas obras son "las únicas que valen la pena", pues el arte colombiano se ha ido forjando a través de siglos de historia como para resumirlo a 100 obras. Cada artista tiene una producción amplia y escoger sólo una o máximo dos también es algo complejo.

El llamado arte precolombino, que se hizo presente en una diversidad de culturas como la muisca, la quimbaya, la tairona, la tumaco, entre tantas otras, no puede ser visto sólo por la elección de unas cuantas obras. Lo mismo puede ocurrir en el período colonial, en el que los artistas tuvieron su mayor motivación en los temas religiosos, dejando no sólo cientos de pinturas sino también objetos, fortificaciones, arquitectura, casas, que también son muestra imprescindible del paso de la historia. De allí que también se hayan mencionado la Villa de Mompox, la Capilla del Sagrario de Bogotá, la Iglesia de San Francisco de Popayán, la Capilla Doctrinera de Sutatausa y el conjunto amurallado de Cartagena, entre otras manifestaciones artísticas.

Lo mismo ocurrió en el siglo XIX, muchas veces mirado con menosprecio, en el que surgieron buenos dibujantes y retratistas con obras muy famosas. Ocurre también en el siglo XX, cuando la producción artística tomó diferentes rumbos, en especial en la segunda mitad cuando, según Marta Traba, llegó la modernidad con artistas como Alejandro Obregón, Fernando Botero, Enrique Grau, Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, entre otros. Y qué decir de las generaciones que vinieron después.

Como dice José Ignacio Roca, director de Artes Plásticas de la Biblioteca Luis Angel Arango, lo más importante son los procesos. En esa medida, para muchos de los consultados era difícil escoger uno de tantos paisajes que se pintaron en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. O era muy complejo elegir uno de los grabados de Roda, o uno de los grabados populares de Alvaro Barrios, o uno de los cóndores de Obregón, o uno de los cuadros de Manuel Hernández. Lo mismo, mirando hacia atrás, escoger sólo una de los cientos de pinturas de Gregorio de Arce y Ceballos, el más importante pintor de la colonia. O uno de los tunjos muiscas, o un objeto representativo de la orfebrería quimbaya.

Aún así, ya sea por la importancia en el momento en que se presentaron por primera vez, por el rompimiento que generaron con el arte que se daba en el momento, por la belleza misma de la obra, o porque su presencia en algún salón nacional o una bienal fue contundente, sí hay una posibilidad de acercarse a ciertas obras que sobresalen.

Un caso curioso ocurre con Fernando Botero. De sus obras, las que más se mencionaron fueron Homenaje a Mantegna y Apoteosis de Ramón Hoyos, pinturas de las que el registro fotográfico es muy difícil. De Mantegna se conoce la segunda y tercera versión, pues hasta el propio Botero le perdió la pista a la primera (ver entrevista). Del homenaje a Ramón Hoyos, Santiago Londoño, autor de Botero. Invención de una estética, destaca que el artista haya involucrado a un personaje tan popular como el ciclista Hoyos en una pintura de gran formato con temas políticos también presentes.

Hay artistas que tienen más de una obra pues a los consultados se les pidió pensar en obras y no en artistas. Esto se ve con mayor claridad en la generación que se consolidó en los 60. De la producción más reciente ocurrió algo muy interesante: nombres como José Alejandro Restrepo, Miguel Angel Rojas, Doris Salcedo, María Fernanda Cardoso y Oscar Muñoz fueron mencionados con muchas obras, hecho que habla de un buen momento actual del arte.

Este informe no se propone ser la última palabra, pero sí se constituye en un acercamiento a una rica y extensa producción que no se detiene.*Periodista cultural de SEMANA