Especiales Semana

CONSTRUCCION, VIVIENDA Y DECORACION

24 de diciembre de 1990

¿Qué heredar?
Generación tras generación, los especialistas se preguntan siempre con la misma insistencia y preocupación cuál ha de ser el patrimonio cultural que debe dejarse como legado para el futuro. ¿Qué heredar -y sobre todo- con qué criterios debe juzgarse una obra arquitectónica para considerarla valiosa y digna de conservación?
Esa ha sido la premisa de la cual ha partido Camilo Mendoza, Director del Departamento de Historia de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Javeriana, para emprender una investigación encaminada a clarificar los patrones de medida que deben tenerse en cuenta a la hora de decidir la renovación o la restauración del patrimonio arquitectónico de una ciudad.
En realidad, los criterios de conservación en la actualidad son tan confusos como arbitrarios, a los ojos de varios expertos. Y en muchos de los casos, las decisiones sobre la demolición o restauración de edificaciones o de barrios enteros, se adoptan a la ligera, sin el debido estudio que las respalde. En definitiva, según Camilo Mendoza, en la gran mayoría de los casos se toma en cuenta sólo la fachada y se dejan a un lado otros valores intrínsecos que los bienes poseen.
La propuesta del arquitecto colombiano, formulada durante el Congreso Argentino de Preservación del Patrimonio Cultural y III Seminario Latinoamericano de Especialistas, sugiere la adopción de algunos criterios definidos que ayuden a despejar realmente qué es lo valioso desde los puntos de vista arquitectónico y urbanístico, para luego tomar decisiones al respecto: su renovación o su restauración.
Sólo cuando se pueda definir qué es un valor cultural, teniendo en cuenta todos los aspectos que el término incluye -sociales, habitacionales, ambientales y urbanísticos- se podrá conocer verdaderamente la trascendencia histórica de una obra arquitectónica. Cosa que en Colombia está muy lejos de suceder.
Un ejemplo reciente, expuesto por Camilo Mendoza, es el del barrio Santa Bárbara, que fue demolido casi en su totalidad para darle paso a la nueva Santa Fe de Bogotá. "Santa Bárbara era el único patrimonio que poseía Bogotá de cómo vivía la clase media capitalina del siglo pasado. Incluso su existencia es quizá más antigua que la de la misma Candelaria. Y sin embargo, sin criterios suficientes, se aprobó su renovación". Sin ánimo de demeritar un proyecto que sin duda resulta benéfico para la solución habitacional del sector, Mendoza afirma que el error del Estado consiste en no haber valorado a conciencia el patrimonio cultural que estaba perdiéndose con la demolición del barrio. Porque si bien es cierto que las edificaciones presentaban un deterioro evidente, también lo es el hecho de que su rehabilitación era posible, en aras de conservar un testimonio histórico de cualidades muy particulares.
La idea es lograr que se cambien los criterios de conservación de la actual legislación que sólo toman en cuenta la acción a la que serán sometidos los bienes, por unos criterios más completos, que busquen en la obra evaluada sus verdaderos valores. "Los componentes urbanos son, como cultura, algo más que volúmenes o fachadas". En consecuencia, el único criterio no puede ser el de la esteticidad de la edificación, sino también el de la función social que desempeña el barrio como tal, los valores ambientales y urbanísticos que lo rodean y su importancia histórica con respecto a los demás barrios de la ciudad.
Sólo de esta manera podrán reunirse elementos de juicio suficientes para adoptar medidas de restauración, o bien de renovación.
"No se trata de que la ciudad se paralice, ni de conservar todo, pues en términos económicos y sociales resulta casi ridículo. Pero sí se debe intentar hallar unos patrones definidos de conservación, que no caigan en la subjetividad de un solo especialista ni en la objetividad absoluta de quien pretende unificar las medidas de valoración para todas las culturas y para todas las épocas. Los criterios deben ser, pues, situacionales; es decir, que tomen en cuenta ese determinado edificio, construido en determinada ciudad y en un momento determinado, con todas las repercusiones sociales e históricas que ello implica.
Sólo así se podrá rescatar el patrimonio cultural urbanístico de Colombia.-