Especiales Semana

CONTACTO EN CUBA

Una reunión informal que tiene repercusiones políticas

14 de febrero de 1983

A todas luces se trataba de una visita poco ortodoxa. Se hacía a un país con el cual no hay relaciones diplomáticas; el visitante era un ex presidente, miembro de un partido fuera del poder; quien invitaba era un escritor, y el motivo era una condecoración literaria. Sin embargo, en los hechos, acabó conviertiéndose en el evento político de la semana.
El ex presidente Alfonso López, quien debía haber actuado como jefe de la delegación colombiana a Estocolmo para la entrega del premio Nobel, se había visto obligado a cancelar a última hora ese compromiso. En compensación, Gabriel García Márquez le había solicitado que lo acompañara a Cuba a la ceremonia en la cual iba a recibir la condecorac;ón Félix Varela, distinción literaria otorgada por el gobierno de ese país a intelectuales latinoamericanos. En realidad, tal reconocimiento le había sido hecho a García Márquez junto con el uruguayo Mario Benedetti y el mexicano Pablo González Casanova, antes de recibir el Nobel, pero el novelista, por acudir a Estocolmo, no había podido hacerse presente en La Habana.
Junto con López viajaron Cecilia Caballero de López, Ivón Nichols y los periodistas Yamid Amat, Javier Ayala, Margarita Vidal y Amparo Pérez. Por SEMANA fueron Felipe López y, como fotógrafo, Rodrigo Castaño.
Que el evento tendría implicaciones más allá de las personales, se hizo evidente en el momento mismo de la llegada a Cuba. Al lado de García Márquez se encontraba, al pie de la escalerilla del avión, el propio Fidel Castro, rompiendo toda norma de protocolo. A partir de ese momento, los cables de prensa empezaron a buscarle las implicaciones políticas al evento.
Una hora después de la llegada, tenía lugar la ceremonia de la condecoración. Fue un acto escueto, estrictamente protocolario, donde el único que pronunció algunas palabras fue Armando Hart, ministro de Cultura cubano.
Cuatro horas con Fidel
Terminada la entrega de las condecoraciones, los periodistas colombianos tuvieron la oportunidad de estar, durante más de 4 horas, con Fidel Castro. Fue un diálogo informal que se extendió hasta las tres de la mañana. Con su tradicional tabaco cubano y una copa de brandy en la mano, en forma espontánea y franca se le midió a las preguntas que le plantearon. Castro, "el seductor" como lo llamó El Tiempo tiene voz suave que contrasta con su enorme tamaño, y pasa en forma cíclica de los susurros en tono confesional, al discurso vehemente, parándose intempestivamente de su asiento. Con frecuencia explota en una espontanea carcajada ante sus propias ocurrencias.
Las grandes chivas estuvieron relacionadas con el tema espinoso del rompimiento de relaciones entre Colombia y Cuba. La bomba, que quedaría registrada al día siguiente en primera plana de los diarios colombianos, fue el reconocimiento por parte suya de que los guerrilleros del M-19 sí habían sido entrenados en Cuba. Al tiempo que afirmaba ésto, negó categóricamente que su país hubiera suministrado armas, o que hubiera participado en la organización del M-19 en la Costa pacífica. Manifestó además, que cuando supo que el operativo estaba en marcha, lo había considerado un error. SEMANA se enteró posteriormente de que inclusive hizo un esfuerzo infructuoso por hacerle conocer su posición al respecto al grupo guerrillero.
Como justificación del sorprendente reconocimiento de que efectivamente Cuba había entrenado guerrilleros colombianos, Castro adujo que el gobierno de su país había considerado una "bofetada" la actitud del gobierno del ex presidente Turbay en la elección de uno de los puestos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 1980. (Ver entrevista con Carlos Rafael Rodríguez). En ese entonces Colombia y Cuba aspiraban a esa posición. Después de más de 50 votaciones en las que Cuba tenía amplio consenso, pero no alcanzaba a las dos terceras partes necesarias, el cargo quedó en manos de Panamá por la negativa de Colombia de retirarse y apoyar a Cuba. Según Castro, aquí no se trataba de un problema entre Colombia y Cuba, sino entre Cuba y los Estados Unidos, en el cual Colombia simplemente habría prestado su nombre en favor del "imperialismo yanqui". En consecuencia, para el gobierno cubano en ese momento habrían dejado de tener validez las reglas del juego. Para subrayar el rechazo que la actitud colombiana despertó en él, Castro señaló que su gobierno respetaba las reglas de juego aun con gobiernos con los cuales tenía grandes diferencias ideológicas, como en el caso de Argentina. En relación con la acusación hecha por la DEA (Departamento norteamericano contra el narcotráfico), de que Cuba había participado, junto con el M-19, en el tráfico de drogas y armas, Castro alegó que se trataba de falsedades y que, por el contrario, el papel de Cuba había sido siempre el de gendarme contra el narcotráfico en el área, interceptanao barcos con droga que van de Colombia a los Estados Unidos y encarcelando a la tripulación. Puso inclusive en duda la lógica de lo que llamó "conducta moralista" por parte suya, teniendo en cuenta que el problema no era de Cuba, que no producía ni consumía el producto, y que el que se beneficiaba era el mayor enemigo de Cuba, los Estados Unidos. Posteriormente, en una reunión privada manifestó que le llamaba la atención cómo los Estados Unidos hacían toda suerte de esfuerzos por sacar a sus ciudadanos de las prisiones cubanas, a lo cual su gobierno accedía con frecuencia, mientras que se veía poca iniciativa por parte de Colombia para reclamar a los suyos. Puntualizó que cerca de 20 colombianos están en este momento en las cárceles cubanas sentenciados por narcotráfico y dejó entrever la posibilidad de un acuerdo si hubiera interés por parte de Colombia.
Además de los aspectos relacionados con la situación entre Colombia y Cuba, Castro habló hasta las 4 de la mañana en forma cordial y descomplicada de cuanto tema le plan tearon los periodistas colombianos.
Reunión en "El Cayito"
Después de un día de turismo, López, García Márquez, sus esposas y parte de la comitiva, se encontraron nuevamente con el Comandante en las horas de la mañana, para zarpar en yate hacia "El Cayito", dos pequeñas islas de una hectárea cada una, donde el gobierno cubano tiene una residencia para invitados especiales. Allí permanecieron durante el fin de semana. Las principales actividades fueron la pesca y la cocina.
Las comidas, supervisadas personalmente por Castro, se prolongaban durante cuatro o cinco horas con charlas informales de sobremesa, salpicadas de temas como la situación centroamericana, las economías de Colombia y Cuba, aparte de las anécdotas personales en las cuales Castro se extendía. El Comandante estaba muy interesado en obtener información sobre la situación económica colombiana e intercambió al respecto con López estadísticas y opiniones. Cuando se tocaba este tema el Nobel se mantenía silencioso pues, como repitiera jocosamente Castro, sabía mucho de política pero era un ignorante en economía. Por el contrario, el Nobel jugaba un papel muy importante cuando se entraba en el punto de Centroamérica, que se ha convertido en la causa a la cual le ha dedicado su actividad y prestigio. Gabo considera que bajo la presidencia de Betancur, Colombia puede volver a cumplir en el área del Caribe el papel clave que jugaba, según él, durante el período en el cual había estrechas relaciones entre el ex presidente López, el general Omar Torrijos y el venezolano Carlos Andrés Pérez, quienes mantuvieron una política de distensión frente a Cuba.
Castro contó muchas anécdotas de su época de juventud y de lucha antidictatorial. Narró episodios desconocidos: desde un frustrado intento para derrocar al dictador dominicano Trujillo, hasta detalles de su participación en los eventos del 9 de abril, en compañía de una delegación de estudiantes cubanos que se hallaba en Bogotá.
Habló sobre la gran impresión que le causó Gaitán en la reunión que tuvo con él y lo que significaba para muchachos de 19 años el haber conocido, recién llegados a Bogotá, a una figura popular de dimensión continental. Gaitán cayó asesinado momentos antes de que se pudiera sostener la segunda conversación acordada y Castro afirmó que era tanta la admiración que le habia despertado que su indignación fue tan grande como la de cualquier colombiano.
Además, admitió su participación en múltiples actos de sublevación popular y afirmó que llegó a sumarse a la insurrección de un cuartel de policía. Recordó con humor cómo en un rapto de euforia pretendió acaudillar a un grupo de uniformados. En el momento de arengarlos se dió cuenta de que eran, ni más ni menos, los de la Guardia Presidencial que estaban defendiendo el Palacio.
La reunión en "El Cayito" terminaría el domingo en la noche y cada uno de los asistentes partiría con rumbo distinto.
Repercusiones en Colombia
Mientras en Cuba todo se desarrollaba en un clima de máxima informalidad, en Colombia el evento era objeto de múltiples interpretaciones políticas. El viaje de López fue criticado por diversos sectores que pusieron en tela de juicio la representatividad y la conveniencia del mismo. Se habló de un exceso de despliegue publicitario y de "reencauche político" del ex presidente liberal. (Inclusive se llegó a hablar de que resultaba ilógico que López, siendo jefe del oficialismo liberal, visitara un país que había auspiciado, directa o indirectamente, actos de subversión contra el último gobierno de ese partido). El ex presidente Pastrana señaló el contraste entre la actitud de López y la suya propia, en las entrevistas que sostuvo con Indira Ghandi y el vicepresidente cubano, Carlos Rafael Rodríguez, para discutir el ingreso de Colombia a los No Alineados.
En realidad, la trascendencia del encuentro en La Habana radica más en el hecho de que hubiera tenido lugar, que en el contenido mismo de las conversaciones que fueron de carácter totalmente informal. El resultado más concreto es el de haber tenido conocimiento de la versión cubana de los eventos que llevaron al rompimiento de las relaciones con Colombia, en particular el reconocimiento por parte del gobierno cubano de que había entrenado guerrilleros, pero que no los había armado ni los había enviado a Colombia. Castro hizo un evidente esfuerzo para mandarle una señal a Colombia de que la crisis colombocubana había sido el resultado de una situación coyuntural que obedeció a la política internacional de la administración Turbay.
Sin embargo, a pesar de su ostensible ánimo conciliatorio actual y de su versión de los hechos, es difícil justificar la posición cubana en ese episodio. La interpretación de que no se respetan las reglas del juego entre dos países cuando, en una disputa por un cargo se está del lado de los Estados Unidos en contra de los intereses cubanos, es altamente subjetiva. Si bien la situación fue engorrosa y desagradable para Cuba, no es justificable bajo ningún punto de vista emprender el entrenamiento de guerrilleros contra un país con el cual formalmente se mantenían relaciones diplomáticas. Políticamente hubiera sido más coherente que Cuba hubiera roto las relaciones con Colombia por sus diferencias globales con el gobierno de Turbay, a que supeditara el hecho a una intransigencia colombiana frente a una aspiración burocrática de Cuba. Si Cuba había decidido que la situación con Colombia era irreparable y que por tanto tenía derecho a entrenar guerrilleros, hubiera sido más honesto de su parte romper relaciones diplomáticas previamente y por iniciativa propia.
No obstante estas circunstancias, el estado actual de las relaciones colombo-cubanas no debe ser analizado con el criterio inmediatista del restablecimiento o no de las mismas a nivel diplomático, sino como parte del contexto global de la situación de Centroamérica y el Caribe.
Aunque la situación colombocubana reviste gravedad, ésta es relativa ante la dimensión que ha adquirido la conflagración en la cuenca del Caribe. Frente a esta realidad se hace imperativa una acción conjunta y darle prioridad a cualquier consideración particular que pueda entorpecerla, podría traer consigo consecuencias mucho más graves que las que puede tener cualquier discrepancia de naturaleza bilateral.
Actualmente una serie de factores juegan en este contexto un papel favorable para que se distensionen las relaciones entre Colombia y Cubá. El principal de éstos serían los pasos de apertura democrática que ha venido dando el gobierno de Belisario Betancur, traducido a nivel internacional en la propuesta de ingreso al grupo de los No Alineados lo cual, de por sí, implica inevitablemente un acercamiento con Cuba que, en la actualidad, ocupa la presidencia de dicho grupo.
Otro elemento es la actitud del gobierno ante los Estados Unidos, expresada por el presidente Betancur con motivo de la visita de Reagan al país, y reiterada en la reciente reunión de los No Alineados en Managua, donde Colombia sentó protesta ante la política norteamericana frente a las Malvinas y a Centroamérica.
Un tercer elemento sería la posición que Betancur asume con la respuesta positiva a la carta firmada por García Márquez y otros tres premios Nobel, en la cual solicitan la mediación de Colombia, Venezuela y México como interlocutores válidos ante los distintos sectores, para poner fin al conflicto centroamericano.
Finalmente, aunque a nivel individual, está el papel político que García Márquez está desempeñando en la situación general del área, acrecentado ahora con el prestigio que le otorga el Nobel.
Todas estas nuevas circunstancias confluyen hacia la creación de una nueva situación. La visita de López no constituye sino un reflejo de la misma.--
Cápsulas de Fidel
SEMANA estuvo presente en los distintos diálogos sostenidos por Fidel Castro con López y la delegación colombiana en Cuba. Recogemos algunos conceptos resumidos de esas conversaciones.
Centroamérica
Existen posibilidades de un acuerdo, pero sólo porque están perdiendo terreno los yanquis. Si estuvieran ganando, su ofensiva no pararía hasta no haberle quitado hasta el útimo pelo al último de los revolucionarios.
No hay nada más absurdo que responsabilizar a los soviéticos por el conflicto centroamericano. ¿Qué tienen que ver ellos con la explotación y miseria de esta área? Tal vez nosotros tenemos algo que ver. En todo caso no como consecuencia de nuestras relaciones con la Unión Soviética.
Andropov
Me causó una muy buena impresión. Es un hombre prudente, serio, preparado.
John Kennedy
A pesar de su hostilidad contra Cuba y de los atentados contra mi vida autorizados por él, debo reconocer que era un hombre brillante.
Edward Kennedy
Si no hubiera sido por la toma de la embajada norteamericana en Teherán, habría sido presidente de los Estados Unidos. La solidaridad nacional que se creó alrededor de Carter por ese incidente le costó a Kennedy la nominación de su partido.
Carter
Me parece el menos malo de los presidentes de los Estados Unidos en los últimos tiempos. Es un hombre de principios éticos y actúa con base en ellos. No se puede decir lo mismo de muchos presidentes norteamericanos.
Franco
A pesar de nuestras enormes diferencias ideológicas, nunca rompimos relaciones. Creo que es porque los dos somos al fin y al cabo, de origen gallego. También había una vinculación sentimental por haber sido Cuba la últlma colonia española en América. Además el hombre tenía su orgullo y no se dejaba presionar por nadie. Nosotros mismos en ese ímpetu de los primeros días de la revolución, lo llamábamos fascista y decíamos toda clase de barbaridades contra él y nada que rompía.
Huber Matos
Se ha creado una leyenda de que Huber Matos es un compañero de las primeras horas de la revolución. En realidad llegó en abril del 58, cuando ya prácticamente habiamos ganada. Como era maestro y en ese momento había poca preparación entre nuestra gente, le dimos rapidamente posiciones de mando. Pero yo tenía mis dudas que se confirmaron un día, cuando me comentaron que se había llevado una ametralladora sin autorización. Después acabó intentando una insurrección en Camaguey que nos pudo haber costado muchas vidas. Después de ésto, ¿Qué era lo que esperaban? ¿Que lo dejaramos tres meses en la cárcel y luego lo soltáramos?
Valladares
Valladares no es ni disidente, ni poeta, ni paralítico. En realidad había trabajado con la policía de Batista cuando triuntó la revolución. Cuando nos dijeron que estaba paralítico lo mandamos examinar por los mejores médicos y no le encontraron nada. Finalmente decidimos filmarlo en la cárcel sin que se diera cuenta y descubrimos que hacía ejercicio todas las mañanas antes de hacer el papel de paralítico. La película se la mostramos al propio Regis Debray y al presidente Mitterrand, quien había intercedido para su liberación.
El bloqueo
El bloqueo de los Estados Unidos a Cuba benefició a los otros países latinoamericanos. Por un lado, se repartieron nuestra cuota de azúcar y, por otro, les crearon la Alianza para el progreso que significó 20 mil millones de dólares.
Decadencia imperialista
¡Qué contraste entre la política de la Alianza para el progreso de Kennedy que repartió 20 mil millones de dólares y los 350 millones del Plan Reagan para el Caribe! 350 millones de dólares no solucionan ni los problemas de Jamaica. Ahí se ve la decadencia del imperialismo.
Subversión
En una época éramos subversivos. Teníamos que serlo. Todo el continente, a excepción de México, se había aliado con el imperialismo en el bloqueo contra nosotros. Ahora las actividades subversivas las tenemos reducidas a un mínimo.
La revolución
Me da risa cuando dicen que exportamos la revolución. Si la revolución se pudiera exportar, nosotros tenemos para exportarle a 100 países. Pero no se puede. Lo que se puede exportar en cierta medida es la tecnología. La revolución tiene que ser propia.
La verdad
Nunca digo una mentira. A veces uno no puede decir toda la verdad. Pero uno nunca puede decir una mentira.