Especiales Semana

¿Disfrutan los colombianos su vida sexual?

Un sexólogo que ha seguido el estudio del sexo desde 1995 analiza los nuevos resultados.

Manuel Antonio Velandia *
20 de junio de 2004

Ser abierto mentalmente tiene una relación directa con tener una vida sexual y con la posibilidad de disfrutar ciertos encuentros creativos con la pareja. El 80 por ciento de los colombianos, teniendo en cuenta las últimas cuatro semanas, afirman estar satisfechos con su vida sexual en general. De los hombres el 82 por ciento están muy satisfecho y el 76 por ciento de las mujeres también, pero alarma el hecho de que cada vez más disminuya el porcentaje de satisfechos en relación con las estadísticas de 1995. Queda la duda de si cada vez somos más exigentes o si la pereza sexual nos está transformando en 'malos polvos'.

A pesar de lo anterior, reiteradamente en las investigaciones de SEMANA realizadas desde 1995, el 85 por ciento de las personas decían que llegaban al clímax en sus relaciones. En la investigación 2004 el 36 por ciento llegan todas las veces y el 38 por ciento, en la mayoría de las oportunidades. Sin embargo, la insatisfacción parece no considerarse muy alta, pues solamente el 4 por ciento de las mujeres y el 1 por ciento de los hombres consideran serlo en grado extremo. Para los hombres, eyaculación y clímax sexual es lo mismo, de ahí que el 49 por ciento lo logren siempre y el 32 por ciento, la mayoría de las veces. Inclusive el 56 por ciento consideran que usarían medicamentos para prolongar el tiempo antes de la eyaculación. Las mujeres llegan al orgasmo en menos oportunidades; el 10 por ciento, la mitad de las veces y el 20 por ciento, muy pocas veces.

Solamente el 3 por ciento de las personas tienen relaciones sexuales todos los días. El 42 por ciento de ellos y el 2 por ciento de ellas lo hacen varias veces y el 17 por ciento, una vez cada semana. Algunas mujeres parecen ser 'mártires de su vida sexual', ya que el 31por ciento lo quieren hacer con menos frecuencia, en especial las de clase alta. Los jóvenes entre los 12 y los 17 años, en 51 por ciento de los casos quieren igualmente hacerlo con menor frecuencia, siendo llamativa la situación de los paisas, que en el 37 por ciento del total de encuestados quieren bajarle al ritmo sexual.

Son diversas las posibilidades de obtener placer en la vida sexual. Algunas son bien aceptadas culturalmente, como los besos, las caricias, dejar volar la imaginación o hablar eróticamente durante el acto genital. De estas prácticas a las personas se les facilita hablar y lo hacen con tranquilidad.

Los besos (79 por ciento) y las caricias (78 por ciento) son las actividades que más los excitan a ambos. Le siguen en interés situaciones relacionadas con la desnudez. Que la pareja lo desnude excita al 74 por ciento y lo hacen por igual hombres y mujeres. Desnudar a la pareja estimula en promedio al 72 por ciento y verla desnuda, al 68 por ciento. Sin embargo, estas parecen ser actividades que atraen más a los hombres que a las mujeres. Y sin importar la talla. El sobrepeso parece inquietar más en la medida en que se incrementa la edad: es la preocupación del 24 por ciento de quienes tienen entre 25 y 34 años, del 30 por ciento de las personas entre 35 y 44 años, y del 33 por ciento entre quienes tienen 45 a 60 años. La intranquilidad por la gordura es mayor en Bogotá que en las otras tres ciudades en las que se realizaron las encuestas: Medellín, Cali y Barranquilla.

Dejar volar la imaginación y usar la palabra excita al 60 por ciento de las personas. Los caleños y el 68 por ciento de los solteros son más creativos con su imaginación. Los jóvenes entre los 13 y los 17 años parecen estar muy interesados en lo 'concreto' ya que la carreta y ser imaginativos es una actividad que prefiere el 40 por ciento; el interés es algo mayor en ellos que en las mujeres.

De otras opciones placenteras, en especial las que tienen que ver con la autosatisfacción, como la masturbación, suele negarse su ejercicio o analizarse como inapropiadas, y en esto las iglesias, en especial la Católica, han desempeñado un papel determinante. El 61 por ciento de las personas, en promedio, están en desacuerdo con la masturbación, siendo mayor el desacuerdo en las mujeres y en las personas de Bogotá. El 44 por ciento de los hombres y sólo el 22 por ciento de las mujeres aceptan su práctica. Entre quienes están de acuerdo es mayor el interés en las personas de clase alta que tienen de 18 a 24 años y son caleñas. Lo prefieren en mayor grado las personas entre los 18 y los 24 años (47 por ciento), seguidos por el 38 por ciento de los de 25 a 34 y el 31 por ciento de los de 12 a 17 años. Únicamente el 18 por ciento de las amas de casa han encontrado en la autosatisfacción masturbatoria una alternativa interesante.

Algunas prácticas eróticas son definitivamente mal vistas y se dificulta su expresión práctica y hablar sobre ellas, en especial a las mujeres, ya que algunas las aceptan de sus parejas más por satisfacerlo a él que por alcanzar su propia satisfacción. Estas prácticas han cambiando de nombre en el discurso sexológico: inicialmente se les llamó aberraciones, posteriormente se les denominó parafilias, actualmente se prefiere clasificarlas como Expresiones Comportamentales Sexuales (ESC), y uso esta acepción porque no contiene una carga peyorativa ni excluyente de quienes las vivencian.

Entre las ECS se encuentran las caricias fuertes que provienen de la pareja; estas le atraen al 31 por ciento de las personas, pero les interesan más a los hombres que a las mujeres. La ciudad en la que hay un gusto mayor por esta práctica es Medellín, sin embargo tan sólo están 3 puntos por encima del promedio. La pornografía en el cine les llama la atención al 36 por ciento de ellas y al 25 por ciento de ellos; esa diferencia de porcentaje en el interés, 10 puntos por abajo, se mantiene frente a la atracción que causa ver a otros realizando un acto sexual; esta situación les atrae mucho más a los solteros. Al 19 por ciento de los hombres y únicamente al 3 por ciento de las mujeres les gusta ver revistas pornográficas. Las líneas calientes no atraen sino al 2 por ciento de la población e Internet está ganando terreno en el interés de los hombres, pues el 13 por ciento lo tiene como una alternativa erótica. Las relaciones anales han venido ganando terreno como práctica aceptada para la pareja heterosexual; entre la encuesta del año pasado y la actual la aceptación subió 7 por ciento para llegar al 71 por ciento.

La pareja 'estable' es más un interés de las mujeres que de los hombres, muy seguramente porque para ellos la fidelidad no se centra en los genitales sino en "estar ahí, como proveedores de satisfactores básicos no emocionales". De los hombres, uno de cada tres está de acuerdo con tener sexo ocasional. Al 81 por ciento de las mujeres no se les pasa la idea por la cabeza y el 91 por ciento nunca han sido infieles, en cambio el 49 por ciento de ellos sí lo hacen, incluso el 39 por ciento lo han experimentado varias veces.

De los problemas de la erección poco o nada se hablaba hace algunos años, pero con el incremento de la publicidad, en medios masivos, de medicamentos para la disfunción eréctil, cada vez más los hombres asumen como posibilidad la terapia farmacológica; sin embargo, por el hecho de ser más pragmáticos y de que se sienten en 'desventaja' al evidenciarse con un profesional de la salud, se les sigue dificultando buscar apoyo emocional a pesar de que este es el factor mayoritaria y directamente más asociado con dicha situación. El 48 por ciento de ellos están en acuerdo con su uso.

Algunos temas son candentes cuando se piensa en sexualidad; por ejemplo: las relaciones de los adolescentes, la homosexualidad, el aborto y el uso de anticonceptivos. Las relaciones sexuales desde la adolescencia son mayormente aceptadas por los hombres y en general mientras más alta sea la clase social a la que pertenecen: en Bogotá son más toleradas que en el resto del país, exceptuando Barranquilla, donde sólo una de cada cinco personas las admite como válidas. Quienes más las aceptan son las personas entre los 18 y los 24 años (60 por ciento), seguidos del 48 por ciento de los que tienen entre 12 y 17.

Existe una marcada homofobia en el país, es más grave la situación en Barranquilla (81 por ciento de desacuerdo) y hay más tolerancia en Cali (38 por ciento). Bogotá es la única ciudad colombiana que ha hecho desde el Estado una investigación al respecto. Los datos de SEMANA y la Alcaldía del Distrito Capital son algo similares, 69 y 64 por ciento respectivamente. La capital ha asumido el reto de tener una convivencia democrática y solidaria y aceptado unirse en todas sus instituciones con el sector de lesbianas, gay, bisexuales y ha transgéneros, en una estrategia denominada 'Bogotá sin homofobia'.

El desacuerdo con el aborto ha venido ganando terreno; pasó del 72 por ciento en el año 97 al 85 por ciento este año. Las opiniones se radicalizan cada vez más; de 15 por ciento el año pasado que frente al tema no sabía o no respondió, esta cifra pasó a ser solamente el 2 por ciento de la población encuestada. El desacuerdo es similar en hombres y mujeres, y mayor en las clases menos favorecidas; la ciudad en la que hay un mayor acuerdo es Cali, que está 8 por ciento arriba del promedio nacional (15 por ciento). Lo preocupante de la situación es que el 12,5 por ciento de los jóvenes entre los 12 y los 24 años están de acuerdo y las investigaciones de otras entidades demuestran que lo utilizan como método 'anticonceptivo' realizado en entidades no controladas por el Estado y bajo un grave riesgo para su salud e incluso para su vida.

El sida es la enfermedad número uno en la salud pública nacional y mundial. En Colombia se calcula que entre 192.000 y 450.000 personas están infectadas; el 18 por ciento de los homosexuales en Bogotá viven con VIH o sida. Gracias a las estrategias comunicativas del Estado y las ONG la percepción del riesgo se ha incrementado, pero este aumento ha sido muy poco pues la diferencia entre el momento actual y 1995 tan sólo ha variado el 5 por ciento entre quienes lo consideran muy posible y 8 por ciento entre los que lo asumen como algo posible. Sumando los dos grupos las cifras han subido del 19 al 32 por ciento.

Llama la atención que 46 por ciento lo consideren nada posible; en este grupo se destacan los hombres heterosexuales, que pasaron de ser 25 por ciento a 43 por ciento.En Barranquilla, la ciudad en la que hay una menor percepción del riesgo, el 60 por ciento lo consideran nada posible y el 19 por ciento, algo posible. Allí la epidemia se ha concentrado en hombres que se asumen a sí mismos y socialmente como heterosexuales pero que sostienen relaciones genitales con otros hombres, lo que ha facilitado un incremento mayor de la epidemia en las mujeres: por cada hombre con sida hay una mujer en la misma condición, mientras que en Colombia, en 1987, una de cada 53 personas con el virus del sida era una mujer; actualmente la relación ha pasado a ser de cinco hombres por una mujer diagnosticados viviendo con el sida.

En 1995, el 18 por ciento de las personas usaron condón en su última relación; esta cifra se incrementó al 24 por ciento en promedio. Si observamos el sector de los jóvenes entre los 12 y 17 años llama la atención que se aumentó su uso del 38 por ciento, en 2003, al 73 por ciento en la investigación de este año. En ésta, sólo el 6 por ciento de las mujeres reportaron su uso; pero como ya se afirmó, la epidemia las está afectando a ellas mucho más que a los hombres.

Resumiendo, la clase social parece no influir demasiado en las actividades que los colombianos escogen para obtener placer, sin embargo a mayor grado de escolaridad existe un mayor disfrute sexual. Las mujeres que se identifican como amas de casa disfrutan menos que las personas que trabajan fuera del hogar, situación que es similar en quienes en el momento se encuentran inactivos laboralmente. Las personas parecen no estar interesadas en los riesgos que se derivan de su vida sexual y a pesar de los costos emocionales y en la salud física que tiene un embarazo no deseado, el 50 por ciento no utiliza ningún método anticonceptivo, en especial los casados y separados.