Especiales Semana

El buen padrino

Aunque existen desde hace muchos años cada vez más colombianos están promoviendo la vida, la educación y el desarrollo de miles de niños por medio de patrocinios económicos o en especie.

16 de noviembre de 2002

Nombres como Juan Felipe Gómez, Ana Restrepo del Corral o Carla Cristina recuerdan la inmensa necesidad que existe en Colombia de ayudar a los demás. Estos son sólo algunos ejemplos de cientos de fundaciones sin ánimo de lucro que se encargan de que cada vez más bebés recién nacidos y niños sobrevivan a sus pocos meses de vida, como en el caso de la primera, o que cada vez más menores tengan educación y salud, función que cumplen las dos últimas.

El patrocinar niños o familias de escasos recursos se ha vuelto cada vez más común entre personas y familias de estratos 3 al 6, que con sumas de dinero mensual o anual, o mediante la donación en especie, colaboran para mejorar el nivel de vida de muchos colombianos.

El plan padrino, como se llama a estas donaciones, está a cargo de fundaciones que trabajan directamente con los beneficiados. Este es el caso del Centro para la Rehabilitación y la Adopción del Niño (Cran), en Bogotá, que durante 2001 atendió a más de 300 menores entre 0 y 7 años, que no sólo habían sido abandonados sino que sufrían maltrato físico y emocional. Allí los niños son atendidos bajo el programa de protección y, posteriormente, de adopción. Durante el tiempo que lo requieran se les brinda educación, vivienda, alimentación y salud.

También hay quienes donan dinero para financiar la educación de niños de preescolar, primaria y bachillerato en colegios y jardines de la mismas fundaciones, o colegios públicos o privados, donde además se les brindan servicios de salud como enfermería, odontología, fonoaudiología, sicológicos y atención a casos de desnutrición.

Otros pueden apadrinar una cuna. Salvar la vida de bebés cuyos padres no cuentan con los recursos necesarios para pagar tratamientos, que van desde tan sólo 70.000 pesos, razón por la cual mueren. El Estado, por su parte, tiene planeado comenzar el próximo año, por medio del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) un proyecto para apadrinar niños con características especiales, que busca que las personas o empresas apadrinen menores desprotegidos que tengan entre 7 y 18 años, y que estén a cargo de Bienestar, con el fin de darles un plan de vida que incluye alimentación, educación, salud y protección afectiva.

Cada fundación que cuenta con un plan padrino se las ha arreglado para mantener la permanencia de sus donantes, pues el dejar un plan a los dos o tres meses de iniciado puede afectar al menor. Es importante que la persona conozca al menor, o por lo menos sepa quién es. Para eso las fundaciones envían sus hojas de vida, tarjetas de agradecimiento con sus fotos o recordatorios en fechas especiales. A otros les basta con la satisfacción de saber que se le está ayudando a alguien, aunque hay quienes también le suman a eso el descuento en el pago de impuestos.

Muchos de los padrinos generalmente son empresas, personas naturales, colombianos en el exterior y fundaciones internacionales. A ellos se llega en su mayoría por cadena. Por ejemplo, la Fundación Ana Restrepo del Corral, creada y manejada por ex alumnas voluntarias del Gimnasio Femenino de Bogotá, recurre primero a las alumnas del colegio y a los padres de familia. Así se va conociendo su labor en empresas y con personas particulares vinculadas con las primeras. Otro método no tan tradicional en Colombia lo hace la organización Visión Mundial, que mediante un programa de televisión anuncia la opción de ayudar a un menor por medio de una donación.

Niños que necesitan ayuda hay en todo el país, y personas y entidades serias, sin ánimo de lucro y enorme tradición que median para, llevar a cabo esta labor, también. Sólo hay que contactar una fundación, dependiendo de a quién se quiera ayudar y por qué, y aportar una suma de dinero que va desde unos 12.000 pesos mensuales hasta lo que el benefactor pueda, según los servicios que quiera patrocinar.