Especiales Semana

El diagnóstico

Cifras en mano, el nuevo comandante de la Policía de Cali explica cómo se propone recuperar la seguridad en la ciudad.

13 de octubre de 2002

El coronel Oscar Naranjo llegó hace poco más de un mes a la comandancia de la Policía Metropolitana de Cali y ya se hizo sentir: 42.000 papeletas de basuco incautadas, múltiples redadas, decomiso de armas y la rápida operación, en tres días, para rescatar un menor secuestrado, han sido su carta de presentación

Este oficial es un convencido de que el problema en Cali radica más en la percepción que sus habitantes tienen de la seguridad que en la realidad que le ha tocado conocer. "Algunos índices delincuenciales son mejores que los de muchas ciudades latinoamericanas. Por ejemplo, en el robo de automotores, residencias, el atraco bancario y el secuestro extorsivo selectivo estamos por debajo de la media nacional", señala.

La cifra que más lo preocupa es la de muertes violentas. Mientras la media nacional es de 62 homicidios por cada 100.000 habitantes al año, Cali muestra un total de 104. Sin embargo esos homicidios no son el resultado de una estructura criminal que esté matando a los caleños. Según el análisis que ha realizado Naranjo el 80 por ciento de esos delitos se da en el Distrito de Aguablanca y Siloé, por mala convivencia, consumo de licor y estupefacientes, y uso de armas ilegales.

Otra cosa que lo preocupa es la demografía. Cali es una de las ciudades en que más ha crecido su población como resultado del grave problema de desplazamiento forzado que se vive en Colombia por el conflicto armado. Las familias llegan desarraigadas, y eso agrava la ruptura del tejido social de las comunidades que integran. Ante este problema el coronel no se ha sentido solo. "Encontré en Cali una sociedad extraordinariamente constructiva, una dirigencia con alta conciencia de su responsabilidad histórica y, algo que no había visto en ninguna otra ciudad del país, un sinnúmero de organizaciones, fundaciones y ONG, todas preocupadas por generar un nuevo proceso de sociedad", comenta Naranjo. Gracias al trabajo comunitario de esas organizaciones Cali tiene unos fuertes vasos comunicantes con los sectores más deprimidos de su sociedad y de acuerdo con el coronel, esto permite que la Fuerza Pública tenga acceso a todos los rincones de la ciudad.

En lo que tiene que ver con las milicias urbanas, Naranjo reconoce que existe presencia en la ciudad pero desmitifica su posicionamiento, "sería un error que 'graduáramos' como milicianos a todos los jóvenes sin mayores oportunidades de las zonas periféricas. Lo que debemos es abrirles caminos para que se vinculen a la sociedad productiva del Valle del Cauca", afirma.

El diagnóstico del Coronel Naranjo sobre los problemas de la ciudad y la región abre las puertas para un trabajo que no sólo debe ser policial sino de reconstrucción del tejido social y recuperación de la tolerancia como valor intrínseco para la convivencia ciudadana. "Pensamos que todas las deficiencias presupuestales, materiales y logísticas podrán ser superadas mediante una alianza con el ciudadano que nos permita tener un discurso y una acción coherentes. Me he dado cuenta que en Cali ese horizonte de superación está más cerca de lo que todos creen", concluye Naranjo. Los caleños, esperanzados por los tempranos resultados que se han producido, esperan que, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, en este gobierno haya estabilidad en la comandancia de la Policía y del Ejército y continuidad en las políticas de seguridad.