Especiales Semana

El florero de Llorente

La historia de la República de Colombia nace cuando este adorno se rompe. Mito o realidad, este es el imaginario al que le atribuimos la emancipación, y el inicio de la independencia

Daniel Castro Benítez *
24 de junio de 2006

La herencia histórica en la que se ha centrado el inicio de nuestra vida republicana gravita en torno a un objeto, o a lo que se supone fue la ruptura de un objeto, en unas circunstancias que todos los colombianos parecemos conocer, a través de la tradición enmarcada en la fecha del 20 de julio de 1810.

Decía Arturo Abella que "todo es misterio en torno del florero. Misterio el sitio en donde lo tenía Llorente y cómo vino a sus manos; misterio su tamaño y su confección general (...); misterio su ruptura, (probablemente) ocurrida a la hora de la paliza que los Morales propinaron a Llorente". Y, ¿era sólo uno? Pues en documentos de la época se habla incluso del préstamo de varios "adornos para la mesa".

Ese misterio parece aclararse en enero de 1882, cuando la taza de un florero de loza de mayor tamaño con las armas de España en relieve y doradas fue donada por el pintor y músico Epifanio Garay al Museo Nacional: "Asegúrese con pruebas que merecen completo crédito que es el mismo que dio origen a la famosa reyerta (…); en la base se encuentra la firma de González Llorente".

Por otra parte, fue además el artista, soldado y testigo de los hechos, José María Espinosa, quien "ha reconocido la taza como base del florero que dio lugar a la memorable contienda".

Este objeto pasó en 1960 al recién fundado Museo del 20 de Julio de 1810, de donde proviene el emblemático y coloquial nombre de 'Casa del Florero'.

Y fue 20 de julio, hace 196 años, hacia las 11 de la mañana, cuando un grupo de criollos elaboró una estratagema para dejar explícito su inconformismo con los 'chapetones' y así solicitar una nueva junta de gobierno. Todo estaba perfectamente planeado días antes. Antonio Morales se encargó de sugerir el incidente, y con quién mejor que con el español González Llorente, a quien le profesaba franca animadversión. La solicitud del florero fue en realidad sólo un pretexto que dio origen al conocido 'Grito de la Independencia'.

El curso de los hechos se ha repetido insaciablemente. No existe prueba de que Llorente se negara despectivamente, e incluso estaba planeado que, si de buena gana prestaba la pieza, el sabio Francisco José de Caldas debía pasar a la hora en que Morales se encontraba en la tienda y saludaría al español, y el científico daría la oportunidad a Morales para reprocharle por dirigir la palabra a un 'chapetón' enemigo de los americanos.

Otra de las versiones afirma que González Llorente, como buen comerciante, se negó al préstamo, por temor a que la pieza fuera maltratada.

Las encrucijadas de la Colombia republicana tienen su punto de partida en 1810 y aún parecen irresueltas. La misma conmemoración del Bicentenario de la Independencia parece dividirnos. ¡Qué mejor símbolo de país que el histórico florero! Un elemento del que todos hablamos, pero muy pocos conocemos.

El florero es en sí mismo la imagen de la ruptura con ese statu quo, testimonio y vehículo universal y particular, a la vez, de una nación que nacía con dificultad. Trasciende la historia de una región. Es particular por corresponder a una circunstancia precisa de cambio y transformación. Hoy, a escasos años de la conmemoración, tenemos la obligación de revisar esas motivaciones de nuevo.

* Director Casa Museo Quinta de Bolívar y Casa del Florero