Especiales Semana

EN BUSCA DE LOS PROTAGONISTAS DE LA CREACION

Recientes descubrimientos en el campo de la física permiten pensar que no estamos lejos de desentrañar el misterio del universo.

18 de julio de 1983

Un reciente descubrimiento realizado en Ginebra por los científicos del CERN (Centro Europeo de Investigaciones Nucleares) comenzó a volver realidad el gran anhelo de los físicos contemporáneos: comprobar que las cuatro fuerzas básicas (ver gráfico) son en realidad manifestaciones distintas de una fuerza única, lo que de ser cierto haría del universo algo tan enormemente simple como su edad y su tamaño. Aunque aún parece muy remoto el día en que ello se logre, la partícula partícula W-0 descubierta en Ginebra confirmó una teoría planteada hace quince años por Steve Weinberg y Abdus Salam, quienes independientemente llegaron a la conclusión de que la fuerza electromagnética y la débil estaban íntimamente relacionadas. Ambos científicos compartieron el premio Nobel de física en 1979 y el reciente descubrimiento justificó experimentalmente la validez del trabajo teórico.
La física del siglo XX cambió radicalmente los conceptos heredados de Galileo y Newton y perfeccionados en el siglo XIX; a finales del siglo pasado se llegó a pensar que el límite del conocimiento estaba al alcance de los físicos y que de allí en adelante esta ciencia se limitaría básicamente a recopilar datos que confirmarían aún más las teorías hoy llamadas clásicas. Sin embargo, una serie de observaciones, como el descubrimiento de los rayos X, de los electrones, de la radiactividad, y una serie de trabajos teóricos realizados por Max Planck y Einstein sobre la naturaleza de la luz aniquilaron en muy pocos años el concepto del átomo, un legado de 23 siglos de antiguedad atribuido al pensador griego Demócrito. En 1913, el modelo atómico de Bohr logró explicar los resultados experimentales. Se sabía ahora que los átomos estaban constituidos por electrones que giraban en órbitas diferentes alrededor de un núcleo formado por protones, y que los átomos no eran "sistemas planetarios en miniatura" como se enseña comúnmente en el bachillerato, ya que los electrones pueden cambiar de órbita, cosa que jamás le ha ocurrido a Júpiter o a Venus. La mecánica clásica era incapaz de explicar el comportamiento de los componentes de los átomos, lo que dio como resultado una nueva mecánica, la mecánica cuántica, cuyo desarrollo matemático fue realizado independientemente y con métodos distintos en los años 20 por Schoringer y Heisenberg. Junto con la teoría de la Relatividad, la mecánica cuántica cambió totalmente los conceptos sobre la materia y el universo.
El sentido común se convirtió de pronto en el mayor obstáculo para entender la realidad y las investigaciones posteriores se encaminaron a descubrir cuán estético y sencillo es el universo. El descubrimiento de nuevas partículas como el neutrón, los neutrinos y otras más convirtieron al átomo en un recinto muy complicado, integrado por una serie de partículas que interactúan entre ellas de varias maneras. Paralelamente, los físicos comenzaron a darle forma a otra idea muy familiar a los hombres: la simetría. Cada partícula debería tener su antipartícula correspondiente. El descubrimiento del positrón lo comprobó en el caso del electrón y así ha ocurrido con la mayoría de las otras partículas.
Uno de los grandes inconvenientes de la investigación en el campo de la física de partículas es el enorme costo que implica la construcción de los aceleradores, unas enormes factorías que pueden medir varias millas de diámetro. Esto se debe a que determinados fenómenos, como los que involucran partículas de masa grande, exigen enormes cantidades de energía, de varios millones de voltios. La construcción de estos enormes ingenios exige presupuestos que solamente se pueden permitir los Estados Unidos y la Unión Soviética o grupos de naciones como los que participan del CERN.
UNA INVERSION DESCOMUNAL
Los trabajos que se han realizado en los últimos decenios son motivo de muchas polémicas. Los enormes costos que requiere una investigación teórica de este tipo no parecen justificarse, ya que estos descubrimientos no tienen aplicaciones prácticas a la vista.
Sin embargo, la elaboración de los aceleradores exige una investigación tecnológica que indirectamente puede ser aplicada a otros campos más prácticos como la medicina o la ingeniería.
Fuera de eso, lo que hoy día parece ser una entretención que exige invertir miles de millones de dólares se podría convertir más adelante en la base de una cultura. Es bueno recordar que Benjamín Franklin se divertía bajando rayos con cometas, que Galvani pasaba buenos ratos electrocutando ancas de rana mientras Volta y sus colegas lograban inventos tan éxoticos e inútiles a los ojos de sus vecinos como las pilas voltáicas o los electroimanes.
Siglo y medio después, el mundo depende de la electricidad, algo totalmente inconcebible por los contemporáneos de aquellos investizadores.
Aunque muchos descubrimientos t sobre el comportamiento de las partículas elementales traen como resultado hermosos modelos del orígen del universo y de la "naturaleza de las cosas", también es cierto que un cabal conocimiento de lo que ocurre dentro del átomo podría traer como resultado que el Hombre logre controlar la fusión nuclear, como ocurre en las estrellas y no en los misiles nucleares. El combustible ya no se llamaría petróleo sino deuterio, una forma de hidrógeno muy común en los océanos, con el que se pueden lograr enormes temperaturas.
En el caso de la partícula descubierta en Ginebra, además de mejorar el modelo de lo que pudo ocurrir en los primeros instantes caóticos de la formacion del Universo, también ayuda a comprender lo que ocurre dentro de la estructura de los átomos .
La física del siglo XX será recordada, como la música del siglo XIX o la pintura del siglo XVII. Los adelantos que se han logrado en este siglo acerca de la comprensión de la materia y los profundos cambios que produjeron en el pensamiento la teoría de la Relatividad y la mecánica cuántica seguramente quedarán como el gran legado de nuestro siglo para las generaciones venideras.