Especiales Semana

EN QUE INVERTIR SU DINERO EN EL 95

En medio de síntomas alentadores para la economía, los inversionistas colombianos se enfrentan a un año donde deben abundar las posibilidades y los rendimientos.

27 de febrero de 1995

POR ESTA EPOCA EN LA QUE ANTANAS Mockus ha puesto de moda la pirinola, los inversionistas en Colombia se están preguntando qué les va a traer el 95. La respuesta general es, a todas luces, alentadora: todos ganan. Al fin de cuentas pocas veces en la historia reciente del país se había comenzado un año con expectativas tan alentadoras en la mayoría de los frentes de la economía.
Para comenzar, los cálculos oficiales hablan de un crecimiento de 6 por ciento para el año que comienza, que sería la tasa más alta desde 1978. Detrás de esa cifra se encuentra un desempeño similar en los diferentes sectores de la economía, lo cual hace pensar que el empuje de los últimos tiempos se va a mantener o mejorar. El objetivo del gobierno en esta oportunidad se concentra en que el crecimiento sea más armónico. Si, para citar un caso concreto, en el pasado la experiencia demostró que a la industria le fue bien en general, pero que a los textileros no, ahora se trata de que todos tomen, como diría la pirinola.
Claro que, como de costumbre, será posible ganar más en unas áreas que en otras. En 1994, por ejemplo, le fue sorprendentemente bien a la construcción y en 1995 se espera que el turno sea de las acciones. Pero lo importante en este caso es que en las diferentes posibilidades hay indicadores positivos. Antes se trataba de saber pescar en río revuelto. Hoy, con la fuerza de la corriente, es probable llegar tranquilamente a un puerto seguro.
En estos casos siempre se le abre un gran espacio a la incertidumbre, lo cual hace imposible garantizar ciertos resultados. Así sucedió el año pasado, cuando la bonanza de la construcción parecía pronta a terminar y se suponía que el continuo flujo de capitales externos hacia Colombia se mantendría durante varios años, apalancando los requerimientos de capital del sector productivo. Tampoco se preveía la crisis cambiaria que afectó a México y, de carambola, a otros países emergentes.
Y esa no fue la única sorpresa. En materia de tasas de interés el semestre pasado trajo consigo los niveles más altos desde 1991. El apretón monetario que propició el Banco de la República, dentro de su estrategia de control de la inflación, acabó disparando el costo del dinero. Esa circunstancia inesperada acabó beneficiando a los ahorradores y perjudicando a los usuarios del crédito.
El comportamiento de las tasas de interés influyó sobre la rentabilidad de otras áreas de negocios. A mediados del año se presentó un cambio drástico en la demanda de acciones, lo cual originó un quiebre en la tendencia alcista que se había observado desde principios de la década. Aunque para la mayoría de las empresas el año resultó ser bueno, no sucedió lo mismo con el precio de sus valores inscritos en bolsa.
Tampoco le fue bien a la cartera de las entidades de crédito, que comenzo a mostrar síntomas de deterioro, especialmente aquella generada por el crédito de consumo. El aumento de los intereses y el rápido desembolso de nuevos préstamos trajeron consigo una desmejora en la calidad de la cartera. Una vez más las entidades están aprendiendo que no basta con crecer por crecer, sino que hay que saber hacerlo. Sin embargo la buena salud de la economía permite que los problemas sean manejables. Por ahora se ha escuchado una advertencia y no un campanazo de alerta.
El mercado también se vio influido por las limitaciones que se le hicieron al endeudamiento privado externo con un plazo inferior a los cinco años. Este se había disparado durante el primer semestre de 1994 porque a las empresas nacionales les resultó más barato endeudarse por fuera del país. Esa práctica resultó nefasta para las metas de devaluación del peso frente al dólar, afectando de paso al sector exportador. De manera que con el cambio de gobierno se decidió cerrar la compuerta, aunque buena parte del daño ya estaba hecho. A pesar de que los intereses internacionales empezaron a subir como resultado de la recuperación económica de Estados Unidos, eso no fue suficiente para detener el flujo de divisas hacia Colombia. En otras palabras, quienes le apostaron al dólar perdieron duro.
Con todos esos antecedentes comienza 1995. Como ya se dijo, las bases de la economía son sólidas y hay otros elementos alentadores.
Lo mejor para quienes están buscando colocar su dinero en 1995 es el esfuerzo del gobierno y de las autoridades monetarias por disminuir la tasa de inflación. Esta, por cuenta del Pacto Social, debe acercarse a la meta del 18 por ciento en el año. Si eso sucede, los rendimientos en términos reales van a ser muy atractivos para los inversionistas, gracias al escenario actual de tasas de interés, así como a las perspectivas del mercado accionario y de la finca raíz.
En lo que tiene que ver con los intereses, hay que tener en cuenta varias cosas. Después del apretón de diciembre, cuando algunas entidades llegaron a ofrecer rentabilidades de hasta 44 por ciento efectivo anual para títulos a 90 días, enero ha traído síntomas de moderación. No obstante, a pesar de estar anunciada, esa disminución es gradual y aún falta. De hecho, el nivel de las tasas es todavía el más alto de los últimos tiempos para esta época del año (ver gráfico).
Para las alternativas de renta fija ofrecidas en el mercado primario y en el mercado secundario de las bolsas de valores ya se nota una reducción de la oferta, lo que confirma la tendencia hacia la disminución gradual de las tasas. Algunos emisores ya han suspendido captaciones con el fin de esperar la llegada de un escenario más moderado. El Banco de la República se ha sumado a la baja gradual de los intereses, aunque no con la intensidad que algunos esperarían. Esta es una buena noticia para los ahorradores que quieran aprovechar por un tiempo adicional una bonanza que, en todo caso, no debe durar mucho.
Como consecuencia del cierre del crédito externo de mediano plazo para el sector privado y a que se dificulta la colocación de acciones con dividendo preferencial y sin derecho a voto en el mercado internacional, seguramente se dará un nuevo boom en la emisión de papeles comerciales y bonos ordinarios por parte de diferentes compañías privadas. Las tasas estarían ligeramente por encima de las alternativas tradicionales del sector financiero, pero la labor de las recién creadas sociedades calificadoras de riesgo le van a ayudar a los inversionistas a escoger las opciones más seguras.
Respecto de las acciones, se espera un aumento sensible de la demanda por parte de los fondos extranjeros, los fondos de pensiones y las compañías de seguros. Los precios tuvieron una caída en el segundo semestre de 1994, lo cual hace interesante comprar ahora, aunque es bueno hacerlo de manera gradual y diversificada.
La compra de tierra cercana a las grandes ciudades es la opción recomendada por los expertos en finca raíz. Al cabo de tres años del ciclo ascendente de la construcción empiezan a notarse síntomas de agotamiento. Se prevé, entonces, una disminución en los márgenes de rentabilidad de este negocio, pero no una destorcida catastrófica.
Por su parte, quien escoja los dólares debe mirarlos ahora con más respeto. La disparada de la moneda estadounidense en los primeros días del año sugiere que el cumplimiento de la meta de devaluación para el año -13.6 por ciento- es ahora bastante posible. Si a eso se le suma la tendencia creciente en los intereses internacionales, es evidente que las condiciones han cambiado. Si hace un año no se recomendaba para nada invertir en dólares, hoy es importante por lo menos mantener una porción pequeña de los ahorros en esta alternativa o alguna representativa de moneda extranjera.
Esa reflexión, aunque a la inversa, es válida también para quienes se han endeudado en dólares y están sufriendo un aumento de sus costos por cuenta de la mayor devaluación y de la subida de las tasas internacionales como el prime rate o el libor. Las nuevas circunstancias exigen más cautela que alarma ya que, a pesar del traspiés de México, hay razones de sobra para tener tranquilidad respecto de la situación cambiaria en Colombia. Las reservas internacionales netas ascendían a unos 8.000 millones de dólares al cierre de diciembre de 1994, con un panorama relativamente despejado por la iniciación de la producción de los campos petrolíferos de Cusiana y los buenos precios del café.
En conclusión, el año se presenta con alternativas interesantes y perspectivas favorables. La conjunción de ambos factores debería ayudar a los inversionistas a obtener buenos rendimientos y a la economía a conseguir la financiación que requiere su alto ritmo de crecimiento. Pero, más allá de esas consecuencias inmediatas, es importante que la coyuntura sirva para que se recupere la tasa de ahorro de la economía, la cual ha caído precipitadamente en los últimos años. En la medida en que eso ocurra, invertir dinero en Colombia no sólo será garantía de una rentabilidad adecuada sino también de solidez y respaldo. -