Especiales Semana

FRENTE A FRENTE

Los comerciantes de autopartes mueven un mercado que al año alcanza la cifra de los 2.000 millones de dólares.

8 de abril de 1996


POR LAS CALLES colombianas circulan cerca de dos millones de vehículos. Como si lo anterior fuera poco, en los últimos años entre las ensambladoras y las importadoras están vendiendo un promedio de 120.000 carros al año. ¿De dónde salen las autopartes y los repuestos necesarios para suplir esta demanda? Muy sencillo, de los 800 fabricantes y comercializadores que hoy en día atienden el segmento autopartista, un mercado que es mucho más grande de lo que la gente piensa.
Según datos de la Asociación Colombiana de Fabricantes de Autopartes =Acolfa=, en 1994 las compras de partes nacionales para ensamble ascendieron a 196.600 millones de pesos. Lo anterior significa que cada vehículo producido en ese año llevaba un promedio de cerca de dos millones de pesos en autopartes colombianas. De hecho, la industria autopartista representa cerca del 2,7 por ciento del PIB manufacturero.

LOS PRINCIPIOS
El sector de autopartes inició sus actividades en el país en la década de los 40. En un principio la industria sólo estuvo dedicada a satisfacer la creciente demanda del mercado de repuestos, tales como llantas, neumáticos, baterias y radiadores. Por lo anterior, la mayor parte de las piezas eran traídas del extranjero.
La fabricación nacional de autopartes tuvo que esperar hasta la década de los 70 para dispararse. En ese entonces el gobierno, en el marco de la politica de sustitucion de importaciones, puso en manos de Colmotores. Sofasa y loque hoy es la 7 Compañía Colombiana Automotriz =C.C.A.= la tarea de ensamblar el parque automotor nacional.
En esa época adquirieron importancia los acuerdos de integración de partes suscritos por el gobierno. Estos obligaban a las ensambladoras a utilizar cierto porcentaje de piezas nacionales en la fabricación de vehículos. Fue entonces cuando comenzó el desarrollo acelerado de la industria autopartista.
El último reglamento para las ensambladoras (decreto 440 del 8 de marzo de 1995) les exige cumplir con un Porcentaje de Compras Subre gionales =PCS=. Según la ley, el 30 por ciento del valor de las partes de los automoviles, los camperos y los vehículos para el transporte de pasajeros de hasta 16 personas deben ser producidos en colombia o en alguno de los paises del Pacto Andino. El resto (70 por ciento corresponderia al valor total importado de terceros países o CKD.
Sin embargo, tal como lo explica Camilo Llinas, presidente de Acolfa, es importante aclarar que el mercado más atractivo para los autopartistas es el de reposición. "No hay que olvidar que el poder adquisitivo de la mayor parte de los colombianos no les da para cambiar de carro muy a menudo. Por eso, donde más ganan los comerciantes de autopartes es vendiéndoles repuestos a los dos millones de carros que hoy circulan en el país".

ABRIENDO PUERTAS
La industria autopartista produce básicamente repuestos y piezas necesarias para la fabricoción de vehículos. Debido a los altos índices de tecnología requeridos en esta actividad, la aceptación de las piezas extranjeras es alta. Esta situación se refleja en la balanza comercial de autopartes, que se caracteriza por ser deficitaria (ver cuadro de balanza comercial).
Al comenzar la apertura los productores de autopartes pensaron que no iban a sobrevivir, sin embargo, no sólo vinieron malas noticias para la industria. Si bien es cierto que comenzó la importación masiva de vehículos y de partes, también la industria naacional incrementó en un porcentaje significativo sus exportaciones. Según datos de Acolfa, se pasó de exportar en 1990 casi 26 millones de dólares a sacar del país casi 90 millones de dólares en 1994.
Además, con la apertura económica aumentó la venta no sólo de vehículos importados sino también de nacionales. Según Luis Eduardo Martínez, gerente de posventa de Colmotores, las ensambladoras entre 1991 y 1993 incrementaron su pro ducción en alrededor del 55 por ciento. Y eso sí es una buena noticia para los autopartistas.
Pero como todo depende del cristal con el que se miren las cosas, no todo lo que trajo la apertura fue color de rosa. Así opina Carlos Alberto Estrada, gerente financiero de Transejes, una fábrica de autopartes, quien considera que con la apertura de fronteras aumentó desproporcionadamente la importoción del CKD. "Antes, cuando la industria estaba protegida, nosotros poníamos los precios. Hoy, las ensambladoras pueden darse el lujo de pedir el precio que desean y, para haceHe frente a la importación de vehículos, tienen que mantener bajos sus costos y eso lo logran bajando el precio de las autopartes nacionales. Así, lo único que logramos los productores es disminuir nuestro margen de utilidades".
Como las importaciones vienen a suplir básicamente la demanda del mercado de reposición, son sólo algunos los productos a los que la apertura les ha dado duro. Según Enrique Travecedo, presidente de Bujías de Colombia y de una fábrica dedicada a la producción de cinturones de seguridad y de resortes de ballestas, los que más han sufrido son los productores de partes eléctricas, frenos y bujías, quienes perdieron casi el 40 por ciento del mercado interno.

LOS DOLORES DE CABEZA
En realidad el problema para los autopartistas no es la importación sino la fabricación pirata de repuestos, la falsificación, el desmantelamiento de vehículos y, sobre todo, el contrabando. Para Teresa Muñoz, presidenta ejecutiva de la Asociación de Comerciantes de Autopartes =Asopartes=, lo peor del caso es que en el último año el gobierno ha puesto normas que en lugar de acabar con la importación ilegal han terminado por impulsar el contrabando.
En el decreto 300 del 10 de febrero de 1995 el gobierno obligó a los importadores de autopartes a cumplir con una certificación de preembarque (de calidad, cantidad y precio). Así, desde los puertos de donde se envian las piezas, una compañía certificadora autorizada por el gobierno debe darle el visto bueno al embarque. El problema: solamente dos empresas certificadoras están autorizadas. "Por eso un cargamento puede demorarse casi 25 días esperando a que la certificadora le otorgue los papeles, y esto significa un costo muygrandepara el importador", enfatizó Angel Sánchez, un importante comerciante de partes.
Pero eso no es todo, según Hernando Escobar, otro importador. Sumado a lo anterior, una vez que llega el pedido al territorio nacional "tenemos que esperar de 10 a 15 días para que la Superintendencia de Industria y Comercio otorgue una certificación de calidad a nível nacional".
A fin de cuentas, concluye Sánchez, los importadores terminan pagando cerca de 35 por ciento de puros costos extras. "Al 16 por ciento del IVA hay que agregarle el 15 por ciento de aranceles, el 1 por ciento del costo que pide la compañía certificadora y los costos financieros que significa tener los productos estancados en los puertos extranjeros un mes (que equivale por lo menos al 2,5 por ciento de interés mensual) ".
Por ello es lógico que se incremente el contrabando. Como enfatiza la directora de Asopartes, "¿quién va a tomarse la molestia de perder todo este tiempo y dinero para importar con todas las de la ley?". Para el importador Angel Sánchez, la manera de acabar con el contrabando es que el gobierno ponga a funcionar un severo control aduanero a nivel nacional y que no entre barco, contenedor o avión a Colombia sin que sea revisado minuciosamente.
Pero el contraban do es sólo una de las en fermedades. En Colombia más de 20.000 vehiculos son robados y desmantelados al año para vender sus partes como re puestos. Existen además fábricas piratas e imitaciones perfectas de repuestos que son vendidas como originales. Y como si lo anterior fuera poco, según datos de Asopar tes, un promedio de dos tractomulas que transportan autopartes son robadas cada semana. En fin, el dolor de cabeza de los autopartistas llega a alcanzar fácilmente la dimensión de una migraña.

BUENA OFERTA
Los que definitivamente no pueden quejarse son los consumidores colombianos, pues en el país existen repuestos de todas las marcas y precios imaginables. Los servicios de reposición de partes que ofrecen las ensambladoras y las compañías importadoras de carros más serias del mercado son de primera.
Sólo Colmotores posee unas bodegas de repuestos de 6.000 metros cuadrados bajo techo, con más de 70.000 referencias y con un valor de poco más de 40 millones de dólares. Y el negocio de repuestos no es para nada despreciable, sólo esta ensambladora vende al mes 5.000 millones de pesos en reposición.
En realidad, según Daniel Robledo, vicepresidente comercial de la CCA, lo que las buenas compañías deben ofrecer es un servicio de repuestos que no falle. Y eso es lo que han conseguido las ensambladoras y algunos importadores de vehículos. Por ejemplo, en el 96 por ciento de los casos, la CCA le da al cliente la pieza que necesita de inmediato.
Mientras los consumidores están felices, los fabricantes nacionales de partes tienen que enfrentar un futuro bastante difícil. Tal como concluye Fernando Reyes, vicepresidente de desarrollo industrial de Fanalca, "aquellas industrias que no puedan implementarla tecnología de punta para lograr competir con los productos extranjeros que entran al mercado nacional y, asi mismo, poder sacar parte de su producción fuera de nuestras fronteras, no podrán sobrevivir por mucho tiempo".