Especiales Semana

HOGAR Y DECORACION

10 de septiembre de 1984

ENTRE GUSTOS...
La fantasía, un recurso clave para lograr espacios acogedores.
El secreto de habitar los espacios, adornarlos, hermosearlos y convertirlos en sitios acogedores y cómodos, no escapa a los criterios de la moda, que inspirada en las más insospechadas musas, dicta normas y preceptos para comercializar y de paso para resolverle a personas inseguras el lío de decidir sobre el ambiente de sus propias casas.
El actual momento político y social ha convertido al mundo en una verdadera babel, en donde mezclas y amalgamas de culturas se concilian para compartir realidades y dejan apenas como recuerdo cualquier estilo pura en arte. Asistimos a un postmodernismo, ecléctico por excelencia, del que tampoco ha escapado la decoración, y donde el "mal gusto" se ha colocado en el trono del dictador.
Como dice el refrán, "entre gustos no hay disgustos" y ahondar en juicios de esta naturaleza es propiciar una discusión bizantina; según el profesor Francisco Umbral: "es de mal gusto casi todo lo considerado oficialmente de buen gusto. El buen gusto es la religión menor de lo burguesía que nace cuando se pierde el gusto medieval por la vida, el gusto renacentista por la cultura. Los viejos siglos tuvieron el gusto de las cosas, el gusto de vivir, sin más, pero la civilización burguesa dividió el gusto en dos: el buen y mal gusto... Lo característico de la burguesía ha sido convertir la vida en día de fiesta, entender el arte como velada recreativa, imponer al mundo una estética de domingo. Así hemos llegado a la dictadura del buen gusto, que no es sino un mal gusto estilizado". Francisco Umbral, obvia esa actitud presente de alguna manera en todas las culturas de todos los tiempos de discriminar valores estéticos, que ahora respondiendo a la moral en turno, regida finalmente por el poder adquisitivo de la gente, distingue entre lo in y lo out, como otra forma de señalar el "buen y mal gusto".
Lo cierto es que en las últimas tendencias, la decoración se inclina hacia lo que en décadas pasadas se consideraba por fuera del buen gusto, lo conocido como kitsch. Esa palabra alemana, tiene sus raíces en el anglosajón sketch, que significa boceto, era utilizada por los turistas ingleses cuando estando en Francia deseaban comprar obras de arte baratas, en español corresponde a lo cursi. Cursi es un termino que desde 1871 aceptó la Academia de la Lengua Española, se refiere a las personas que pretenden ser finas y elegantes, pero no lo consiguen y a lo que con intención de elegancia o riqueza, es ridículo y de mal gusto, y es ahí donde radica su afinidad con lo kitsch, en la simulación. Es por eso que Guatavita la nueva con su estilo "español-californiano", en su afán por inspirar la Colonia, supera a Mompox y se constituye en el conjunto arquitectónico más kitsch del país, solamente igualado por lo que en joyería representan las fantasías, en muebles las imitaciones antiguas y en pinturas y cuadros los temas patrioteros y religiosos.
No obstante, la cursilería durante los últimos años ha ofrecido las mayores posibilidades estéticas y expresivas a los semiólogos, quienes en su tarea de interpretación la consideran como la posibilidad de crear estados de ánimo, en los que la funcionalidad del objeto pasa a un segundo o tercer plano porque toda su fuerza se dirige a la exaltación de los valores estéticos.
Lo kitsch en la decoración deriva del gusto oficial que surgió después del estilo romántico y burgués del siglo pasado y aunque se inspira en gran parte en lo popular, si no es lo suficientemente costoso, corre el riesgo de quedar out y no ser más que algo "mañé" para los puristas del buen gusto. Pero como a esos personajes los consideramos "mandados a recoger", mejor recomendamos para la decoración, la fantasía como el mejor consejero para lograr un espacio tan sobrio que sea elegante y tan recargado que sea acogedor.