Especiales Semana

La cabuya

A su alrededor se han tejido tradiciones de las que aún viven miles de familias colombianas. Con sus empaques se vende el país en el mundo

Paola Andrea Cardona Franco *
24 de junio de 2006

Colombia es el mayor cultivador de fique en el mundo, que ha estado pegado a la tierra colombiana desde siempre. Su principal fruto, la cabuya, convertida en empaques, ha vendido la imagen de nuestros productos dentro y fuera del país. Con sus fibras se han hilado artesanías de gran utilidad y belleza, y a su alrededor se ha tejido una rica cultura.

Los indígenas amarraban los arcos con esta fina fibra amarilla, mientras las mujeres elaboraban con ella telas y lazos. Con el tiempo, las cuerdas se tejieron para atender la arriería y así nacieron las jíqueras, alpargatas y costales, que aún hoy se utilizan.

En el siglo XIX, el producto se torna industrial al encontrar su pareja ideal en el café. El aumento del cultivo y las exportaciones del grano demandaron más sacos, lo que llevó a crear empresas para su fabricación. Pese a los avances tecnológicos, el costal de cabuya se sigue utilizando por su resistencia, porque permite la respiración de su contenido y por una característica esencial en casos como el café: conserva el aroma. Además, en un mundo preocupado por lo ambiental, tiene la cualidad de ser biodegradable, lo que la pone en ventaja frente a las fibras sintéticas.

Razón tienen quienes la señalan como la fibra nacional. Cauca se destaca como el principal productor con el 40 por ciento del total, y es seguido por Nariño, Santander, Antioquia y Boyacá. En 13 departamentos y 72 municipios se cultiva el fique y otros tantos están incrementando las siembras para solucionar el déficit.

Se calcula que hay entre 50.000 y 70.000 familias fiqueras, que producen 22.000 toneladas de cabuya al año. Y mientras unas la cultivan, en municipios como Guaitarilla, Nariño, 5.000 hilanderas se dedican a trabajar en 1.700 telares para elaborar enjalmas y demás artesanías utilitarias. En tanto, en pueblos como Curití, Santander, la gente la peina, tintura y teje para elaborar hermosas artesanías decorativas.

Está presente en la literatura con Manuel Mejía Vallejo, que en su libro El día señalado, se refiere a ella como "una mata que se deja querer". En el oriente antioqueño, en el municipio de Guarne, se celebran las fiestas de la cabuya y tiene un himno en su honor. También es famosa esta población por la elaboración de la tapetusa, licor ilegal que, se dice, tiene entre sus ingredientes el fique.

No faltan los bautizos en nombre del producto. En San Vicente, Antioquia, se publicó un periódico llamado El Cabuyo, así como en Tame, Arauca, existe la vereda La Cabuya. También Cabuya es el nombre de un grupo de rock bumangués. Al léxico popular se han sumado cabuyería, cabuyal, cabuyero y términos similares. Hasta el apellido Cabuya existe ya.

Los usos en la vida cotidiana también han sido numerosos. Con las hojas de fique se hacen cataplasmas para la hinchazón, el jugo es utilizado para quitar la sarna a los animales, las lavanderas blanquean la ropa con él y el maguey que nace al florecer la mata se destina para la construcción de viviendas de bahareque. Últimamente se ve como artesanía decorativa, pintada de vistosos colores que la gente luce en sombreros, bolsos, mochilas y sombrillas.

En el país ya se habla de que el fique no sólo es cabuya, pues ésta representa el 4 por ciento de la planta. Para saber qué utilidad puede tener el 96 por ciento, nueve universidades en el país la estudian y se ha encontrado que su jugo contiene hecogenina, sustancia para la producción de pastillas anticonceptivas y de la cual hay escasez mundial. El interés en el tema llevó a la construcción de una planta piloto de producción de hecogenina en El Tambo, Nariño. También se habla de extraer azúcar como el manitol para el campo de los productos light así como la obtención de etanol para la elaboración de licores.

De alguna manera la cabuya ha amarrado la vida de los colombianos y además de ser un simple cultivo, es un asunto cultural. La mayor prueba de su arraigo en la gente y el país es que se manifiesta en su lenguaje, en las creencias, en el vestir, en los juegos, en la comida y hasta en lo ilícito, su legado.

* Comunicadora Social - Periodista / Universidad de Antioquia