Especiales Semana

Las 100 empresas más grandes de Colombia

Tras cuatro años de ajustes y en medio de grandes dificultades las principales compañías del país reactivan sus planes de expansión.

28 de abril de 2003

Malo al principio, un poco mejor al final, difícil para las exportaciones y duro por los impuestos. Así describen los empresarios del país el año 2002. Fue un período de muchos sobresaltos en el que las 100 compañías más grandes del país se supieron defender. Sus resultados, en general, no fueron nada espectaculares, pero si se tiene en cuenta el entorno tan adverso en que se desenvolvieron los negocios resultan bastante aceptables. Más aún, como muchos de los factores que perjudicaron los resultados de las empresas el año pasado se están corrigiendo en 2003, cabe esperar mejores números en los estados financieros de los próximos trimestres.

¿Pero, por qué fue tan duro el año 2002? Primero, porque la demanda interna arrancó muy floja. Durante el primer trimestre, de hecho, el consumo de los hogares cayó, según las estadísticas del Dane. El crecimiento del PIB fue tan bajo que los economistas empezaron a discutir si Colombia se estaba encaminando de nuevo hacia una recesión. El ánimo de empresarios y consumidores tampoco ayudaba mucho durante esos días en los que, por lo demás, el gobierno de Andrés Pastrana puso fin al proceso de paz y el país entero empezó a temer un escalamiento del conflicto.

A medida que fue avanzando el año empezaron a aparecer otros problemas más directamente económicos. Llegó una nueva etapa de desconfianza de los mercados financieros mundiales hacia la deuda de los países emergentes. En esta ocasión la turbulencia financiera llegó por cuenta de Brasil, donde el entonces candidato presidencial Luiz Inacio Lula da Silva punteaba las encuestas y asustaba a los banqueros del mundo, quienes temían que este dirigente de izquierda dejara de pagar la deuda externa.

La causa principal de los sobresaltos financieros fue Brasil, pero Colombia también 'puso de su parte'. A fines de la administración Pastrana empezó a ser evidente que no se cumplirían las metas fiscales a las que se había comprometido el gobierno colombiano con el Fondo Monetario Internacional. De otro lado, el candidato y después presidente electo Alvaro Uribe, hablaba mucho de gasto (seguridad democrática, revolución educativa), pero hasta ese momento era poco claro sobre lo que más preocupa a los inversionistas: el manejo de la deuda. Empezó entonces un período de desconfianza sobre la capacidad del gobierno colombiano de honrar sus obligaciones.

¿Cuál fue la consecuencia práctica de todo esto? La disparada del dólar, que estuvo inatajable a partir de abril. La devaluación puede ser benéfica para el país cuando es gradual y moderada. Pero cuando llega de un solo golpe es un lío para todo el mundo: para los que importan sus materias primas o su maquinaria, los que están tratando de cerrar negociaciones internacionales, los que están buscando inversionistas extranjeros y, sobre todo, quienes tienen deudas en moneda extranjera.

Los empresarios colombianos estaban en medio de una gran incertidumbre cuando se inició el nuevo gobierno en agosto. En el segundo semestre, sin embargo, las cosas empezaron a cambiar. En Brasil finalmente salió elegido Lula da Silva, quien resultó sorprendentemente ortodoxo en el manejo de las finanzas públicas. Poco a poco la deuda de los países latinoamericanos se volvió a poner de moda. De otro lado, al gobierno de Alvaro Uribe le rindió mucho con las reformas fiscales, lo cual trajo calma en los mercados financieros.

Aunque siguió habiendo problemas muy graves de orden público, la percepción de seguridad de los colombianos empezó a mejorar. También repuntó la demanda interna, al punto de que el consumo de los hogares creció 2,2 por ciento para todo el año 2002, después de haber arrancado con una caída de 0,3 por ciento en el primer trimestre.

De un momento a otro las ventas de carros, electrodomésticos y otros bienes de consumo durables empezaron a crecer a un ritmo bastante saludable en el país. Pero, como no hay felicidad completa, la incipiente recuperación del mercado colombiano coincidió con la caída del venezolano. A fines de 2002 y principios de 2003 la crisis política y económica del país vecino llegó a lo más profundo. En Colombia se sintió muy fuerte y fue una de las cosas que hizo subir el dólar en enero de este año.

Una mirada a los estados financieros de las primeras 100 empresas del país el año pasado muestra lo dependientes que se han vuelto las compañías nacionales, y sobre todo las más grandes, del mercado venezolano. La crisis del país vecino está por todas partes en los informes de resultados de buena parte de las empresas que aparecen en esta edición. Lo más preocupante es que no se ven salidas claras a un problema que en el fondo no es económico sino político, y que seguramente seguirá latente el día que Hugo Chávez abandone el poder. De ahí la urgencia de que los empresarios colombianos encuentren otros destinos para sus exportaciones. Es fácil decirlo, pero hacerlo es una tarea de años.

Otra conclusión que se puede sacar de los balances de las empresas es que el descenso en las tasas de interés del año pasado les ayudó muchísimo a sobreaguar. Lo más notable es que en medio de un período de incertidumbre financiera, con una devaluación de 25 por ciento, las tasas de interés internas no se movieron. El país pudo comprobar las bondades de un régimen cambiario flexible, que contrasta con el que había hasta hace tres años. Un año como 2002, con banda cambiaria, habría llevado otra vez las tasas de interés al cielo. Hubiera sido un desastre.

Por último, un renglón muy comentado de los balances de las empresas fue el de los impuestos. En este punto los números son bien contundentes. Una suma simple de los patrimonios de las 100 empresas, multiplicada por 1,2 por ciento, produce un cálculo muy aproximado de lo que pudieron haber pagado por el impuesto a la seguridad democrática: 800.000 millones de pesos (de los 2,5 billones de pesos que espera recaudar el gobierno). Solo EPM, que es la compañía con el patrimonio más grande, destinó 74.000 millones de pesos para este impuesto en 2002. Y eso que este fue sólo el primero de la cascada de nuevos tributos que se aprobó a fines del año pasado.

Para lo que queda de 2003 hay señales contradictorias en lo que tiene que ver con las 100 empresas. El mercado interno está estable y el dólar ya está bajo control, aunque los empresarios temen, con razón, que en los meses que vienen el Banco de la República suba las tasas de interés para contener una inflación que, por ahora, no parece demasiado grave. Los mercados financieros del exterior están más calmados y en el frente fiscal se están notando los avances. El lunar seguirá siendo Venezuela en lo que resta del año.

Pese a que el ambiente de negocios no es el mejor, los empresarios del país han vuelto a mostrar una disposición a invertir que no se veía hace varios años. Hay muchos planes de expansión en marcha tanto afuera como adentro del país. Ejemplos recientes de las inversiones en el exterior son las que hicieron Bavaria e ISA en Perú el año pasado. Estas movidas fueron las más recientes, pero no son las últimas que se proponen llevar a cabo estas y otras empresas.

En el mercado interno también se están viendo notorias inversiones. Es el caso, por ejemplo, de las que están haciendo las grandes cadenas de almacenes y las empresas de telecomunicaciones, que se describen más adelante en este informe. No hay que olvidar tampoco los esfuerzos que están haciendo los textileros y confeccionistas para aprovechar al máximo las oportunidades comerciales que se abrieron con el tratado de preferencias arancelarias de los países andinos (Atpa). Una muestra más de que la gente está volviendo a invertir es que los bancos están volviendo a prestar. El crecimiento de la cartera del sector financiero, aunque todavía es moderado, muestra una clara tendencia ascendente.

En las tablas que siguen SEMANA presenta los resultados de las 100 empresas más grandes del país, ordenadas por ventas. Las que clasifican se organizan después, según los ingresos que habían tenido en 2001 (para hallar el puesto que tenían ese año), y se analizan también de acuerdo con muchos otros criterios (activos, rentabilidad, exportaciones, generación de empleo, entre otros). Se presentan a continuación una serie de artículos que explican en qué están y para dónde van las empresas de los sectores más representativos de la economía.