Especiales Semana

Ni mucho ni poco

En materia sexual los jóvenes son más frescos y liberales pero también pecan más por ingenuos e ignorantes.

18 de mayo de 2002

La mamá de Andrea ha hablado muy poco de sexo, por no decir que casi nada, con su hija. Eso fue lo que aprendió en su casa. De eso no se habla. Ella sabe que Andrea, de 16 años, lleva alrededor de seis meses con Sebastián, su novio de 17 años. Y sospecha, a juzgar por las pocas veces que los ha visto acariciándose y besándose en la sala, que los dos jóvenes pueden tener una vida sexual activa. Sin embargo no quiere confirmarlo, le aterra indagar un poco más al respecto: "Que hagan sus cosas pero, por Dios, que se cuiden y mejor si no me entero". Por su respuesta es evidente que esta señora, que aún no cumple 40 años, no está dentro del 86 por ciento de los colombianos que están de acuerdo con hablar de sexo con los hijos ni en el 71 por ciento que les facilitaría métodos anticonceptivos para que tengan relaciones. En cambio sí podría hacer parte del 25 por ciento que les prestaría la casa a sus hijos para que tengan relaciones sexuales.

En efecto, Andrea y Sebastián tienen relaciones sexuales desde el año pasado. Como la mamá de ella llega hasta por la noche aprovechan la tarde para hacer el amor. Ambos tienen las hormonas alborotadas y por eso lo hacen un par de veces por semana en la casa de ella. Están dentro del 48 por ciento de los jóvenes entre los 12 y los 17 años que tienen relaciones en su propio hogar. Estas historias le ponen los pelos de punta a los padres de familia. Pero es una realidad que no se puede esconder ni desconocer: los jóvenes colombianos tienen relaciones sexuales. No todos y tampoco con la frecuencia de conejos que piensan los adultos. Sólo un 37 por ciento de los que están entre estas edades se masturban y la mitad de los que ya tienen vida sexual hace el amor sólo una vez al mes. La encuesta de SEMANA revela que un grupo, en particular en los estratos altos y más los hombres que las mujeres, está iniciándose cada vez más pronto en la vida sexual, es muy activo, quisiera tener más relaciones sexuales y no tiene tabúes ni complejos para hablar del tema. El 90 por ciento de los que tienen pareja estable dicen que pueden hablar sin problema de sus gustos y dificultades sexuales. Tan a gusto se sienten que no vacilan en contar sus historias en programas radiales juveniles. Sin embargo, en promedio la mayoría de los jóvenes colombianos tienen su primera relación a los 18 años. Es como si la cédula fuera la llave maestra para entrar en el complejo mundo de la sexualidad.

La precocidad parece ser el resultado de la soledad que experimentan algunos adolescentes. Ante la ausencia de los papás (bien porque trabajan demasiado o viajan con frecuencia) o de una familia que les brinde suficiente estabilidad (porque está fracturada, por ejemplo, por un divorcio) muchos jóvenes se refugian desde temprana edad en el novio o la novia y toman muy en serio su relación. Al punto de llegar tarde o temprano al sexo, no tanto por curiosidad como en el pasado, sino como resultado de ese compromiso que sienten. Eso explica porqué la última relación sexual que tuvieron 56 por ciento de los jóvenes entre 12 y 17 fue con el novio o novia. Otra prueba de la flexibilidad con la que asume esta generación el tema es que 30 por ciento del mismo grupo la última vez que tuvo relaciones fue con un amigo o una amiga. Para estos muchachos no hay límites tan estrictos ni exclusiones tajantes entre ser amigo y tener relaciones.



Cyber-sexy-nautas

Lo irónico es que mientras los padres se niegan a hablar de sexo con sus hijos la tecnología se lo pone al alcance de la mano. Antes, para ver a una mujer desnuda, había que ir con toda la valentía del caso al puesto de periódicos e invertir una buena cantidad de la mesada para comprar una revista pornográfica. Ahora con Internet un adolescente puede acceder en cualquier momento desde su casa a millones de páginas pornográficas con fotos, relatos y videos de todo lo imaginable y aun de lo inimaginable. Sin embargo no todos andan metidos en este asunto. Sólo 32 por ciento de los encuestados entre 12 y 27 años reconoce haber entrado a sitios porno en la red. Lo preocupante de este fenómeno es que el material al que acceden no contribuye a que los jóvenes tengan más claridad y conciencia sobre su propia sexualidad. Todo lo contrario, contribuye a distorsionar más sus percepciones.

Los jóvenes saben que un condón sirve para prevenir el sida y las enfermedades de transmisión sexual, pero no saben cómo utilizarlo y, en efecto, sólo 38 por ciento de los encuestados de las edades mencionadas lo usan. Entienden cómo ocurre el embarazo, pero ignoran cuáles son los días más fértiles en el ciclo menstrual de la mujer. Han oído hablar de un orgasmo, pero no están muy seguros de haberlo experimentado con su pareja. Incluso algunos tienen problemas en la relación. Un 10 por ciento, por ejemplo, dicen que siempre presentan dificultades con la erección, lo que se conoce comúnmente como 'gatillazo', y 33 por ciento reconocen que no tiene ninguno, casi ninguno o poco control sobre la eyaculación. La ansiedad por penetrar, que se ve reflejada también en el poco tiempo que dedican a acariciar a su pareja, los traiciona en el momento clave.

Si por lo general los jóvenes no hablan sobre sexo con sus padres mucho menos van a contarles estos incidentes. "A los papás les debe parecer muy tenaz saber en qué andan los hijos. A uno como hijo tampoco le gusta pensar en las relaciones sexuales de los papás", asegura Marcela, una adolescente de 14 años. Por eso, por la falta de comunicación, es que se enteran de que sus hijos son sexualmente activos cuando se presentan situaciones complicadas como un embarazo. Un riesgo siempre presente cuando 49 por ciento de los encuestados de entre 12 y 15 años no usan ningún método anticonceptivo. "Los adolescentes los conocen pero les parece que no los necesitan. Se consideran invencibles, inmortales y creen que a ellos no les va a suceder nada", dice la sexóloga Lucía Nader. Esta ingenua sensación de invulnerabilidad, de eso no es conmigo, es funesta. Según estudios recientes del Dane 20 por ciento de las mujeres entre 15 y 19 años han tenido un embarazo o un hijo. El 45 por ciento de estos casos terminan en abortos, aunque la gran mayoría de los adolescentes se declaran contrarios a esta práctica, provocados y realizados por personas poco capacitadas en condiciones de higiene inadecuadas.



Clase de sexo

El programa de educación sexual obligatoria comenzó a desarrollarse en los colegios colombianos desde mediados de los años 90. Al principio se incluyó en el currículum de las clases de biología y era dictado por los mismos profesores, quienes muchas veces no estaban en capacidad de despejar todas las inquietudes de los estudiantes. Mientras que algunos padres de familia se sintieron aliviados con esta medida, porque se quitaron un peso de encima al delegar la educación sexual en los maestros, otros se alarmaron pues consideraron que darles información sobre sexualidad a los adolescentes era invitarlos a tener sexo. Sin embargo muchos estudios realizados a nivel mundial, como los de Family Health International (FHI), han demostrado lo contrario. Este tipo de educación les ayuda a aclarar sus valores y a evitar comportamientos de riesgo que pueden conducir al aumento de enfermedades de transmisión sexual o de embarazos indeseados.

"En Colombia hay una explosión demográfica de 1.200.000 embarazos anuales, de los cuales 50 por ciento no son deseados. Estos nuevos bebés demandan una serie de servicios y atenciones que los recursos del Estado no logran cubrir en su totalidad. A esto se suma que los jóvenes que asumen una paternidad temprana afectan su desarrollo y productividad porque deben enfrentar una responsabilidad de adultos. Es una prioridad redimensionar las políticas del gobierno frente al tema", dice Alvaro Cruz, gobernador de Cundinamarca, un abanderado de la educación sexual en las zonas rurales más pobres, donde la tasa de natalidad es muy alta. En su departamento ha tratado de impulsar campañas de prevención que involucren diferentes instancias de la sociedad. Hoy la calidad de los programas de educación sexual ha mejorado notoriamente y, además de la información 'científica' en torno a la sexualidad humana, se ha logrado incluir temas que tocan el desarrollo integral del individuo. Las políticas actuales hacen mucho énfasis en vincular a los padres en los programas de educación sexual para que sean exitosos, pero al estar inmersos en una cultura que aún conserva muchos tabúes el proceso se hace complicado. No basta con aceptar que los adolescentes hagan parte de las estadísticas. Es necesario comprender que son seres sexuales desde antes de nacer y el hecho de que respondan más temprano a un comportamiento natural no debe observarse como 'bueno' o 'malo' sino como una oportunidad de conocerlos mejor y saber qué piensan para contribuir a una sociedad que en el futuro tenga adultos más felices y responsables con su sexualidad.