Especiales Semana

Pasión por la realidad

Jaime Jaramillo Uribe les enseñó a sus discípulos a reescribir la historia de una manera seria y fiel para entender el presente y construir el futuro.

Adolfo Meisel Roca
11 de diciembre de 1980

Una de mis grandes satisfacciones consiste en haber iniciado una renovación en la historiografía nacional llamando la atención sobre la historia social y de la cultura y sobre la necesidad de tener una rigurosa preparación científica para escribir historia", ha dicho Jaime Jaramillo Uribe. Pero ha hecho mucho más que eso, como se podrá imaginar cualquiera que conozca el talante, poco dado a los excesos, del profesor Jaramillo.

Con mucha razón ha sido llamado el padre de la historiografía profesional colombiana. A partir de la creación de la carrera de historia en la Universidad Nacional en 1963, bajo su dirección, esa actividad dejó de ser vista principalmente como una forma de esparcimiento para las clases altas y medias y se convirtió en un oficio ejercido con rigor y dedicación permanente por parte de historiadores profesionales. Es por ello que en la actualidad la mayor parte de la historiografía nacional la escriben autores colombianos.

En el primer grupo de alumnos de Jaime Jaramillo Uribe, en la carrera de historia de la Universidad Nacional, se encontraban muchos de los miembros de la generación que integraron lo que en la década de 1970 se conoció como la Nueva Historia de Colombia: Germán Colmenares, Jorge Orlando Melo, Hermes Tovar, Margarita González y Jorge Palacios Preciado.

Todos ellos comparten ciertos rasgos (su amplia familiaridad con archivos nacionales y extranjeros, el interés por las ciencias sociales, la formación en el exterior y cierto eclecticismo metodológico), lo cual da muestras del liderazgo intelectual y talento pedagógico de Jaramillo Uribe.

Catalizador de talentos

Muchos de los profesionales que pasaron por sus clases de historia en la Universidad Nacional y en la Universidad de los Andes no lo consideraron un buen profesor por sus presentaciones demasiado sesudas y un tanto monótonas, lo cual no quiere decir que no vieran en él un excelente maestro, de quien aprendían más en los comentarios después de clases, a través de las sugerencias y orientaciones en trabajos de investigación o tesis y por medio de las recomendaciones sobre métodos, bibliografía o archivos.

En 1973, bajo la dirección de Jaramillo, se empezó a editar en la Universidad Nacional el Anuario colombiano de historia social y de la cultura, que en la actualidad es la publicación periódica sobre historia científica con más trayectoria en el país.

Con haber fundado el primer departamento para la formación de historiadores profesionales y la revista con más prestigio en este campo, así como por haber formado a la generación de historiadores que en la década de 1970 cambió completamente la manera de ver nuestro pasado como Nación, Jaime Jaramillo Uribe tendría más que merecido un reconocimiento como pionero de la historia profesional en Colombia. Pero su aporte es aun mayor. Uno muy obvio es el de su propia producción intelectual, en la cual se destacan los libros El pensamiento colombiano en el siglo XIX (1964) y los Ensayos sobre historia social colombiana (1969 y 1989).

En su libro de 1964, y que estaba listo desde 1956, Jaramillo se propuso hacer "un ensayo de comprensión del pensamiento de algunas figuras que, por la magnitud y calidad de su obra, tuvieron en su tiempo considerable influjo sobre la opinión de sus conciudadanos y en alguna medida han continuado teniéndolo". Es la principal obra de historia intelectual del país y en ella su autor se valió de sus conocimientos en las ramas del saber que más lo atrajeron en su juventud, la filosofía y la sociología.

Contrasta su interés por la historia de las ideas con la temática que trataron Luis Eduardo Nieto Arteta y Luis Ospina Vásquez, los otros pioneros de la renovación historiográfica en Colombia. Estos dos últimos autores en su obra más importante estudiaron la historia económica colombiana del siglo XIX. Por eso, aunque de los tres libros el de mayor solidez historiográfica es el de Jaramillo, en la década de 1970 los de Nieto Arteta y Ospina Vásquez se leyeron y discutieron más ampliamente, ya que coincidían con los temas que interesaban al marxismo, que por esa época alcanzaba una amplia influencia en los medios universitarios nacionales. Hoy en día sólo el de Jaramillo sigue conservando plena vigencia.

Mirada a la Colonia

El siguiente libro de Jaime Jaramillo Uribe, Ensayos sobre historia social colombiana (1969), es el más leído de todos los que ha publicado. En buena medida ello se debe a que en esta ocasión los temas tratados, demografía indígena, luchas ideológicas en torno a la esclavitud, diferenciación social durante La colonia y relaciones entre señores y esclavos, coincidían con los intereses de la historiográfica norteamericana sobre Latinoamérica y con los de los marxistas latinoamericanos de la época. Además, la sólida documentación obtenida en diferentes fondos del Archivo General de la Nación le permitió aplicar a los temas coloniales los métodos de análisis de las ciencias sociales, como por ejemplo la demografía histórica. Hasta la fecha estos temas habían sido estudiados casi exclusivamente por los historiadores tradicionales, que estaban más interesados en la narración de los eventos considerados heroicos y la actividad administrativa de los altos burócratas.

Después de haber dejado una profunda huella en la historia intelectual y la historia social colombiana, en la década de 1970, y luego de haber investigado durante seis meses en el Archivo de Indias en Sevilla, Jaramillo se propuso hacer una contribución a la historia económica colonial de Colombia, con un libro sobre el siglo XVIII. La documentación que obtuvo en Sevilla para ese proyecto se caracterizó por la abundancia de series estadísticas sobre minería, impuestos y producción. Por razones que no están claras, el libro nunca lo escribió y de la ambiciosa investigación sólo quedan dos o tres ensayos, uno de ellos incluido en el libro Historia económica de Colombia, editado por José Antonio Ocampo. Que este proyecto no se hubiera realizado retrasó los estudios sobre historia económica colonial de Colombia con respecto a países con una historiografía menos desarrollada como Ecuador, pero que cuentan con trabajos muy sólidos sobre su economía en el siglo XVIII. Seguramente el abandono de ese proyecto por parte de Jaramillo estuvo sobredeterminado y una de las causas debió ser cierta sensación de limitación ante la magnitud del proyecto.

El análisis de extensas series estadísticas requería una familiaridad con las técnicas econométricas y la teoría económica, que tal vez no estaba dispuesto a acometer cuando ya había pasado los 60 años. En un comentario que hizo sobre su trabajo de archivo en Sevilla para ese proyecto se refleja algo de lo que tal vez pudo sentir en ese respecto: "Allí, más que en ningún otro archivo, tuve la impresión de las dificultades de la investigación histórica, de la vastedad del material que tiene que enfrentar el historiador y de la humildad y escepticismo con que debe tomar su obra".

A fines de la década de 1970 su recomendación a varios de sus estudiantes en la Universidad de los Andes que querían realizar posgrados en historia fue que lo hicieran más bien en economía y en Estados Unidos, pues allí había más dinero para becas. Con mucho sentido común y generosidad intelectual agregaba: "A su edad yo hubiera hecho eso".

En la década de 1970 también dirigió los tres tomos del Manual de historia de Colombia, 1978-1980, que fue la primera obra en la que se presentaron como conjunto los avances en la historiografía nacional realizados desde comienzos de los años 60 por la nueva historia. Aún hoy sigue siendo una de las mejores introducciones para el estudio de nuestro pasado.

Nacido en Abejorral, Antioquia, en 1917, en la actualidad Jaime Jaramillo Uribe se encuentra redactando la que podría resultar siendo su obra más leída por las generaciones venideras de colombianas y colombianos: su autobiografía. Si allí se refleja con claridad su talante moderado, de un profundo escepticismo ante el falso brillo intelectual, sin apasionamientos por ningún tipo de ideas o ideologías, comprometido hasta el final con una obra de renovación intelectual, nuestros compatriotas del futuro podrán estudiar la vida de un colombiano ejemplar nacido en el siglo XX, un siglo de excesos de los cuales aún no nos hemos liberado.