Especiales Semana

¿POR QUE ENVEJECEMOS?

Millones de dólares se invierten anualmente en investigaciones para desentrañar el misterio de este interrogante clave del rompecabezas biológico.

4 de febrero de 1985

"Desventurada condición de los hombres. Apenas el espíritu ha llegado al punto de madurez, el cuerpo comienza a debilitarse", decía Montesquieu no sin cierta carga de amargura, al comprobar el inevitable proceso de envejecimiento. "La única enfermedad", "el puerto de todos los males"... son apenas algunas de las formas camo expresan los hombres ese sentimiento de desesperanza frente a algo que, por lo menos hasta el presente, se considera irreversible: la vejez.
Mantener la vejez a distancia, prolongar la juventud y una vida saludable ha sido, sin embargo, y a pesar de que es un proceso que no sólo se marca en los calendarios, sino que se lleva en la piel, se siente en los huesos, se ve en las canas y se experimenta en el deterioro progresivo de muchas facultades, una de las preocupaciones fundamentales del hombre. Encontrar el secreto de la eterna juventud ha sido acicate para que teguas y científicos, estafadores e investigadores busquen una respuesta a esa pregunta invariablemente unida a la existencia humana: ¿por qué y cómo los hombres, los organismos en general, derivan inexorablemente hacia la debilidad y finalmente hacia la muerte? Desde mucho tiempo atrás se ha buscado la respuesta. Existe un libro aparentemente escrito en el siglo 18, en el cual se consigna una teoría nada científica acerca del por qué se envejece, además de que, se indica la forma de impedirlo. Extensa y pomposamente titulado "Hermippus redivivus". El triunfo de los sabios sobre la ancianidad y la tumba, donde se establece un método para prolongar el vigor del hombre, incluyendo un documento sobre una antigua inscripción en la que se revela este gran secreto, avalado por numerosas autoridades, el texto en cuestión sostiene que los hombres normales envejecen, porque pierden partículas vitales en cada exhalación. Su autor creyó haber descubierto la fuente de energía vital para la juventud eterna, en una inscripción de una misteriosa tumba de un hombre que murió a los 115 años. Se decía que el individuo enterrado allí vivió tanto tiempo, gracias a "la respiración de mujeres jóvenes" próximas a él. En su época, lógicamente, el tratado hizo las delicias de los hombres maduros que mostraban preferencias por jóvenes doncellas. A ésto, que no pasa de ser una leyenda, se le han sumado muchas "recetas" para mantenerse joven: dietas de todos los matices y características, baños en agua helada, traguitos de vodka o aguardiente en ayunas, muchas horas de sueño, ejercicio, ajo, cebolla, vitamina E y mil cosas más, incluyendo drogas cuya efectividad no ha sido científicamente comprobada. Una prueba de ello es lo que acaba de suceder la semana pasada en Francia. Un nuevo remedio contra la vejez que había sido lanzado a la venta en noviembre y que se había vendido como pan caliente, fue sorpresivamente prohibido por el Secretariado francés de la Salud. El medicamento, compuesto básicamente por procaína, magnesio y vitaminas H y B-5, se aseguraba que permitía al organismo retener los elementos energéticos más indispensables:
La procaína ya era conocida como un elemento que aumentaba el caudal sanguíneo, y en consecuencia favorecía una reactivación general del organismo, pero sólo podía ser asimilada por medio de inyecciones.
Gracias a la adición de sales de magnesio, la nueva píldora podía ser absorbida por vía oral y ser asimilada por el intestino. Por otra parte, esas sales refuerzan y completan la acción de la procaína.
Además, según otras hipótesis, este nuevo producto podía rehidratar los músculos, cuya pérdida de agua entre los 45 y 85 años es de aproximadamente el 10 por ciento con evidente perjuicio de su capacidad.
Al mismo tiempo, el medicamento debía actuar sobre las alteraciones de los centros nerviosos que controlan las glándulas, los reflejos y los automatismos.
Sin embargo, no cabe duda que el éxito de estas píldoras se debió principalmente a una intensa campaña publicitaria, que no vaciló en afirmar que permitía "derrotar la vejez", "curar la impotencia", "hacer desaparecer la fatiga y recuperar la fuerza".
El Secretariado francés de la Salud estimó que este medicamento no correspondía a las expectativas que desataba esa publicidad y, más importante aun, que presentaba ciertos riesgos de efectos secundarios.
En efecto, la procaína es una sustancia que provoca reacciones alérgicas muy marcadas, y que además puede ejercer la acción contraria sobre otros medicamentos, por ejemplo sobre las sulfamidas.
No cabe duda de que existe un interés general sobre el problema de la vejez y que éste está siendo abordado no sólo desde el punto de vista científico, sino desde el punto de vista social, porque no son pocos los países que tienen sobre el tapete la evidencia de que el llamado plazo demográfico, menos niños y más viejos, se está cumpliendo, y que ha llegado el momento de darle un golpe de estado a esa dictadura contra la vejez, impuesta a lo largo de los años por una carga de mitos y tabúes que ya hoy se empiezan a combatir.
"Nadie es tan viejo que no crea poder vivir otro año mas", decía en su tiempo Cicerón, evocando la memoria de su padre. Hoy esa aspiración humana está siendo apoyada por los avances de la ciencia, que intenta descubrir la clave del envejecimiento de los organismos para ponerle freno. Sin embargo, el paso del tiempo es irreversible y hasta el presente, a pesar de los ingentes esfuerzos hechos al respecto, no sabe a ciencia cierta qué es lo que hace que se produzca la vejez y cómo podría detenerse ese proceso, La ciencia y la tecnología avanzan y con ellas ciertamente la esperanza de vida de los seres humanos, pero no disminuye la desesperanza de las personas de verse abocadas irremediablemente al proceso de la edad. A pesar de casos excepcionales de longevidad, la verdad es que el promedio de vida de los seres humanos en los países desarrollados (en los del Tercer Mundo es menor), apenas si sobrepasa los 65 años.
Pero que hay viejos-viejos, los hay, y no son pocos los casos extraordinarios de personas longevas, el bíblico Matusalén es su símbolo. Actualmente, en el Cáucaso soviético, existe una comunidad cuyo promedio de edad se acerca a los 125 años. Uno de sus miembros, Markkti Tarkil, de 104 años, dice que se mantiene fuerte y sano, porque diariamente, en invierno o en verano, se da un chapuzón en agua fría; y una campesina vecina suya, Khafal Lasuria, de 130 años, quien fuma 20 cigarrillos al día y no padece enfermedad alguna, asegura que el secreto es tomarse un traguito de vodka en ayunas.
El boom de la vejez se ha hecho evidente en el sinnúmero de investigaciones que se adelantan al respecto en países como los Estados Unidos y que son objeto de la más amplia difusión en revistas de carácter científico como Discover, que recientemente le dedicó gran espacio al tema, lo mismo que otras como la National Geographic que, a pesar de que no se especializa en estos aspectos, periódicamente le abre sus páginas a problemas que tienen que ver con la salud y los avances de la medicina. Por considerar de sumo interés, SEMANA recogió varios documentos sobre el tema y resumió para sus lectores las teorías sobre el proceso del envejecimiento y el estado en que se encuentran las investigaciones al respecto.

RELOJ O DETERIORO NATURAL
Los estudios sobre la vejez, dada la alta proporción de ancianos que hay en los países, se ha incrementado en los últimos años, y naciones como los Estados Unidos destinarán este nuevo año un presupuesto de 140 millones de dólares para tal propósito, casi nueve veces más que el que se destinó en 1974.
En los últimos 150 años, el promedio de la vida humana en los países desarrollados ha aumentado en 40 años y la población mayor de 60 años va en aumento considerable, hasta el punto de que aquellos mayores de 65 componen hoy la quinta parte de la población, contra el 1% del siglo pasado y el 4% del comienzo de éste. Recientes investigaciones realizadas por el Departamento Nacional de Planeación revelan para Colombia una situación similar: el país en 20 años será un país de población mayor. Algunos datos así lo revelan. Mientras en 1973, el 4.43% de la población, es decir 1.000.100 eran mayores de 60, en 1982 el porcentaje subió al 4.72% o sea 1.223.000 habitantes, y para el año 2003 se calcula que el 7.18% de la población, es decir cerca de 2.712.000 personas estarán por encima de los 60 años, Colombia, se está volviendo vieja y las canas, las arrugas y la hipertensión ya se les notan a los casi dos millones de habitantes que han pasado el umbral de lo que modernamente se ha llamado la "tercera edad".
La tendencia mundial del incremento progresivo de los viejos comienza a inquietar a algunas sociedades en donde se han creado centros especializados en gerontología, el estudio del proceso de la edad, y en donde cada día se incrementan las investigaciones en este campo que ha venido ganando cada día más respetabilidad.
El entusiasmo que reina entre los investigadores no se debe tanto a una nueva comprensión de cómo prevenir las enfermedades que atacan en general a los viejos (demencia, cáncer, artritis, enfermedades cardíacas, etc.) o de cómo minimizar muchos de los dolores y las fallas sensoriales que acompañan un proceso normal de envejecimiento, sino a la sospecha de que se puede llegar a descubrir los mecanismos de funcionamiento de las células. Este conocimiento puede eventualmente aportarles a los científicos la capacidad de atenuar los achaques de la vejez, aunque no eliminarlos del todo, y entre los más optimistas se piensa que inclusive puede llegar el día en que se pueda retardar o detener el proceso de la edad.

En torno al tema existen dos grandes teorías, frente a las cuales los científicos del mundo se han ido alineando. Un grupo comparte la idea de que cada ser viviente tiene dentro del cuerpo una especie de reloj biológico cuyo programa se cumple de manera inexorable para determinar la vejez. Están convencidos de que, llegado un cierto momento, distinto para cada organismo, ese mecanismo bloquea cada célula o grupo de ellas cuando han alcanzado su término de vida útil. Atribuyen el fenómeno al estricto cumplimiento de un programa genético de duración celular al que nadie puede escapar.
Otro grupo considera que las células mueren o se deterioran aisladamente por un desgaste natural imprevisible y no debido a un plan genético determinado. Creen, aunque todavía no poseen pruebas suficientes que la vejez no es irreversible y que el hombre puede llegar a detener el deterioro celular y prolongar la vida más allá de los 100 años. Son los optimistas que, aunque en términos generales están de acuerdo con la posible existencia de un reloj biológico del envejecimiento, creen que, una vez localizado, podrán diseñarse mecanismos para regularlo.
En el fondo, parecería que lo que separa a los dos grupos es su posición frente a la naturaleza y ubicación de dicho reloj. Unos suponen que puede estar en el cerebro, justo en la región del hipotálamo y de la glándula pituitaria. Atribuyen el envejecimiento a la deficiente secreción hormonal de dichas glándulas endocrinas -activadas a su vez por el cerebro-, cuyas repercusiones en el organismo se traducen en un desgaste celular que envejece a las personas afectadas por tales trastornos, es decir, a la mayoría de las personas en circunstancias normales.
Otros piensan que la clave no está en la cuestión glandular solamente, ni en la producción de hormonas, sino que la principal causa de la vejez se debe a la participación del ADN, que ejerce el control genético sobre cada célula y que es allí donde se encuentra el reloj biológico, así como el programa de su duración. Unos y otros aportan datos valiosos, pero ninguno ha llegado a explicar la razón del envejecimiento y la manera de frenarlo.

MORIR...DE HAMBRE
Roy Waldford, relata la revista Discover (en un artículo sobre las investigaciones que actualmente se adelantan en los Estados Unidos para determinar por qué los organismos envejecen), está cada vez más delgado. Durante los últimos tres años ha llevado una dieta, que seguramente nunca figurará entre los best-sellers, que lo ha puesto prácticamente al borde de morir de hambre. Comiendo escasamente lo necesario para mantener su cuerpo y tomando vitaminas para suministrar a su organismo los nutrientes necesarios, está adelantando un experimento con su propio cuerpo de 60 años. Habiendo explorado formas de prolongar en animales de laboratorio, Waldford, uno de los más importantes investigadores norteamericanos en el campo de la gerontología, está probando una teoría según la cual una severa reducción de los insumos alimenticios retardan el proceso de la vejez. Este tipo de investigaciones sobre la edad -en particular sobre la desnutrición- como es llamada la dieta de Waldford, se remonta 40 años atrás, cuando el Dr. Clive Mc Cay subalimentó drásticamente unas ratas y pudo verificar que podía prolongar su tiempo de vida normal -más o menos tres años- en una tercera parte o más. En la Universidad de California, a comienzos de los 70, Waldford logró similares resultados con peces, especialmente mediante el procedimiento de bajarles la temperatura corporal. Combinando las dos técnicas en los ratones, los investigadores descubrieron que podían prolongar la vida de esos animales, aunque estuvieran en edad adulta.
Los investigadores piensan que el prácticamente estado de desnutrición o la hibernación activa pueden retardar la degeneración de las células, bloqueando los procesos bioquímicos que regularmente la producen. Waldford observó, por ejemplo, que muchas de las deficiencias del sistema inmunológico que acompaña al proceso de la vejez pueden evitarse por la desnutrición. Investigaciones adelantadas revelan que las células de las criaturas más viejas apenas son capaces de adelantar las tareas que mantienen el cuerpo en funcionamiento, tales como la asimilación de nutrientes, eliminación de desechos, reparación de daños genéticos y elaboración de moléculas de proteínas vitales. Para resumir, las células más viejas, como el organismo que ellas forman, pierden la habilidad para funcionar eficientemente.
Casi todo gerontólogo ha aventurado su propia hipótesis sobre la forma como ocurren las fallas celulares. Pero como aún no existen herramientas bioquímicas para estudiar el funcionamiento de las células dentro del cuerpo, los científicos no han superado aún la etapa de la elaboración de teorías.

ACUMULACION DE ERRORES
Una teoría, actualmente desacreditada, sostenía que la vejez era simplemente el resultado de una serie de mutaciones en los mecanismos de control de la célula, sus cadenas de ADN. Millones de estos pequeños errores ocurren a lo largo de la vida. El ADN, que controla la producción de proteínas por parte de las células, se daña con facilidad. Cuando está expuesto a factores tales como cambios en la química del cuerpo, radiación ultravioleta o toxinas, la larga doble rama de ADN puede romperse o dividirse, algunas veces perdiendo en el proceso algunas de las bases o nucleotides, que constituyen los peldaños de su estructura de escalera en espiral. La sustitución o pérdida de aun una base pequeña en un gene, puede alterar la línea de producción. De acuerdo con esta teoría, mientras más mutaciones ocurrieran a lo largo de las cadenas de ADN, la célula perdería capacidad para fabricar adecuadamente la proteína y, por consiguiente, menos apta para funcionar, razón por la cual se explicaría el gradual daño del organismo.
Pero esta teoría falla al no considerar la prodigiosa habilidad auto regenerativa de las células. En células sanas jóvenes, el ADN está siendo reconstituído constantemente por las enzimas que suprimen bases o nucleotides "incorrectos" o defectuosos y compone nuevos. Takatoshi Ishikawa, del Instituto de Cancerología de Tokio, estima que durante el transcurso de una vida humana de 70 años, las proteínas realizan cerca de 128 mil millones de trabajos de reparación. La mayoría de los investigadores piensan que es poco probable que las mutaciones puedan acumularse hasta un punto en que acaben con el organismo entero. Bernard Strehler, de la Universidad del Sur de California, sostiene que tales mutaciones no son responsables por los cambios de la edad. Piensa, por el contrario, que la vejez puede ser el resultado de un solo error en un gene clave. Por ejemplo, un error en un gene responsable de la fabricación de una enzima que puede reparar el ADN, puede conducir al fallecimiento de una línea entera de células después de varias generaciones. Esta hipótesis pertenece a la teoría que se ha denominado del "error catastrófico".

OTROS RESPONSABLES
Pero las alteraciones de las células relacionadas con la vejez pueden no ser, de hecho, el resultado de mutaciones convencionales, de rupturas en el ADN o de la supresión o mezcla de bases. Algunos científicos sugieren que agrupaciones de genes pueden de alguna forma ser acelerados después de una cierta cantidad de tiempo y empezar a producir proteínas dañinas para la célula. Inclusive hay quienes piensan que una de tales proteínas puede impedir la división celular. Durante experimentos realizados se ha podido observar que híbridos de células viejas y nuevas son incapaces de hacer copias de su ADN, un paso necesario en la reproducción celular. De aquí han concluído que las células viejas producen una proteína que bloquea la reproducción del ADN en las células jóvenes. Sin embargo, aún no se ha podido aislar esta proteína.
Otros investigadores han señalado otros elementos químicos como posibles responsables de los desórdenes en las células, incluyendo los productos metabólicos lipofucina (un pigmento graso color café) y la glucosa. La lipofucina, que se produce cuando el cuerpo procesa las grasas, se encuentra en las células y se acumula con la edad. Los científicos están de acuerdo con que las células obstruídas con el pigmento no pueden trabajar correctamente. Sin embargo, algunos sostienen que la acumulación de lipofucina no trae consigo el envejecimiento, sino que es un síntoma de que está ocurriendo.
En cuanto a la glucosa, los investigadores han descubierto que daña las proteínas, incluyendo el colágeno, el principal componente del tejido conectivo que soporta y "entreteje" las células. En un tubo de ensayo, la glucosa liga las fibras de colágeno y tal unión ha sido observada en los tejidos de personas mayores. Esto ocurre también en la cocina, por ejemplo en la piel de un pollo asado. También se ha descubierto que la glucosa puede acumularse a lo largo de la misma hélice del ADN. Con el tiempo, la maquinaria genética productora de proteínas puede ser perturbada por los depósitos derivados de la glucosa. El trabajo celular puede alterarse también por radicales libres, moléculas inestables que contienen sólo un electrón en sus células externas. Cualquier molécula puede transformarse en un radical libre por medios naturales, incluyendo el proceso corporal del oxígeno o por contacto con sustancias tales como smog o humo de cigarrillo. Algunos radicales libres están especialmente amenazados en las células, porque ellos roban electrones de átomos de moléculas biológicas antes estables, lo cual produce más radicales libres y así una serie de reacciones biológicas en cadena. Aunque éstas se producen en pequeñas cantidades continuamente y algunas son normales y necesarias para la vida, otras son permanentemente fuente de daño. Por eso hay quienes están convencidos de que los radicales libres son un factor determinante en el proceso de la edad. La suma de esas reacciones, se cree, constituye el proceso del envejecimiento o, al menos, son un factor determinante del mismo.

Otros investigadores no aceptan esta teoría y sostienen que los organismos no se deterioran de acuerdo con un estricto programa de un reloj genético, sino que los daños celulares se producen aquí y allá, en forma imprevisible, como cuando se salta un resorte o se daña un engranaje de una maquinaria.
¿Si la teoría del uso y desgaste en el nivel molecular es de hecho la primera causa de la vejez, podrán los científicos encontrar formas de proteger las células y así prolongar la vida? Muchos responden afirmativamente y están investigando las maneras de hacerlo. Los radicales libres son su blanco principal. Una clase de químicos conocidos como antioxidantes pueden impedir los efectos tóxicos de los radicales libres, haciéndolos químicamente más estables y menos sensibles a reaccionar frente a las moléculas. La vitamina E es un antioxidante, como el caroteno, una sustancia que se encuentra en los vegetales y que el cuerpo convierte en vitamina A. En los ratones de laboratorio, los antioxidantes incrementan la expectativa promedio de vida en un 20% o más y disminuyen la insidencia de enfermedades asociadas con la edad. Los escépticos, sin embargo, dudan de que los antioxidantes sean el "elixir de la juventud". Se apoyan en experimentos anteriores en los cuales se encontró que esos elementos no prolongaban la vida de células en cultivo. Otro posible retardante podría ser la limitación de la provisión alimenticia. Se cree que reducir la ingestión de alimentos puede eliminar los radicales libres en las células y prolongar la vida. Los experimentos de Walford reportan que los ratones que recibieron 30 o 40 por ciento menos calorías de lo normal, vivieron 20 o 50 por ciento más que ratones con dietas normales.
Pero no se sabe bien por qué la reducción de los alimentos conduce a tan sorprendentes resultados.

TIEMPO DE MORIR
Frente a las teorías de que la vejez es un fenómeno que se produce por los efectos acumulados en el organismo por el desgaste natural de las células, el profesor Edward Masoro está de acuerdo con quienes sostienen que la muerte está programada genéticamente. En un cierto punto de la vida, piensan, algún mecanismo es disparado tanto en las células individuales o por el cerebro, o ambos que ordena a las células que es tiempo de morir. Leonard Hyflick, jefe del Centro de Estudios Gerontológicos de la Universidad de La Florida, observó en 1961 que una población de células normales de un tejido embriónico sólo se duplicaba cerca de 50 veces en el laboratorio antes de morir. El científico anotó que esta observación es apenas un ejemplo del envejecimiento en el nivel celular más que su causa. "La división celular es sólo un proceso de la célula. No creo que las células o los seres humanos mueran, porque las células paren de dividirse, sino por cambios funcionales que ocurren antes de que se suspenda la división celular".
Otros piensan, como el Dr. Donner Denckla, que el cambio clave puede encontrarse en la secreción a lo largo de la vida por parte de la pituitaria, de una "hormona de la muerte", secreción que comienza en la pubertad. La controversia que desató su teoría lo llevó a suspender la investigación en este sentido, aunque antes, realizó un experimento con ratones, en el cual produjo algunos signos de envejecimiento en animales jóvenes, administrándoles una forma aislada de esa hormona. En otras ratas registró que había retardado los signos de la vejez, extirpándoles la pituitaria y suministrándoles otras hormonas.
Complejo como es, el envejecimiento no puede ser enteramente genético o enteramente ambiental. Un neurólogo, Caleb Finch, sugiere que los eventos que conducen al fallecimiento celular forman una cadena de interacción. Desde su punto de vista no existe ningún reloj genético. Las células en diferentes partes del cuerpo envejecen a diferente velocidad. Al mismo tiempo, señala, no hay razón para asumir que cualquier célula está exenta de interacción. Los experimentos de Finch han demostrado que la glándula pituitaria y los ovarios están íntimamente ligados. Cuando la pituitaria de una rata se extirpa, los ovarios envejecen más lentamente.
A pesar de los descubrimientos hechos en los últimos años sobre la forma como envejecen las células, los científicos aún no saben por qué algunas personas llegan sanas y robustas a los 80 años, con sus facultades visuales y auditivas sólo ligeramente disminuidas, mientras hay otros que deben recorrer un penoso camino hacia una muerte miserable. ¿Por qué, en general, las mujeres viven más que los hombres? Antes de que los científicos puedan dar una respuesta a estos interrogantes, es mucha la investigación que hay por adelantar. En la actualidad, la ciencia no tiene el secreto de la eterna juventud, ni puede ofrecer antídotos contra la vejez, ninguna poción mágica..., sólo algunos indicios sobre cuáles son los mecanismos que gobiernan ese proceso. Pero mientras descubren la fuente de la eterna juventud, el objetivo sigue siendo mejorar la calidad de la vida más que prolongarla. Muchos gerontólogos sostienen que el rol adecuado de la gerontología no es buscar la clave de la inmortalidad, sino encontrar la forma de mejorar la calidad de la vida de los millones de ancianos que pueblan el planeta.

COMO DISMINUYEN LAS FUNCIONES VITALES
Es un hecho que todas las personas envejecen. Sin embargo, no todas lo hacen a la misma velocidad. Algunas llegan a los 70 años tan vigorosas y entusiastas como lo eran a los 30. Otras muestran síntomas de envejecimiento en forma prematura. Aún en las mejores circunstancias, la mayoría de las funciones vitales disminuyen con la edad (ver gráfico). Basados en informaciones del Instituto Nacional de la vejez, el gráfico muestra el cuadro típico de disminución de las funciones que presentan los varones (no se tienen los mismos estudios sobre las mujeres), desde los 30 hasta los 70 años, en relación con actividades del cuerpo.