Especiales Semana

PUERTA GIRATORIA

El intercambio de parejas se ha visto como una solución a la rutina sexual de las parejas. Pero, <BR>¿qué se arriesga en esa aventura?

27 de septiembre de 1999


EN LA DECADA DE LOS AÑOS 80 el grupo Sandstone le puso los pelos de punta a más de un
norteamericano puritano. No faltó quien dijera que este grupo era un pequeño club al mejor estilo de Sodoma y
Gomorra, pero en la soleada California. Pero, ¿qué era lo que sucedía en este lugar que podía merecer
semejante comparación? Sencillo: sexo libre en su más variado estilo. Sandstone ofrecía una versión
posmoderna de las comunas hippies donde llegaban parejas de novios y esposos para intercambiar a sus
cónyuges o compañeros para tener una más estimulante experiencia sexual.
A pesar de que el grupo Sandstone desapareció hace algunos años su experimento ha tenido eco en varios
países, incluido Colombia, donde se vive desde hace un tiempo y en ciertos círculos la onda del intercambio
de parejas, mejor conocida como pareja abierta o mundo swinger. Se trata de parejas que, de mutuo acuerdo,
aceptan tener relaciones sexuales con otras personas, respetando unas reglas básicas de juego: ser leales al
afecto, mantener el secreto, prevenir los embarazos y no tener relaciones íntimas sin que la otra persona se
entere. Quienes la practican lo hacen movidos por la necesidad de tener nuevas y más exóticas experiencias,
por simple curiosidad o como una forma de salvar relaciones en crisis.
La paternidad colombiana del intercambio de parejas como método terapéutico para salvar matrimonios en
crisis se le atribuye al sicólogo y filósofo antioqueño Pedronel Manrique, presidente de la Sociedad
Latinoamericana de Sicología. "Yo lo he recomendado en muchas parejas que están cansadas con la rutina y
me ha funcionado en un 25 por ciento de los casos", comenta Manrique, para quien una sexualidad exclusiva
no es buena ni para el hombre ni para la mujer a menos que puedan hacer cambios importantes y
permanentes en otros sentidos en sus vidas.
Según la encuesta contratada por SEMANA, las personas con estudios universitarios siguen siendo las más
abiertas a este tipo de experiencias, al igual que los casados, quienes en un 13 por ciento de los casos
estarían dispuestos a intercambiar sus parejas. Estos intercambios se dan especialmente entre parejas que
comparten intereses culturales, económicos y sociales y por eso, según Manrique, "los clubes sociales son
un huen semillero de estos grupos".

JUGAR CON CANDELA
Las consecuencias de entrar en esta puerta giratoria son, no obstante, bastante riesgosas. Para la sicóloga
Marta Lucía Palacio, lanzarse en esta aventura sexual tiene un alto riesgo ya que "mientras algunos ingresan
con temor y salen contentos; hay quienes se retiran con sentimientos encontrados y con una rabia hacia la
persona que los llevó a vivir esta experiencia" . Es el caso de las uniones que salen afectadas cuando una
pareja se entiende mejor sexualmente con un tercero.
Aparecen entonces los temores y surge la desconfianza a que estos episodios se repitan clandestinamente.
Eso fue lo que encontraron los estudios de Masters y Johnson, expertos norteamericanos en el tema de la
sexualidad. Estos investigadores comprobaron que la mayoría de parejas abiertas resuelve terminar con su
relación porque al final nadie es lo suficientemente liberal como para compartir su ser querido y arriesgarse a
perderlo. Lo mismo opina el padre Alvaro González S.J., para quien por más abierta que sea una pareja esas
triangulaciones amorosas "no conducen a la felicidad y van a producir en ellos una confusión de sentimientos
y de principios morales" .
En contraste, en su controvertido libro El placer en la cama, el periodista norteamericano Alfred Concord
afirma que "hay matrimonios abiertos que consiguen descargarse de falsos temores y de fantasías para
sentirse más unidos porque cada uno ve al otro como alguien que le devuelve su libertad". Estas parejas,
según el autor, sienten que un intercambio le da vitalidad a la relación y encuentran un espacio para darle
salida a su erotismo sin temor a traicionar.
En medio de las posiciones encontradas de los especialistas en este riesgoso mundo Swinger, como dice el
refrán, cada quien habla de la fiesta según como le fue en ella.