Especiales Semana

REBELDES CON CAUSA

Tienen entre 12 y 17 años, quieren cambiarlo todo y nada los intimida. SEMANA exploró el mundo de los adolescentes de hoy.

22 de diciembre de 1997

Son las 8 de la noche, hora de salir a rumbear. Para divertirse hoy solo existe una condición: un lugar donde poder pasar la noche con los 60.000 pesos que han reunido entre todos, 10 amigos que están entre los 14 y los 17 años de edad. Pero antes de pisar la calle cumplen con el ritual tradicional, un abrazo entre todos para afianzar laamistad. En el bar que les gusta les cobran 200.000 pesos por sentarse toda la noche. Se levantan y encuentran otro sitio. Allí empieza la rumba, dos botellas de aguardiente y muchos cigarrillos. Aunque no son mayores de 18 usan contraseñas falsas hechas por ellos mismos para entrar a los lugares prohibidos y pedir que les vendan alcohol. Hoy no van a bailar. Todos saben quién anda detrás de quién y hay parejas que se van a cuadrar. Algunos de ellos se conocieron hace ocho días. Los hombres ya han tenido relaciones sexuales. Besos, caricias, y los cuadres quedan listos. No saben qué tanto durarán los noviazgos, eso no interesa mucho, lo importante es vivir el momento y expresar los sentimientos. El aguardiente los prende rápido -los hombres ya se han enlagunado alguna vez por exceso de trago- y entonces hablan de los otros, de las amigas o compañeras de colegio que han quedado embarazadas, de algunas que han abortado, del conocido que recientemente les confesó ser homosexual y de las fiestas en las casas donde hay mucha marihuana. Ellos no la han probado. Tampoco el éxtasis. Pero saben que muchos de sus compañeros de colegio sí, en esos bares donde les ofrecen fácilmente las pastillas, o en after partys, las fiestas después de la hora zanahoria que empezaron en casas privadas y ahora se organizan en bodegas o garajes. Allí entra quien pague 10.000 ó 15.000 pesos por el trago y la música. El valor aumenta a 20.000 pesos cuando incluye una pastilla de éxtasis. Nada de lo que viven parece amedrentarlos. El futuro sí asusta a algunos de ellos. Pronto tendrán que decidir qué estudiar y sienten la presión del examen del Icfes, la entrada a una buena universidad y el ejemplo de unos padres exitosos en su oficio, parejas de profesionales en la mayoría de los casos. Pero ahora están de rumba y toman más aguardiente. A las 11 de la noche pagan la cuenta y caminan hasta la casa más cercana. Uno de ellos se queda atrás. "¡Ah!, otra vez peleando", dice un integrante del grupo, y varios se devuelven para defender al amigo, pero no, hoy no hay pelea. Cuando llegan a la casa de uno de ellos hay varios papás esperando a las niñas. Ellas se van y ellos se quedan en la calle hablando y bebiendo. Es solo viernes, aún quedan sábado y domingo.
Estas fiestas de los adolescentes pueden resultar desconocidas para muchos padres de familia. Pero son cotidianas entre ellos y a ninguno le resulta extraña. Aunque no se comporten igual a la hora de divertirse entre amigos se sabe todo, o casi todo. En esta edad el grupo es el espacio que cada uno busca para expresar su intimidad, donde se define a sí mismo y donde comparte la mayoría de sus experiencias. Como dice Sebastián, un muchacho de 17 años, "uno empieza a tratar de crearse su propia forma de mirar el mundo. Los papás no se enteran de la mitad de las cosas que uno hace un viernes".
Por este cambio en la relación padres e hijos y por las nuevas experiencias que empiezan a vivir los adolescentes muchos adultos sufren cuando les llega el momento de lidiar con ellos. SEMANA exploró el pensamiento de los muchachos con una encuesta, en entrevistas con jóvenes y a través de quienes están en contacto permanente con los adolescentes de hoy. Todos coinciden en afirmar que el alcoholismo, la drogadicción y los embarazos prematuros no están lejos de ellos así muchos padres piensen que esos problemas solo tocan a los hijos de los demás. Como sostiene Roberto Chaskiel, siquiatra experto en adolescentes, "los papás no saben en qué mundo viven sus hijos, qué piensan sobre los distintos temas, qué hacen, qué les gusta".
No todo son problemas. Jóvenes y adultos coinciden en que los muchachos de hoy se preocupan mucho por su preparación intelectual. Después de todo son hijos de la ciencia y de la técnica y saben que la competencia es dura. También son personas más auténticas, espontáneas, con opiniones propias, que buscan ser sinceras y quieren vivir de acuerdo con lo que piensan. Rechazan las generalizaciones de la moda y los medios de comunicación, odian que los simplifiquen y lo que defienden, en últimas, es el derecho a ser distintos.
Los primeros tragos
Para los adolescentes no existe fiesta sin alcohol. Ellos mismos reconocen que uno de los principales problemas es la cantidad de trago que consumen. En varios colegios de Bogotá las sicólogas y los profesores explican que hombres y mujeres lo consumen desde los 13 años. Según cifras suministradas por la sicóloga Silvia Helena Uribe, entre la población del país el 52 por ciento se ha emborrachado alguna vez, el 44 por ciento de ellos lo hizo antes de los 18 años y el 10 por ciento de la gente que toma alcohol lo ha hecho antes de los 10 años.
Sin embargo la situación es cada vez más crítica. En varios colegios de clase media alta y alta de Bogotá hay ya jóvenes menores de 18 años a quienes sus padres han tenido que llevar a Alcohólicos Anónimos.
Para María Clara Arboleda, sicóloga experta en adolescentes, el alcohol es el tema más difícil de tratar porque la sociedad y los padres envían mensajes dobles. Por un lado les dicen a los hijos que no tomen, pero ellos mismos lo consumen en distintas circunstancias. La actitud que deben asumir, según ella, no es prohibirlo sino enseñarles a manejarlo. En general, no hay nada más atractivo para un adolescente que la prohibición. Aunque los jóvenes son conscientes de la cantidad de trago que consumen, muchos no lo ven como un problema tal vez porque está aceptado socialmente y para ellos representa una forma sana y sencilla de divertirse.
La droga, en cambio, es percibida por la mayoría de los adolescentes como un asunto de marca mayor. Según una encuesta adelantada por Invamer Gallup para SEMANA la drogadicción es, de lejos, el problema con el cual se sienten más impactados los adolescentes de hoy y lo consideran muy frecuente en los colegios y escuelas donde estudian. Como sostiene uno de ellos, "uno piensa que la droga está lejos, y no". Sin embargo a la hora de contestar sobre sus propias experiencias con drogas los muchachos son más esquivos. Les resulta más fácil hablar de otros que de ellos mismos. Varios sicólogos y terapistas coinciden en afirmar que muchos de los adolescentes que ellos tratan ya han probado marihuana y éxtasis por curiosidad. El aumento del consumo de droga no significa que los muchachos no vean en ella una amenaza. María Clara Arboleda explica que "cuando se llega a la droga hay algo mucho más profundo. Hay que pensar qué está pasando dentro del muchacho y en su familia. Este es un problema que generalmente los papás no pueden manejar solos y es conveniente pedir ayuda profesional".
Los jóvenes son conscientes de los riesgos y algunos les piden ayuda a sus padres, como es el caso de Esteban, quien a los 17 años de edad le comentó a su padre que él quería probar droga y le pidió que lo acompañara en esa experiencia porque sólo tenía curiosidad y temía que pudiera dejarse llevar por el vicio.
Por naturaleza la adolescencia consiste en salir al mundo, probar y conocer. Lo grave no es hacerlo sino no tener los valores, la formación y la solidez suficientes para escoger con qué quedarse entre todas esas cosas nuevas que ofrece ese mundo. Como dice Miguel, de 17 años, "esa campaña di no a la droga, di no al alcohol es una caricatura. Lo que hace que uno diga No, no es un aviso en televisión sino los valores que a uno le han enseñado en la casa".

Entre ellos y ellas
La virginidad no es un valor para la mayoría de los adolescentes. Aunque muchas de las mujeres creen que llegar virgen al matrimonio es ideal, no lo consideran necesario, y el 42 por ciento de ellas dice haber tenido su primera relación sexual entre los 16 y los 18 años, según datos de la encuesta sobre sexo adelantada por Invamer Gallup para SEMANA. En cuanto al concepto que tienen los hombres sobre la sexualidad la frase de Camilo, de 16 años, podría resumirlo: "Cuando un hombre se vaya a casar no le va a pedir a la mujer un certificado de virginidad".
Los jóvenes consideran que tienen la información suficiente sobre anticonceptivos y planificación familiar. Según la misma encuesta de Invamer, el 35 por ciento utilizó condón en su última relación sexual, un 5 por ciento tomó pastillas anticonceptivas y un 8 por ciento usó otro método. Aun así, el número de embarazos prematuros ha aumentado y son muchos los adolescentes de hoy que cuentan con amigos y amigas que antes de salir del colegio ya son papás. Este no es un problema exclusivo de las clases menos favorecidas. Hace apenas unos años era inconcebible que una niña embarazada continuara asistiendo a clases. En varios colegios tradicionales de Bogotá hay hoy niñas que tienen varios meses de embarazo. A pesar de lo traumático que pueda resultar para la niña y para sus compañeros los sicólogos no dudan en afirmar que es la mejor opción tanto para la joven como para el bebé.
Sin embargo no todos optan por ella. Una joven de uno de los colegios más reconocidos de Bogotá que quedó embarazada a los 14 años decidió abortar. Aunque lo hizo con el apoyo y el consentimiento de sus padres y de su novio el impacto que le causó el aborto fue tan profundo que ha necesitado ayuda profesional para superarlo.
Según los expertos, esta es una generación que está muy expuesta a los estímulos de los medios de comunicación y manejan la información técnica suficiente pero no han tomado conciencia sobre la relación de pareja como tal. "El adolescente funciona en el mundo externo. Tiene mayor información sobre la sexualidad. Hay más posibilidades de sexo, pero todo esto no es proporcional con la calidad de la relación. Hay más encuentros casuales", afirma René Sulié, médico sicoanalista.
La exposición más temprana a todo este tipo de cosas también tiene su lado bueno. Ha llevado a muchos jóvenes a aprender a conocer las diferencias y cultivar la tolerancia frente a personas con problemas como el alcohol, la drogadicción o un embarazo precoz. Esto les ayuda a tomar conciencia sobre sus propios riesgos y posibilidades. "No hay que creer que las cosas están muy lejos. Cuando se acercan lo golpean a uno mucho, como cuando comencé a ver amigas mías embarazadas", dice Adriana, de 17 años."
Lo importante, dice María Clara Arboleda, es que los adolescentes y los propios padres entiendan el sexo como parte del desarrollo individual. No se trata simplemente de acostarse con alguien. Lo que importa es crear relaciones de pareja". Es por esto que los padres deben crear espacios para conversar con sus hijos sobre el sexo más allá de las consabidas advertencias sobre los riesgos de un embarazo o de un contagio de sida. "El discurso del miedo tampoco es sano. Los jóvenes tienen es que aprender a valorar el sexo y a disfrutarlo en pareja", afirma Arboleda.
Un punto a favor es que la relación entre hombres y mujeres es ahora más natural. Adultos y jóvenes sostienen que las niñas son más espontáneas que antes, más tranquilas y genuinas en su interrelación con los hombres. Aunque piensan que queda algo de machismo tanto en hombres como en mujeres. Como dice Daniel, de 14 años, "no entiendo por qué las mujeres se sienten usadas. Me da rabia la expresión ese tipo me embarazó. Después de todo fue una decisión de los dos". Sin embargo reconocen que efectivamente los padres son menos autoritarios con los hijos que con las hijas, sobre todo cuando empiezan los permisos para salir en la noche y los primeros noviazgos. De hecho, la encuesta de Invamer muestra que la mayoría de las veces las relaciones del padre con las hijas se deterioran cuando aparece el primer novio y tal vez por esto las mujeres están más expuestas a mentirles a los padres.
Los queridos viejos
Que los muchachos no hablen todo con sus padres no significa que quieran sacarlos de sus vidas. Lo que ellos buscan es redefinir esa relación. De hecho, cuando se les preguntó cómo les gustaría pasar más tiempo con los padres, el 50 por ciento contestó que en actividades en familia. "Realmente los papás quieren ser los mejores amigos de uno, pero el papá es el papá y el amigo es el amigo", dice Fernanda, de 17 años.
Uno de los mayores temores de los adolescentes es defraudar a los adultos. Muchos sienten que sus papás quieren que sean perfectos y que les exigen demasiado. Es por eso que en ocasiones les mienten o hacen exactamente lo contrario de lo que sus padres esperan de ellos. Es una forma de llamar la atención de los mayores y de reprocharles la forma en que se relacionan con sus hijos. Lo que los adolescentes piden es dejar de idealizarse los unos a los otros y establecer una relación basada en la confianza, en la cual se reconozcan las fortalezas y las debilidades del otro. Muchos padres temen contarles a los hijos lo que sienten y lo que piensan, sus propios miedos, angustias e incertidumbres, pero sí piden que los jóvenes confíen en ellos y les cuenten sus cosas. "La única manera de lograr una relación auténtica es creando desde el principio la confianza suficiente para que entre padres e hijos se pueda hablar de cualquier tema, no importa qué tan grave sea. Y eso solo se logra involucrando también a los hijos en las inquietudes y las decisiones de los padres y respetando lo que los jóvenes sienten y piensan", dice Arboleda. La falta de respeto por sus cosas es considerada por los adolescentes la peor traición. "Mis papás siempre la terminan embarrando conmigo. Yo les cuento cosas y después las termina sabiendo todo el mundo", dice Juliana, de 15 años.
La mayoría de las discusiones cotidianas entre padres e hijos se presentan porque los muchachos sienten que no les dan la libertad suficiente, por ejemplo, a la hora de darles permiso para salir a divertirse con los amigos o que los controlan demasiado en asuntos como la escogencia de sus amigos.
Los muchachos se quejan de que, en general, los papás desconfían de ellos injustificadamente, consideran que no tienen nada que opinar y no respetan sus gustos y sus intereses. Lo que más les molesta es que no los tomen en serio cuando quieren hablar de sus sentimientos. Muchos reclaman un mayor espacio para su intimidad y piensan que el excesivo autoritarismo impide la comunicación porque los padres quieren controlar permanentemente sus vidas. "Como no me dan la libertad, entonces yo me la tomo. Ya se me volvió costumbre", dice Juanita, de 15 años. Tener espacios propios es definitivo para los adolescentes y tienen en muy buen concepto los colegios donde no pueden ser ellos mismos, a pesar de las normas. "Los papás de hoy pasaron de la palabra 'no' de sus padres al 'cuídate', pero su actitud sigue siendo controladora más que orientadora", explica Chaskiel.
Ahora bien, no se trata de evitar el conflicto, por el contrario, la buena comunicación y la confianza deben llevar a padres e hijos a hacerle frente a los problemas. Según Elsa Martínez, sicóloga del colegio Rochester, "uno puede tener un buen raciocinio con un muchacho, una buena conversación y análisis siempre y cuando sea individual. El adolescente de hoy es más crítico y se le ha dado más derecho para opinar".


¿Y despues que?
Muchos jóvenes temen repetir cuando adultos los errores de sus padres, pero también saben que de los buenos consejos de ellos depende el futuro. Por lo general no piensan en el día de mañana, viven el aquí y el ahora. Tienen inquietudes por su vida, pero no respuestas a estas inquietudes, tal vez porque en el mundo que los rodea hay mucha incertidumbre. Sienten una presión social muy alta por ser buenos profesionales, estudiosos, exitosos y con plata. El matrimonio y los hijos los proyectan para después de una estabilidad económica y profesional. Quieren tener muchas experiencias antes de fijar una relación o de comprometerse con el hecho de ser padres. Tanto hombres como mujeres consideran, también, que pueden vivir la vida solos si no encuentran a la persona indicada para ellos.
Aun así este éxito parece esquivo para algunos cuando reflexionan sobre el país porque a veces no ven muchas oportunidades. El futuro, para algunos, depende de las buenas relaciones y de las 'palancas' para conseguir un buen puesto. La mayoría de los hombres quisiera salvarse de prestar el servicio militar porque lo consideran inútil.
Les asustaría llegar a ser unos adultos sin historias por contar, haber perdido oportunidades de experimentar en la vida porque, como dice Natalia, de 17 años, "uno se siente con la posibilidad de todo. Uno siempre tiene una proyección en grande. En el fondo uno no quiere arreglar el país, uno quiere cambiar el mundo".
Pero, sobre todo, los adolescentes sienten que el principal obstáculo para tener una buena relación con sus padres y con sus mayores es que éstos los subestiman. Piensan que la sociedad y los adultos en general reducen sus problemas a la falta de rendimiento en el estudio, los vicios y el sexo, y desconocen totalmente lo que piensan y sienten, que es lo que a ellos realmente les importa. Como dice Claudia, de 16 años, "cuando uno siente es de verdad, pero los mayores nos simplifican los sentimientos. No entienden que yo también me deprimo por mis cosas, las que para mí son importantes. Si yo me deprimo es como una depresión de un hombre de 40 o de 60 años, pero como creen que todavía no soy grande, entonces lo que siento no es importante".
Es en ese momento en el que se rompe la relación entre padres e hijos y cuando surgen el grupo y los amigos como el único afecto en el que los adolescentes pueden confiar. La subestimación de los adultos y su tendencia a simplificar y menospreciar las cosas de sus hijos lleva a muchos jóvenes a ser aun más introvertidos y a buscar ser más diferentes para demostrarles a los mayores que son capaces de construir un mundo propio en el que no necesitan de ellos. En palabras de Laura, de 15 años, "nosotros no somos la generación X o Y. Somos simplemente personas que, aunque sabemos que estamos creciendo y nos falta mucho por aprender, pensamos, tenemos sentimientos, nos gusta que nos oigan y sobre todo que nos respeten nuestro derecho a buscar nuestra propia identidad".

La adolescencia en cifras
Relaciones con los padres
La encuesta de Invamer Gallup contratada por Semana muestra que a los adolescentes les gustaría conversar un 25 por ciento más de tiempo con sus padres. Mientras más alto es el nivel económico de la familia más contacto piden los adolescentes con sus progenitores.
Un hijo de padres casados tiene un 29 por ciento más de probabilidades de vivir casado en un futuro que uno de padres solteros o separados. Cuando una pareja se separa el hijo pierde un 60 por ciento de soporte paternal.
Entre los 15 y los 17 años la relación con los padres se deteriora en un 10 por ciento con respecto a la relación durante los 12 y los 14 años de edad.
Futuro
El 71 por ciento de los adolescentes quisiera vivir casado en el futuro, un 17 por ciento viviría en pareja pero sin casarse, un 5 por ciento quisiera tener solo relaciones temporales y otro 5 por ciento espera no involucrarse nunca sentimentalmente. En cuanto a los hijos, un 60 por ciento de los muchachos quisiera tener dos, un 17 por ciento solo uno y un 7 por ciento tres.
Un 91 por ciento de adolescentes considera que los matrimonios deben luchar hasta el final por mantener la unión, mientras un 18 por ciento piensa que la pareja debe reconocer sus problemas rápidamente y separarse.
Creencias y valores
El 97 por ciento cree en Dios, y de ellos el 84 por ciento piensa que El los premia. El 60 por ciento de los adolescentes cree en la vida después de la muerte.
La autoestima es la cualidad principal que deben aprender, según la opinión del 92 por ciento.
Droga y alcohol
El 59 por ciento de los adolescentes dice haberse emborrachado, y de ellos el 27 por ciento lo ha hecho una vez, el 17 por ciento dos veces, el 7 por ciento tres y el 9 por ciento cinco o más.
Según los resultados del segundo estudio nacional sobre el consumo de sustancias sicoactivas, realizado por la Dirección Nacional de Estupefacientes en 1996, los nuevos consumidores de marihuana están entre los 12 y los 17 años de edad, la mayoría hombres. En comparación con los resultados del mismo estudio realizado en 1992, el 74 por ciento de los nuevos consumidores de alguna sustancia ilegal son hombres entre los 12 y los 17 años.


PARA QUE LOS PADRES pasen por la adolescencia de sus hijos sin mayores traumatismos y puedan acompañarlos en esta etapa de crecimiento los expertos recomiendan, primero que todo, no tener una actitud negativa hacia la adolescencia misma y dejar de pensar que un hijo adolescente es un castigo. Segundo, no comparar la juventud de las dos generaciones y tampoco con las situaciones que viven los hijos de los demas. En las relaciones padres e hijos no existen recetas que les sirvan a todos porque cada familia desarrolla dentro de si su propia forma de tratarse.
Aun asi existen consejos generales que siempre ayudan. Estos son algunos de ellos:
* Ser autocriticos y tratar de entender a los hijos, de comunicarse con ellos antes que intentar controlarlos.
* No tratar de ser perfectos. Los adolescentes no esperan que sus padres lo sepan todo o nunca se equivoquen. Solo que los oigan, los respeten y no los subestimen.
* Respetar los silencios de los hijos. No deben obligarlos a hablar cuando ellos no quieren hacerlo.
* Lo que mas desespera a los adolescentes es la cantaleta. Los padres deben evitarla. Entre mas repitan las cosas mas pierden su efecto.
* Generar confianza. Es la unica manera de construir una relación sólida. Si los hijos mienten una vez debe darseles una segunda oportunidad. Cuando los padres demuestran que creen en ellos les sera mas dificil volver a mentir. Deben hablarles a los hijos de sus propios problemas, de sus sentimientos, de lo que les inquieta. Si los padres no cuentan lo suyo no pueden esperar que los hijos les cuenten lo que a ellos les sucede.
* No evitar el conflicto. Darles la cara a los hijos. Los padres no deben creer que las cosas malas les suceden unicamente a los hijos de los demas.
* Los padres no deben ser un agente promotor de miedo en temas como droga, sexo o alcohol. Estos asuntos deben tratarse abiertamentes no con advertencias.
* No crearse falsas expectativas sobre lo que quieren de sus hijos en el futuro. Deben respetar sus gustos e intereses.
* No subvalorar las relaciones sentimentales de sus hijos. Para ellos es lo mas importante y esperan que los padres las entiendan y respenten.
* La pareja debe ponerse de acuerdo sobre cómo manejar a sus hijos. Mandar señales encontradas los desorientara aun mas. Si no logran ponerse de acuerdo diganselo a los hijos. Les enseñara a respetar las diferencias.