SE RETIRA EL ZAR DEL CAFE
Con el retiro de Arturo Gómez Jaramillo de la Federación, termina una era en la historia cafetera colombiana.
"El zar del café" fue el nombre con el cual el periodista del "New York Times" Nathanael West, describió una vez a Arturo Gómez Jaramillo. Cobra aún más actualidad esta comparación con el Kremlin, cuando coincide la fecha de un relevo de poder en éste con el cambio de guardia en la Federación Nacional de Cafeteros. La continuidad y estabilidad de ambos es comparable. Dos gerentes ha tenido la Federación en cerca de 50 años: Manuel Mejía y Arturo Gómez Jaramillo.
Antes de ellos, durante un breve período, lo fue don Mariano Ospina Pérez. Desde 1934 hasta 1958, el café estuvo inextricablemente unido al legendario Manuel Mejía. Veterano de tres quiebras antes de ser nombrado en ese importante cargo, con una mezcla de malicia indigena y un talento innato para los negocios, don Manuel Mejía fue una institución para toda una generación. A su lado se formó Arturo Gómez Jaramillo, hombre tímido, prudente, parsimonioso y en cierta forma enigmático que ha estado al frente de la Federación durante un cuarto de siglo. Seis hombres han sido presidentes de Colombia en este lapso. Diecisiete ministros de Hacienda, comenzando por Antonio Alvarez Restrepo en 1958, han tenido que negociar con él. Y en el Brasil, el sillón de su contraparte, la presidencia del Instituto Brasilero del Café, ha sido ocupada por quince personas en el mismo espacio de tiempo.
Paradójicamente, por razón de su temperamento discreto y reservado, este hombre, sobre cuya cabeza ha gravitado todo el peso del manejo de la primera industria colombiana durante un cuarto de siglo, es más conocido y admirado en el exterior que en su propia patria. En las conferencias internacionales, en el seno de la Organización Internacional del Café, la voz de Colombia pesa más que cualquier otra, no tanto por sus votos como segundo productor, sino por el respeto que tiene la comunidad cafetera internacional por quien es considerado unánimemente el más veterano de sus dirigentes. Su menuda figura ha estado presente en todas las prolongadas sesiones de negociación de los acuerdos cafeteros. Al igual que en privado, en éstas habla poco. Prefiere escuchar. Pero cuando finalmente emite una opinión, su concepto es generalmente la última palabra.
APLOMO Y BUEN JUICIO
Nació en Manizales el 20 de septiembre de 1915. Su padre fue don Enrique Gómez Latorre, patricio caldense, con una brillante hoja de servicios a su departamento y a la ciudad, y su madre doña Carmen Rosa Jaramillo, distinguida dama de la sociedad manizaleña.
En el año de 1936 su padre, don Enrique Gómez, luego de haber ejercido la gobernación de Caldas, se trasladó a Bogotá donde fijó su residencia y se desempeñó como administrador del periódico "El Liberal" que dirigía el doctor Alberto Lleras Camargo; Gómez Jaramillo estaba ya en la capital matriculado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional donde obtuvo su título de doctor en derecho y ciencias políticas y económicas el 7 de noviembre de 1940. Ya profesional, regresó a Manizales en donde desempeñó los cargos de juez civil y juez superior. Elegido concejal fue rápidamente elegido presidente de este cuerpo.
De esos años y de su actuación como concejal da testimonio Antonio Alvarez Restrepo, quien ocupaba también un escaño en el cabildo manizalita: "desde esa época me ha sorprendido y admirado siempre en Arturo Gómez Jaramillo su buen juicio, su aplomo, su discreción y su sagacidad intelectual para identificar en cada problema el aspecto más importante"
Su vinculación con la industria cafetera se inició el 22 de marzo de 1944 como secretario del Comité Departamental de Cafeteros de Caldas, cargo en el que sucedió a su condiscípulo y amigo Hernán Jaramillo Ocampo.
En septiembre de 1945 fue llamado por el gerente de la Federación, don Manuel Mejía, para desempeñar el cargo de secretario general de la Federación, a cuyo frente estuvo hasta el mes de abril de 1948, cuando don Manuel decidió enviarlo a Europa como representante de la Federación con sede en la ciudad de Bruselas, Bélgica, en donde permaneció hasta el mes de noviembre de 1957.
De Bruselas regresó a Colombia como asistente del gerente --gerente auxiliar--, cargo para el cual lo había designado el Comité Nacional de Cafeteros desde el 19 de septiembre de 1957 y en él permaneció hasta el 12 de febrero de 1958, cuando la Conferencia Cafetera Nacional lo nombró gerente general encargado, por la muerte del titular, don Manuel Mejía, nombramiento que ratificó el XX Congreso Nacional de Cafeteros el 17 de octubre de 1958.
Dice el doctor Antonio Alvarez Restrepo que el éxito de la Federación en los últimos 24 años ha dependido en muy buena parte del temperamento del doctor Gómez Jaramillo, de su excelente buen juicio, de su inteligencia y sabio manejo de la concertación. Su secreto radica en saber escuchar a cada una de las partes en concierto, otorgar a los planteamientos que se hacen la atención requerida y conducir los acuerdos sin perder la capacidad directiva. Arturo Gómez Jaramillo maneja las situaciones más complejas y concilia las opiniones sin olvidar que la responsabilidad final es de él. "Es depositario también de ese raro don de la discreción y por eso siempre dice la última palabra sin producir en quienes lo escuchan ningún resquemor. La fortaleza de los fuertes siempre crea resistencias, pero Gómez Jaramillo ha sabido ostentar la plenitud del poder sin producir nunca rechazos. Siempre ha sido el gran señor, idéntico a sí mismo, cultor y dueño de un rico universo interior que lo mantiene incólume en los avatares que es necesario sortear en la existencia, máxime cuando la Providencia lo ha colocado en una posición de tánta responsabilidad como la suya", dice Alvarez Restrepo.
EL COMIENZO DE UNA ERA
Puede decirse que con la llegada de Arturo Gómez Jaramillo a la gerencia de la Federación comienza para la industria cafetera colombiana la era de los acuerdos internacionales. Diplomático y negociador nato, sacó el mejor provecho de su permanencia en la oficina de la Federación en Bruselas para profundizar en el conocimiento del mercado cafetero internacional, los gustos y hasta los caprichos de los distintos compradores; y para valorar las calidades del grano, a través de los matices a veces sutiles del gusto.
Cuando en 1958 el gobierno nacional y las autoridades cafeteras lo designaron como delegado de Colombia al grupo de estudio del café en Washington -organismo que prepararía el campo para el Primer Acuerdo Internacional del Café- no podía haber efectuado mejor elección. En este grupo, Gómez Jaramillo desplegó toda su habilidad diplomática, puso en juego su ya profundo conocimiento de los problemas de la industria no sólo a nivel nacional sino mundial y ordenó todo su esfuerzo a comprometer al mundo cafetero --productor y consumidor--, en la consecución de un mecanismo que disciplinaría el mercado para beneficio de todos.
En 1962 asiste en Washington como primer delegado alterno a la comisión de CIES, encargada de gestionar ante las autoridades norteamericanas la eliminación de las restricciones impuestas al consumo del café. Ese mismo año, en el mes de julio, asiste también como delegado de Colombia a la conferencia de las Naciones Unidas sobre café.
En 1963, cuando el presidente Kennedy puso en marcha su política para Latinoamérica de la Alianza para el Progreso, Gómez Jaramillo fue nombrado por el gobierno colombiano para integrar la comisión representativa de nuestro país.
La obra maestra de Arturo Gómez Jaramillo en el campo de la actividad cafetera internacional la constituyen, sin duda alguna, los acuerdos internacionales del café. El fue uno de sus principales gestores y a su tesón, a su indiscutible talento diplomático, a su conocimiento exhaustivo del comportamiento de la industria cafetera en la totalidad de sus fases, a su conciencia de lo que esta industria entraña y significa para la vida de los países en vía de desarrollo, se debe el que hayan subsistido y permanecido no obstante las agudas crisis por las que han atravesado. Su aceptación después de su renuncia a la gerencia general del cargo como embajador volante para asuntos cafeteros, garantiza, en realidad, que seguirá orientando la política internacional del grano.
Otro de sus logros en el mercado cafetero internacional lo constituye la unificación de la calidad del café colombiano, la uniformidad en su presentación. Con esto se consiguió una identidad de nuestro grano para destacar su presencia a los ojos del comprador en los distintos países consumidores.
En cuanto se refiere al manejo interno de la industria cafetera, las tareas más relievantes del doctor Gómez Jaramillo han sido las del fortalecimiento y la organización de los Comités Departamentales de Cafeteros, con el fin de conseguir de los estamentos de base de la organización gremial, respuesta adecuada a las necesidades de una industria en desarrollo creciente y a las aspiraciones de los colombianos vinculados a ella.
También la comercialización interna de las cosechas, la adecuación y agilización de los mecanismos de financiación; la ampliación y modernización de la capacidad del almacenamiento del grano, y la extensión de los servicios básicos a zonas cada vez más vastas de la actividad cafetera.
El pensamiento cafetero de Arturo Gómez Jaramillo señalará por mucho tiempo derroteros claros y seguros para el manejo de la industria tanto dentro del país, como en el campo internacional.
Nadie ha ido más lejos, ni nadie en el país conoce mejor el manejo de una empresa de la cual depende en buena parte el destino de la nación.-