Especiales Semana

TURISMO

23 de abril de 1984

POR LOS CAMINOS DE COLOMBIA
Cuatro rutas pueden escoger los turistas que quieran recorrer el país.
A partir de Bogota, centro vial de Colombia y escala obligada de la mayoría de los viajeros internacionales, se originan cuatro rutas principales. Hacia el sur se llega al Tolima, Huila, Valle del Cauca y los Andes del sur. Hacia el norte se encuentran Boyacá, los Santanderes y la Costa Atlántica. Hacia el noroeste se hallan el Magdalena Medio, Antioquia y la zona cafetera. Hacia el oriente se abren desafiantes los Llanos Orientales y la selva amazónica.

EN BUSCA DE LA CRUZ DEL SUR
La primera escala de importancia es Girardot. Una alternativa nos lleva por Fusagasuga, Boquerón y Melgar poblaciones repletas de veraneaderos a lo largo de la carretera, meca del turismo masivo de la capital. Las piscinas son la materia prima de la industria turística de esta región situada en el valle del río Sumapaz. Es una zona de gran congestión, sobretodo entre Boquerón y Girardot, rodeada por una región agrícola con menos veraneaderos pero con paisajes mucho más interesantes. La otra alternativa consiste en tomar la carretera que baja por La Mesa y Tocaima, veraneaderos que conocieron una mejor época cuando estaba de moda bajar en tren a tierra caliente. Esta ruta es más larga, pero ofrece un paisaje más imponente. Quienes busquen las piscinas las encontrarán más que todo en Tocaima. Otra alternativa más elaborada incluye una caminata entre Bojacá, en el borde de la Sabana de Bogotá, y La Esperanza, de donde es muy fácil desplazarse a La Mesa.
En Girardot se abandona definitivamente el departamento de Cundinamarca y comienza el Tolima. En Flandes, al frente de Girardot, se prepara el mejor viudo de pescado según la tradición. Quince minutos después se llega a El Espinal, ciudad de gran importancia agrícola, donde la ruta se bifurca. Derecho se llega a Ibagué. Doblando a mano izquierda el viajero se adentra por el sur del Tolima y por el Huila, remontando el valle del Río Magdalena.
Ibagué, llamada la "capital musical de Colombia", puede servir de base para realizar excursiones de gran interés. Entre ellas se destaca una visita al Parque Natural de los Nevados, una reserva natural enmarcada por las cinco cumbres nevadas del Tolima, Santa Isabel, Quindío, El Cisne y Ruiz.
Al llegar a Ibagué, la Cordillera Central comienza a manifestarse en todo su esplendor. Siguiendo la ruta hacia el Valle, comienza el duro ascenso de "La Línea" que lleva hasta Armenia. En Armenia se puede visitar el museo Arqueológico, donde se exhibe una interesante colección de objetos de la cultura Quimbaya. Armenia, conocida como la "Ciudad Milagro" por la cantidad de veces que fue reconstruída, es un centro cafetero de gran importancia.
Siguiendo la ruta hacia el suroeste, pronto termina el Quindío. Ya en el departamento del Valle se pasa por Caicedonia y Sevilla, dos poblaciones de gran actividad comercial. La geografía comienza a hacerse menos accidentada y luego de la curva del Violín, comienza el Valle del Cauca una de las regiones más prósperas de Colombia. En el Valle comienzan a verse las grandes plantaciones de caña de azúcar y los ingenios donde se refina el azúcar. Entre otras ciudades se destacan Roldanillo, por su museo dedicado a la obra de Omar Rayo, Tuluá, Buga, famosa por sus reliquias de arte religioso y Palmira, una próspera ciudad que aún conserva su sabor antiguo.
Cali es tal vez la ciudad más cívica de Colombia. Es además uno de los centros industriales y agrícolas más importantes del país. Es famosa la Plaza de Caycedo, en el corazón de la ciudad. Otros sitios de interés son la Avenida Colombia, un verdadero jardín de ceibas y guaduales que sigue el curso del río Cali; el Museo de Arte Moderno de la Tertulia, el teatro al aire libre de Los Cristales, la torre Mudéjar, el Templo de la Merced y la Capilla de San Antonio.
Pero si Cali es agradable de día, de noche se convierte en una verdadera fiesta que le ha hecho ganar el apodo de la "sucursal del cielo". Cali es famosa por sus discotecas y sus habitantes tienen fama, "de Colombia a Panamá", por ser los mejores bailadores de salsa.
Desde Cali se inicia la ruta que lleva al Océano Pacífico. Un desvío por Dagua y Loboguerrero nos lleva al lago Calima, un embalse enclavado en medio de la Cordillera Occidental donde se pueden practicar gran variedad de deportes acuáticos. Una vez visitado el lago, se sigue bajando la cordillera hasta llegar al puerto de Buenaventura. A partir del puerto se realizan varias excursiones por mar a los balnearios de La Bocana, Juanchaco y Ladrilleros, verdaderos paraísos donde resalta el trabajo de las olas que a lo largo del tiempo han tallado islotes y acantilados.
Otra vez en Cali seguimos la ruta del sur. Pronto se entra en el departamento del Cauca, donde el valle se adentra hasta la población de Santander. Allí comienza a quebrarse el paisaje y la carretera empieza a serpentear entre colinas. Con un poco de suerte puede verse la cumbre nevada del Huila. Al llegar a Piendamó el viajero puede aprovechar para desviarse y visitar Silvia, un poblado indígena donde los Guambianos lucen sus trajes llenos de colorido y donde es posible adquirir artesanías.
Popayán, destruída parcialmente por un terremoto, es una ciudad que asiste en la actualidad a un proceso de reconstrucción acelerado que guardará sus valores antiguos. Quien visita Popayán hoy día se encuentra con una ciudad en plena efervescencia. Algunos edificios de interés ya han sido restaurados y en la mayoría de las ruinas se está trabajando. Popayán celebrará este año su tradicional Semana Santa y su mundialmente famoso festival de música religiosa. Para ello cuenta con la mayoría de sus hoteles que funcionan normalmente y con varios templos que estarán listos en Semana Santa para recibir a los fieles y a los melómanos. A partir de Popáyán se puede visitar el Parque Natural del Puracé y la región de Tierradentro, más accesible desde el departamento del Huila. Si se sigue hacia el sur se llega al departamento de Nariño.
En Pasto se debe visitar el Templo de San Juan Bautista y sus museos. También se debe subir al volcán Galeras, que domina la ciudad y desde el cual es posible ver el Océano Pacifico a más de 400 kilómetros. Cerca del crater se encuentra la laguna de la "Coba Negra", ideal para los amantes de la pesca de trucha.
A partir de Pasto se pueden visitar gran cantidad de poblados donde habita una rica mezcla de razas. Un paseo inolvidable es visitar la laguna de La Cacha, rica en trucha y de gran interés para los científicos y los amantes de la observación de la vida silvestre. Ya en el Putumayo está Sibundoy, otra población indígena de gran interés. La ruta del Sur llega hasta la frontera ecuatoriana, luego de pasar por Ipiales y por la zona de los volcanes Chiles y Cumbal.
El retorno por el Huila, a partir de Popayán y el Puracé permite visitar las dos regiones arqueológicas más importantes del interior del país. Tierradentro, en el departamento del Cauca, guarda quizás las más elaboradas muestras de arquitectura funeraria precolombina. Encerrada y rodeada por imponentes montañas, esta zona de difícil acceso ofrece un paisaje singular, cuya magia se multiplica en medio de los templos y las estatuas milenarias.
San Agustín, al sur del Huila, es un lugar de raro encanto, localizado en las estribaciones del Macizo Colombiano. En un área de más de 500 km2 están diseminados los vestigios de una civilización que dejó como testimonio toda suerte de estatuas, caminos, terraplenes y sarcófagos. Lugares como el Alto de Los Idolos, Alto de Mortiño, El Tablón y Lavaderos dan una idea de aquella misteriosa cultura que aprendió a tallar la piedra con tanta precisión.
Después de haber visitado los tesoros arqueológicos de Tierradentro y San Agustín, se puede regresar a Bogotá por el Huila, siguiendo el curso del río Magdalena. Si se regresa por el Valle, se llega hasta Cartago, ciudad moderna que aún conserva reliquias de la época colonial, como la Casa del Virrey y los templos de San Jorge, San Francisco y Guadalupe. El trayecto Cali-Cartago es más interesante si se realiza en tren y se recomienda a aquéllos que quieran disfrutar de verdad el paisaje del Valle.
EL TERRITORIO PAISA
Antioquia y el Viejo Caldas, en el centro del país, ofrecen una gran variedad de lugares dignos de visita. Quien llega por la autopista de Medellín, pasa por Puerto Triunfo, un nuevo polo de desarrollo turístico en el Magdalena medio. Ya en Medellín, una ciudad industrial encerrada por sus cuatro costados por altas montañas, se debe visitar el centro de la ciudad, famoso por sus avenidas y sus parques. Pero Medellín es más importante por su actividad artística.
Una gran variedad de museos y de teatros le dan a la ciudad un carácter cultural único. El arte contemporáneo tiene su sede en el Museo de Zea, con más de 700 obras de artistas antioqueños y nacionales. El Museo de Antropología de la Universidad de Antioquia posee una rica muestra de arte precolombino. Además la ciudad cuenta con un jardín zoológico y un jardín botánico.
A partir de Medellín se pueden realizar dos circuitos que llevan a ciudades de gran valor arquitectónico e histórico. Por el oriente se llega a Marinilla y Rionegro, dos ciudades de interés histórico y se puede rematar la jornada visitando la laguna del Peñol, famosa por su impresionante roca de 200 metros de altura. Por el oeste se puede visitar Santa Fe de Antioquia, antigua capital de la provincia, es una reliquia arquitectónica cuyos templos guardan verdaderas reliquias de arte religioso.
Si se sigue la ruta del noroeste desde Santa Fe se llega a la región de Urabá, emporio de riqueza agrícola y turística, con sus bananeras y sus cultivos de palma africana y los balnearios de Necoclí y Arboletes.
Para los amantes de las playas solitarias,Medellín es una base ideal para visitar las playas del norte del Pacífico como Bahía Solano, a la que se llega por avión. En la frontera con Panamá, en el mar Caribe, se encuentra la playa de Capurganá, a la que se llega luego de tomar un avión hasta Acandí. Son playas paradisíacas que apenas comienzan a ser visitadas por aquéllos que sacrifican un poco su comodidad en aras de disfrutar unas vacaciones tranquilas, lejos del sonido de las grandes ciudades.
De Medellín hacia el sur comienza la zona cafetera. La topografía es difícil pero una buena red de carreteras cubre el territorio donde se produce el mejor café suave del mundo. Además de las ciudades de Pereira y Manizales, centros comerciales y agricolas de gran pujanza, se deben visitar sus pintorescos pueblos y las fincas cafeteras. Desde Manizales es obligatorio ir al nevado del Ruiz, de fácil acceso, el único lugar de Colombia donde se pueden practicar deportes de invierno a lo largo del año. Manizales también es famosa por su catedral de concreto neogótico, sus templos coloniales y el ultramoderno Teatro de Los Fundadores. En Pereira vale la pena visitar el Parque Uribe Uribe y el zoológico Matecaña, uno de los más hermosos de Colombia.
El retorno hacia Bogotá nos lleva a la población de Mariquita, sede de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, que aún conserva los valores arquitectónicos de los tiempos del sabio José Celestino Mutis. Luego de atravesar el Magdalena por Honda, se llega a Cundinamarca. Se pasa por Guaduas, otra población con reminiscencias de la Colonia y por Villeta y Sasaima, lugares de recreo rodeados por un paisaje exuberante. Se llega a Bogotá por el noroeste y luego de visitar algunos sitios de interés como el Museo de Arte Moderno, el cerro de Monserrate, la Plaza de Bolívar y el barrio de La Candelaria, se pueden hacer visitas de un día a los páramos circundantes, como el de Guasca, el de Choachí o el de Sumapaz, para conocer un paisaje brumoso y único, que por razones meteorológicas sólo existe en los Andes de Colombia y Venezuela. Suelos tapizados de musgos, lagunas minúsculas y frailejones rodeados de rocas hacen de estos fríos parajes verdaderos santuarios de la vida silvestre.
Otros alrededores bogotanos que merecen una visita son las minas de sal de Zipaquirá, en cuyo interior los trabajadores tallaron una hermosa catedral; la población de Guatavita la Nueva, un curioso pueblo imitación colonial situado a orillas del embalse de Tominé; la represa del Neusa, ideal para hacer camping y para pescar trucha y el Salto del Tequendama, impresionante hoy día no por el volumen de agua que cae, sino por la imponente presencia de las montañas que rodean esta caída de agua.

LA RUTA DEL SOL
Por la autopista del norte, familiar para quienes visitaron algunos de los sitios de interés en la Sabana de Bogotá, se inicia un recorrido que lleva por el norte de Cundinamarca, Boyacá, y los Santanderes antes de llegar al mar Caribe. El paisaje sabanero, que impresiona por su belleza, acompaña al viajero durante un buen trecho. Se atraviesan pintorescas poblaciones hasta llegar a la represa del Sisga. Luego se sigue hasta Chocontá, en el extremo norte del departamento. Se llega a Boyacá, tierra donde se libraron las batallas decisivas de la Independencia. Al llegar al puente de Boyacá se debe hacer un alto para visitar el escenario de la batalla. Si se cuenta con suerte, se llega a la hora de la presentación del audiovisual multi-imagen que allí se presenta y que relata la gesta libertadora.
En Tunja, capital de Boyacá, deben visitarse sus joyas de la época colonial: la capilla de Santo Domingo, el monasterio de Santa Clara, el templo de San Ignacio y la iglesia de San Francisco.
En Boyacá hay varios circuitos para realizar. Uno de ellos lleva al Valle del Saquencipá, donde deben visitarse Sáchica y sobre todo Villa de Leyva, el más auténtico rincón español de América. Cerca de Villa de Leyva está el monasterio del Ecce Homo. En la ruta del desierto de La Candelaria está ubicada Ráquira, famosa por sus artesanías en barro. Yendo hacia Paipa, Duitama y Sogamoso se encuentran otros pueblos de gran belleza, como Tibasosa, Monguí y Tópaga. Muy cerca de Sogamoso está la laguna de Tota, de gran interés para los amantes de la paz absoluta y de la pesca. En Boyacá vale la pena quedarse unos días, para recorrer con calma su territorio.
La ruta de los Santanderes lleva a ciudades de gran belleza. La carretera pasa por Barbosa, Socorro y San Gil, donde vale la pena desviarse para visitar la ciudad de Barichara, de calles empedradas y arquitectura colonial. En San Gil hay que visitar la catedral de San Francisco y el famoso parque del Gallineral.
Bucaramanga es una de las ciudades del país con mayor crecimiento y desarrollo. Es una animada ciudad universitaria no exenta de atractivos, como sus parques que la han hecho famosa. Por algo se la llama "la ciudad de los parques". De clima agradable, Bucaramanga, es el lugar ideal para descansar de los ajetreos de un largo viaje. A 10 kilómetros se encuentra San Juan de Girón, otra población de estilo colonial, que cuenta con un interesante museo de arte religioso.
Rumbo al noreste se llega al Norte de Santander, un departamento que ofrece imponentes paisajes de montaña. Pamplona, a mitad de camino entre Bucaramanga y Cúcuta, se destaca por su celebración de la Semana Santa y por algunos de sus edificios. Cúcuta, a muy pocos kilometros de la frontera venezolana, es una ciudad de gran movimiento comercial, aunque este se ha afectado a causa de la crisis económica que vive Venezuela. Sin embargo, la ciudad ofrece mucho más que almacenes. El museo "Casa de la Cultura y Museo de la Ciudad", el Instituto de Cultura y Bellas Artes de Norte de Santander y la Catedral de San José son sitios de interés. La ciudad cuenta con una infraestructura hotelera y turística muy desarrollada, lo que hace de Cúcuta un lugar digno de ser visitado. Yendo hacia la frontera venezolana está la Villa del Rosario, un complejo histórico, verdadero santuario del patrimonio nacional. Entre otros lugares se destacan la Quinta Santander, la Capilla de Santa Ana, el Parque de la Gran Colombia y La Bagatela, casa de Antonio Nariño donde se editó el periódico La Bagatela.
De regreso hacia el centro del país y buscando otra vez la ruta del mar Caribe, se puede regresar a Bucaramanga haciendo una escala en Chinácota o devolverse por Ocaña, una ciudad donde se desarrollaron importantes sucesos históricos. Allí se pueden visitar las iglesias de San Francisco y San Agustín y la Casa de la Cultura, donde funciona el Museo Histórico. Cerca de Ocaña está el Parque de los Estoraques, impresionantes formaciones geológicas.
Un largo trayecto de extensas llanuras salpicadas de ciénagas y lagos separan las costas del Caribe de las montañas de Santander. El destino final es Santa Marta, aunque los seguidores del vallenato con seguridad harán una escala en Valledupar. Santa Marta ha sido siempre una de las ciudades turísticas más importantes del país. Si bien su fama la ganó por sus playas, hoy la conserva más que todo por sus alrededores. La vieja ciudad conserva algunos edificios como la catedral y la Casa de la Aduana. En las afueras está la Quinta de San Pedro Alejandrino, donde murió el libertador Simón Bolívar. A quince kilómetros de la ciudad se encuentra El Rodadero, importante complejo turístico conformado por hoteles, restaurantes y casinos enmarcados por la blanca playa. A corta distancia está el Acuario, que exhibe una interesante colección de especies marinas. Siguiendo la carretera del aeropuerto está Pozo Colorado, donde se construye en la actualidad un moderno centro de Convenciones.
Los alrededores de Santa Marta son aún más interesantes que sus atractivos. A 10 minutos está Taganga, un hermoso caserío de pescadores rodeado por un paisaje de ensueño. El Parque Tayrona ofrece el incomparable paisaje de sus bahías y de sus riquezas de fauna y flora, además de su importancia arqueológica. Allí existen grandes facilidades para el camping y sus playas son visitadas por miles de turistas cada año. También vale la pena visitar la Ciénaga Grande, bello lugar de innumerables atractivos donde la poca salinidad de sus aguas permite que en ella vivan gran variedad de peces.

Siguiendo hacia el oeste se llega al Parque de la Isla de Salamanca, deteriorado por una serie de factores ligados al desarrollo de la región. Se atraviesa el Magdalena por el puente Pumarejo y se llega a Barranquilla. Si Santa Marta es una ciudad turística por excelencia, Barranquilla es una ciudad industrial y un puerto de gran importancia. A orillas del río Magdalena, Barranquilla se ha hecho famosa por la alegría de sus gentes, que se manifiesta en grado sumo en los días de carnaval o cuando gana el Junior, y por sus parques y avenidas. Cerca a Barranquilla está la playa de Salgar, las salinas de Galerasamba y la laguna del Guájaro. Siguiendo la carretera troncal del Caribe hacia el oeste se llega a Cartagena, una ciudad privilegiada por la naturaleza y por los hombres que la construyeron. Enumerar los sitios de interés de la ciudad resultaría aburrido. En Cartagena hay murallas, castillos, fuertes, arquitectura colonial, arquitectura art nouveau, arquitectura moderna, playas, hoteles, casinos... es una ciudad capaz de satisfacer todos los gustos. La zona histórica o recinto amurallado es un importante testimonio urbano de la época colonial. El barrio de Manga está conformado por hermosas casas de principios de siglo mientras que Bocagrande y El Laguito alojan en sus hoteles modernos a la mayoría de los turistas. Un lugar que debe ser visitado es el Castillo de San Felipe de Barajas, tal vez el monumento de arquitectura militar más importante del país. Una semana en Cartagena bien aprovechada permite conocer sus rincones y sus atracciones. Sin embargo, antes de irse, se debe realizar alguna excursión por mar, ya sea a Bocachica, a las Islas del Rosario o a la península-isla de Barú, separada del continente por el Canal del Dique, obra de ingeniería que data del siglo XVIII. También vale la pena visitar Mompox, en el interior del departamento de Bolívar, una ciudad que ha conservado la arquitectura de siglos anteriores, y San Jacinto, famosa por sus artesanías.
La última escalá de este rápido recorrido por el Caribe es el archipiélago de San Andrés y Providencia, conectado por aire con las principales ciudades del país. Zona colonizada por navegantes ingleses y jamaiquinos, debe su actual crisis de identidad cultural a las misiones católicas y a la invasión de comerciantes de otras regiones del país.
A pesar de sus problemas de agua potable, la Isla de San Andrés ofrece grandes comodidades a los turistas. La isla se puede recorrer en bicicleta, y durante el paseo se pueden visitar la Cueva de Morgan, el Hoyo Soplador y el caserío de San Luis. Un viaje en lancha permite ir a los cayos Johnny Cay y al acuario de Haynes Cay. Quienes quieran apreciar una vista general de la isla deberán visitar La Loma.
San Andrés, en su calidad de puerto libre, es un lugar ideal para comprar todo tipo de electrodomésticos y mercancías en general provenientes de todo el mundo. Pequeños aviones y embarcaciones menores enlazan San Andrés con la isla de Providencia. Aislada todavía al turismo masivo, esta isla conserva sus raíces culturales y es el lugar ideal para descansar. Es mucho más fértil que San Andrés y sus habitantes combinan sus hábitos pesqueros con la agricultura. A cien metros, separada por un canal artificial construido por los piratas, se encuentra la isla de Santa Catalina. Allí persisten las ruinas de las fortificaciones construídas por los piratas Aury y Morgan.
El Caribe colombiano ofrece otras opciones como la Guajira, un verdadero paraiso conformado por el desierto y el mar, donde se destacan, además de los nativos, las pequeñas bahías de Manaure, Portete y Cosinetas, sin olvidar el Cabo de la Vela y la Punta Gallinas, el extremo norte de América del Sur. También se pueden obtener facilidades turísticas en Tolú y Coveñas, balnearios que tuvieron su cuarto de hora en los años sesenta. El regreso puede hacerse por Medellín o en avión.
Ya en Bogotá, queda otro rumbo por recorrer. Este no lleva a complejos turísticos o a ciudades industriales sino a los inmensos territorios de los llanos y de la selva amazónica. El automóvil deberá ser reemplazado por el avión y por las lanchas. No hay casi hoteles y las facilidades de alojamiento se reducen a pensiones en los pueblos y de vez en cuando a campings sin facilidades.

LA TIERRA DE LOS CENTAUROS
A Leticia se llega por avión. Allí se pueden realizar excursiones por río, visitas a las aldeas de los Ticunas y los Yaguas, un viaje al puerto brasilero de Benjamin-Constant y un paseo para conocer la famosa flor de loto Victoria Regia. En los Llanos Orientales existen también infinidad de recorridos. Sin embargo, esta zona ha estado marginada al turismo convencional y quienes se aventuran por aquellos inmensos territorios deben ir dispuestos a recorrer enormes distancias por pistas carreteables y a dormir en carpas. Entre los sitios que se destacan pueden nombrarse el Centro Las Gaviotas, en el Vichada. Araracuara, a orillas del río Caquetá y Puerto Carreño.
Pronto la Orinoquía desarrollará su infraestructura turística. Varios planes se estan llevando a cabo para dotar de hoteles a algunas ciudades. La construcción de una carretera entre Villavicencio y Puerto Carreño también facilitará visitar los Llanos Orientales.
Colombia es un país dotado con un potencial turístico colosal, paraíso para los viajeros que estén dispuestos a sacrificar el confort para conocer sus maravillas escondidas.