Especiales Semana

Un país en celuloide

Desde los albores del siglo XX llegó el cine a Colombia. Muy pocas imágenes de aquel remoto pasado se conservan, pero bastante camino se ha recorrido en el rescate y la preservación de este material.

Rito Alberto Torres Moya*
25 de junio de 2005

El patrimonio se entiende como una heredad recibida de los ascendientes que el sucesor debe conservar para, a su vez, entregarlo luego a las generaciones posteriores. Así pues, la preservación se constituye en una gestión que hace posible el mantenimiento, con la menor pérdida, de ese conjunto de bienes y valores.

En la Europa del siglo XIX, el desarrollo de los estados modernos hizo posible el marco legal que dio origen al concepto de un patrimonio cultural. Sin embargo, el 'progreso', producto de la misma modernidad, contradijo y a la postre se convirtió en el enemigo de la más reconocida figura del patrimonio cultural, el arquitectónico.

Por entonces las bibliotecas y los museos ya establecidos reconocían la importancia científica de los registros sonoros y fílmicos, pero dudaban de su valor documental, en parte, debido a la fragilidad de los soportes donde se fijaban. Ray Edmonson1 cuenta cómo el Westminster Gazette veía la cuestión hacia 1897: "El funcionamiento normal de la sala de grabados del Museo Británico está gravemente perturbado por la colección de fotografías animadas que han ido cayéndole encima (...) la degradación de la sala consagrada a Durero, Rembrandt y los otros maestros...". Hoy día la pregunta esta resuelta, ya que estas películas están catalogadas como los primeros cortometrajes filmados en el Reino Unido.

El rescate, la colección y la conservación de las imágenes en movimiento comenzó casi con el nacimiento del cine y estuvo asociada a la afición y la intuición de los cinéfilos. Esta labor entusiasta de quienes daban a las películas un valor tanto de fetiche como de obra y documento trajo como resultado la creación de las primeras cinematecas y archivos fílmicos en Estocolmo, Nueva York y París, a mediados de los años 30 del siglo XX. Sin embargo, sólo en octubre de 1980 la Unesco reconoció que "las imágenes en movimiento son una expresión de la personalidad cultural de los pueblos y que, debido a su valor educativo, cultural, artístico, científico e histórico, forman parte integrante del patrimonio cultural de una nación". Esta fue la partida de nacimiento que certificó el trabajo que venían realizando los archivos audiovisuales y puso en evidencia la necesidad de desarrollar una política de Estado que busque la salvaguarda del patrimonio audiovisual.

El cine llegó a Colombia en 1897. Desembarcó en Colón, hoy Panamá, y siguió luego a Bucaramanga y Cartagena. Se sabe que las primeras exhibiciones en Bogotá tuvieron lugar en septiembre del mismo año; que los registros más antiguos realizados en el país corresponden al año de 1899 y, además, que un documental de gran metraje llamado De Barranquilla a Cartagena fue realizado en 1913 por el italiano Floro Manco. Sin embargo, no se tiene información precisa que permita asegurar que éste existió y es incierta su exhibición, la cual, parece ser, tuvo lugar en Barranquilla en 1916.2

La película que da inicio al cine de largometraje colombiano es El drama del 15 de octubre, producida por Vincenzo y Francesco di Domenico, los pioneros del cine nacional. En ella aparecen los asesinos del general Rafael Uribe Uribe, refiriendo escenas clave del magnicidio. La presencia en la película de los condenados Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal causó gran escándalo. Las autoridades confiscaron el dinero pagado a los homicidas por aparecer en la película; se habló de "exaltación del delito" y la familia del general Uribe exigió censura alegando ofensa a su memoria.

Citando nuevamente a Ray Edmonton diríamos con él que "la pasión, el poder y la política son tan inseparables de los archivos audiovisuales como lo son de las disciplinas más antiguas relacionadas con la recopilación de documentos. El deseo de proteger la memoria convive con el deseo de destruirla. Se ha dicho que ninguna persona ni ninguna fuerza pueden abolir la memoria, pero la historia demuestra, y nunca de forma más contundente que en los últimos 100 años, que la memoria se puede deformar y manipular, y que sus portadores están trágicamente expuestos al olvido y a la destrucción premeditada".

1 "Filosofía y principios de los archivos audiovisuales". Unesco, París, 2004.

2 "Floro Manco pionero del c ine". Nieto Ibáñez José, Ediciones Uniautonoma, Barranquilla, Colombia, 1997, Pág. 107

*Subdirector técnico de Patrimonio Fílmico Colombiano