Especiales Semana

Una búsqueda para aliviar el dolor

En un encuentro organizado por la revista SEMANA, víctimas, organizaciones y entidades del Estado conversaron sobre el reto que tendrá la Unidad de Búsqueda de desaparecidos.

24 de febrero de 2018

Llevan décadas buscándolos, por lo general sin ningún apoyo y enfrentando las trabas institucionales y la indiferencia e incomprensión de muchos. María de Lourdes Rua, una profesora de educación especial que vive en Santa Marta, perdió a su pareja, Milton César Arroyo, hace 17 años y 30 días. Le faltaban 4 para casarse. Desde entonces, no ha dejado de buscarlo. “¿Por qué no se busca uno vivo, en vez de andar detrás de un muerto?”, le han dicho. Marcela Granados, desplazada de Casanare, perdió a su padre en 2003 y por su propia cuenta logró averiguar el lugar en donde podría estar enterrado. “Se le ha puesto casi que un tapete a la Fiscalía y aun así no ha logrado encontrarlo. Y eso es solo el caso de él; tengo 6 desaparecidos más, ¿cuándo voy a terminar?”, dice.

Familiares de desaparecidos de diferentes lugares del país se reunieron con entidades del Estado, organizaciones sociales y agencias de cooperación, en el encuentro ‘La búsqueda de los desaparecidos en procesos de verdad’, organizado por revista SEMANA, con el apoyo de Usaid, con el propósito de analizar la nueva esperanza que el acuerdo de paz les ha dado para encontrar finalmente a sus seres queridos.

El acuerdo creó la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, una entidad que coordinará procesos de búsqueda e identificación, localización y entrega digna de cuerpos, con el único propósito de aliviar el dolor que por tantos años han soportado estas familias.

La entrada en funcionamiento de esta entidad ha estado, sin embargo, llena de tropiezos, pues, a diferencia de la justicia especial para la paz y la Comisión de la Verdad, también creadas por el acuerdo, no cuenta aún con una estructura institucional ni con los recursos necesarios para su funcionamiento. Su directora, Luz Marina Monzón, no se había posesionado en el momento del encuentro, aunque ya asumió el cargo esta semana.

Su creación ha provocado además una controversia jurídica que tendrá que resolver la Corte Constitucional, pues la Fiscalía considera que algunas de las funciones que el acuerdo le atribuyó a la Unidad chocan con las que el organismo tiene como parte de sus labores de investigación.

En el encuentro, cuatro expertos internacionales mostraron ejemplos de cómo en países como Argentina, Guatemala o El Salvador han tenido éxito procesos de búsqueda de desaparecidos, gracias a la iniciativa y el coraje de las víctimas, pero también porque se han hecho con un enfoque humanitario y han contado con los recursos técnicos y científicos necesarios para llevarlos a cabo.

“Sin voluntad política no es posible”, señaló Luis Fondebrider, presidente del Equipo Argentino de Antropología Forense, que ha acompañado varios procesos de identificación realizados en Colombia.

Fondebrider resumió algunos de los aspectos que en su opinión son indispensables para que la búsqueda tenga éxito. Entre ellos, el papel central que deben tener los familiares, la coordinación que debe existir entre las instituciones y el apoyo por parte de toda la sociedad.

Fredy Peccerelli, quien lidera la campaña No Más Desaparecidos en Guatemala, país en donde no existe apoyo estatal a esta búsqueda, destacó a su vez la importancia de trabajar de la mano con las víctimas. “Los familiares están con nosotros todo el tiempo, nos visitan incluso en el laboratorio. Son procesos que duran años, así que los familiares deben ver que estamos trabajando”, añadió.

En ese mismo sentido, Arcinio Suira, coordinador de la Comisión Nacional de Búsqueda de Niños Desaparecidos de El Salvador, afirmó que no se puede perder de vista que las víctimas son la razón de ser de estos procesos. “Hacerlo desde los familiares es la única manera de responderles a sus necesidades y derechos. Las víctimas no son números, son personas de carne y hueso”, dijo.

Y Stefan Schmitt, arqueólogo forense de la Universidad Internacional de la Florida, llamó la atención sobre la necesidad de plantearse la dimensión del reto logístico y de recursos que será necesario emprender para cumplir con esta tarea. “Estamos hablando de 60.000 víctimas desaparecidas; vamos a necesitar 240.000 muestras biológicas; hay que pensar a nivel logístico y de costos qué quiere decir eso”, señaló.

En Colombia, la labor de la Unidad de Búsqueda tendrá fines estrictamente humanitarios, es decir, “aliviar el dolor de las familias”, como lo señaló su directora.

Eso la diferencia del trabajo que hace la Fiscalía, que está orientado a encontrar y sancionar a los responsables del crimen.

“Es muy importante proteger el carácter humanitario de la Unidad”, afirmó María Camila Moreno, directora en Colombia del Centro Internacional para Justicia Transicional (ICTJ). “Nadie va a ir a aportar información a la Unidad, y más si tiene algún tipo de responsabilidad en el hecho, si sabe que eso va a ir a un proceso judicial”, agregó.

El constitucionalista Rodrigo Uprimny coincidió en la necesidad de entender ese carácter humanitario y señaló que la Unidad de Búsqueda no podrá operar si no se hace una reacomodación de las funciones que hoy en día existen en esta materia. “No puede ser que la Unidad de Búsqueda esté casi que subordinada a la Fiscalía” señaló.

Por su parte, la vicefiscal María Paulina Riveros manifestó el compromiso que tiene la entidad en contribuir con esta búsqueda y reconoció la necesidad de trabajar con las víctimas en ese proceso.

Reveló que hasta el momento se han exhumado 7.000 cadáveres de personas no identificadas, pero solo se ha logrado establecer la identidad de alrededor de la mitad. Admitió que es necesario fortalecer el banco de perfiles genéticos que actualmente tiene un insumo de muestras genéticas muy escaso.

Al respecto, Monzón afirmó que sería preferible no hacer nuevas exhumaciones sin tener claro un plan que permita identificar y entregar adecuadamente los cuerpos encontrados.

Las víctimas participantes, entre las que se encontraban Leyner Palacios, representante de la comunidad de Bojayá; Eliécer Arias, indígena kankuamo; y Luz Dary Santiesteban, líder de Buenaventura, expresaron que sienten esperanza ante esta nueva posibilidad que se abre, pero insistieron en la necesidad de comprender las particularidades culturales y el contexto de cada una de sus regiones para que la búsqueda no solo tenga éxito en encontrar a los desaparecidos, sino en aliviar el dolor que por tantos años han padecido.