Especiales Semana

VALLE DEL CAUCA

23 de marzo de 1992

LA TIERRA PROMETIDA
EL VALLE NO SOLO ES LA RUMBA DE CALI, ni el puerto de Buenaventura, ni girasoles y chivas a borbotón. Ni siquiera la suma infinita de Buga, Palmira, Juanchito, Ladrilleros y las demás poblaciones que desfilan al hacer una travesía por este trozo de paraíso. Hoy esta región lleva el dulce sabor de la caña en cada acción que realiza. Ese es su sello.
Y es que esta región tan rica como productiva tiene la marca entrañable de aquellos hombres que a principios de siglo sembraron las semillas de la agroindustria. Esfuerzo y sudor de los primeros días del siglo que a través de los años han constituido al Valle como el tercer departamento del país en cuanto a progreso industrial, después de Cundinamarca y Antioquia Pero en materia azucarera, esta región se lleva la delantera. Y no es casualidad, ni suerte ni azar. La verdad es que la zona del Valle del Cauca lleva esta dulce tradición en las venas.
Una historia que arranca con el primer año del siglo XX cuando se echó a andar la primera máquina para la fabricación del azúcar proveniente de Escocia. El aparato llevaba tres años en la región pero su montaje tan sólo se llevó a cabo hace un año bajo la dirección de James Dalziel.
Según Carlos Mauricio Vega en la publicación "El Valle del Cauca", Santiago Eder consignó en el libro de actas de la hacienda La Manuelita, que la máquina "funcionó perfectamente desde el primer arranque". Eder, nacido en Letonia, conocedor de medio mundo y amante de la región vallecaucana, había llegado a la cima del esfuerzo agroindustrial, aunque presentía que los días, los meses, los años y los avances llevarían a la industria azucarera muy lejos. El Valle era la tierra prometida para el cultivo del producto.
Así, primero fueron sus condiciones climáticas y después la tecnificación del producto para emprender la que hoy es considerada como la industria azucarera más eficaz del mundo en términos de rendimiento. Según datos de Asocaña, la industria azucarera valluna está en el quinto lugar de producción, produce 120 toneladas de caña por hectárea y es una de las más competitivas debido a los bajos costos.

Sostener la caña
Pero el nacimiento de los ingenios azucareros no fue cosa fácil. Desde la Conquista hasta hoy, pasando por la grave crisis del año 29, la industria ha tenido que sostener la caña en las buenas y en las malas.
Según relata la historia, desde la llegada de la caña de azúcar a América el producto se fue internando en los hermosos valles que rodean el río Cauca. Allí, hombres y mujeres aprendieron que la caña dulce era su sustento, su vivienda, su alimento y su herramienta.
Pero el nacimiento de la industria azucarera no se hizo evidente hasta mediados del siglo pasado cuando comenzaron a aparecer las primeras haciendas del Valle, las primeras técnicas para moler la caña y la producción de azúcar y sus derivados.
Al recorrer los capítulos históricos de la industria azucarera del Valle, salen a relucir nombres de haciendas tradicionales como La Manuelita, Piedechinche, La Otra Banda y Providencia. Cada una con una historia similar y un empujón común que data en 1929 con la llegada de una misión puertorriqueña a cargo del experto Carlos Chardon.
Para los especialistas en el tema, la llegada de estos asesores fue definitiva. Pues la misión Chardon aportó cambios importantes como el estudio del mercado, el sistema arancelario y de fletes, trasladó tecnología desarrollada e introdujo una modalidad de caña desconocida en el país, POJ-2878 que partió en dos la historia azucarera del Valle.
Mientras esta variedad de caña hizo desaparecer la denominada Cañablanca, años más tarde la POJ se borró del mapa al ser reemplazada por una modalidad colombiana denominada MZC-74275.
La crisis económica mundial del 29 no se hizo esperar y azotó duramente a esta naciente industria. Contra viento y marea los ingenios azucareros se mantuvieron a flote. Años después la industria entró en un período de estabilidad en la que nacieron varios ingenios como el Mayaguez, el Pichichí, el Papayal y La Cabaña.

Los 50: el nacimiento del gremio
A pesar de ser una industria que llevaba más de 60 años funcionando, los ingenios azucareros realizaron esfuerzos independientes unos de otros. Sólo hasta la década de los 50 los productores de azúcar se asociaron. Y esta asociación no fue racional sino por necesidad pues ocurrieron tres hechos históricos determinantes para la configuración del gremio.
Primero, en el de Rojas Pinilla en el cual se decretó un impuesto del 40 por ciento que aglutinó a los azucareros. El segundo, el anuncio de la reforma agraria y el consecuente paro general de 1959 por medio del cual los productores de azúcar reflexionaron sobre sus políticas laborales. Y por último, el ascenso de Fidel Castro al poder con lo cual quedó a la deriva una demanda de 4.500.000 toneladas de azúcar en Estados Unidos. Para los productores nacionales la oportunidad era única.
Así nació la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar, Asocaña, que en la actualidad agrupa 11 de los principales ingenios del país incluso al único que está fuera del Valle, el de Sicare en el Cesar.
En la década de los 60 mientras el mundo se estremecía con la era del rock, los Beatles, la minifalda y la liberación femenina, los productores de azúcar hacían su agosto.
Sin duda alguna, esta fue una época de bonanza indiscutible. Tanto que los productores confiaron en el éxito del cultivo sin proyectar la dinámica del mercado. Una caída de precios de 47 puntos en 1976 desencadenó la más profunda crisis del sector azucarero. El impacto fue tal que un año después el país tuvo que importar casi 100 mil toneladas del producto.
Pero hubo una crisis aún más amarga para los productores de azúcar. Entre 1982 y 1985 los precios descendieron repentinamente. La razón principal de esta crisis tiene su origen en el hecho de que la Comunidad Económica Europea dejó de ser importadora para convertirse en exportadora del grano.
Los cultivadores de caña aprendieron de este comportamiento repentino del mercado. Por lo tanto, las estrategias se enfocaron a cuidar al consumidor interno y se acordaron mecanismos por medio de los cuales podría controlarse el precio del producto y crear a partir de él, productos alternativos como las melazas.
Estas tácticas sacaron de la crisis al sector azucarero, no obstante la experiencia enseñó que para sobrevivir en este campo deben tenerse en cuenta variables inesperadas cuyo comportamiento interfiere dierectamente en el mercado.