Especiales Semana

Violy McAusland

Es la banquera de inversión más importante de América Latina. Su nombre se ha convertido en una marca sinónimo de grandes negocios.

Santiago Gutiérrez*
3 de diciembre de 2005

Esa barranquillera, de 50 años, graduada del Parrish School en 1971, puede ser la estructuradora independiente de negocios más poderosa de América Latina. Y es que muy pocos conocen como ella el club de los multimillonarios latinoamericanos. Desde la estructura financiera de sus negocios, sus planes de expansión, hasta los problemas que les estorban y los engranajes íntimos de sus familias. Lleva más de 25 años en esa tarea. La hija mayor de un arquitecto, Violy McCausland, estudió ingeniería industrial en la Universidad de Alabama y, tras un paso fugaz por la vicepresidencia financiera de Avianca, trabajó 14 años en el JPMorgan donde se convirtió en la mujer mayor generadora de ingresos por fusiones y adquisiciones de Estados Unidos. Allí desarrolló su talento para la banca de inversión mientras cuidaba a sus tres hijos. Una inversión en el Banco Español de Crédito que fue intervenido por el gobierno español le costó el puesto al vicepresidente del banco, Roberto Mendoza, y ella, su asesora cercana, se retiró también. Es el único revés serio de su vida profesional. En 1993 se unió al banco de inversión de James D. Wolfensohn, antes de que éste fuera nombrado en 1995 como el noveno presidente del Banco Mundial. Allí trabajó por tres años. Su personalidad emprendedora la llevó a conformar su propio banco de inversión, Violy, Byorum & Partners BVP, con Stormy Byorum, una ex ejecutiva de Citicorp, con fondos conseguidos entre inversionistas que las conocían y confiaban en su capacidad. Su trabajo intenso puso en la lista de negocios ejecutados de BVP muchos de los nombres empresariales más importantes de América Latina. Hizo que el Grupo Cisneros cambiara su afiliación de años con Pepsi, por la de Coca-Cola, y convirtió a Cisneros en socio de la mayor embotelladora de la región. En el Grupo Santo Domingo no sólo hizo operaciones como la venta de Conalvidrios a Owens Illinois, sino que estuvo detrás de la reorganización del grupo que terminó, años después, en la venta de Bavaria a SABMiller. Para Cemex compró Cementos Diamante y Cementos Samper, en una operación de enorme complejidad porque ninguno de los dos debía saber el interés de la cementera mexicana por adquirir a su competidor. En 2001 la oficina manejaba entre 40 y 50 negocios a la vez y generaba comisiones por 40 millones de dólares anuales. Mientras más grandes y complejos los proyectos, parecían mejores. En ese tipo de trabajos Violy está en su elemento. Su día y su semana no se acaban nunca. Por eso alterna dos o tres secretarias que cubren sus jornadas de 20 horas. Siempre ha dormido cuatro horas y puede hacerlo por meses, siempre que esté liberando adrenalina. Y la adrenalina nunca falta cuando los proyectos se hacen con Cemex, Aval, o cualquier otro de los grandes grupos latinoamericanos. "Nunca duerme y nunca falla", decía de ella Carlos Cisneros. Ahora, en Violy & Company, en su oficina del piso 34 de la calle 53 desde donde se ve el Central Park, mantiene el mismo ritmo frenético para incluir en su agenda la administración de una galería con su segundo esposo, un reconocido dealer de arte brasileño, las reuniones de una comisión del alcalde Michael Bloomberg para convertir a Nueva York en la capital para los medios latinos, o las del Women's Venture Fund, un fondo de promoción de empresas femeninas, para dar conferencias en universidades o hacer donaciones a un grupo de organizaciones colombianas y latinas. Violy es una de las más creativas, audaces y eficientes profesionales de su sector. Ha generado negocios por 60.000 millones de dólares y en el proceso, le ha puesto una nueva cara a la forma de hacer negocios en la región. *Editor económico de la Revista Dinero