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Nong Pop y Mae Pong, dos de los elefantes que Diana Muñoz ha ayudado a rescatar, ahora viven en el Elephant Nature Park. | Foto: foto: Diana Muñoz

PERFIL

Diana Muñoz, el ángel de la guarda colombiano de los elefantes en Tailandia

Ni las amenazas frenan a esta bogotana, que lucha contra la explotación de estos gigantes en el país asiático. Creó un programa para apadrinarlos y mantenerlos en tiempos de coronavirus.

1 de agosto de 2020

El tema de los elefantes le produce sentimientos encontrados a Diana Muñoz. De un lado, un profundo amor y pasión, pero, por el otro, rabia e impotencia. Sabe, de primera mano, que detrás de cada foto de un turista con uno de estos gigantes o sus crías hay meses de tortura, abuso y maltrato, mafias ilegales. Pero, especialmente, una cultura que debe cambiar.

La vida le dio un sacudón a esta bogotana, criada en Nueva York y residente en California, Estados Unidos, luego de su primer viaje a Tailandia en 2014. Desde entonces trabaja para salvar la mayor cantidad posible de elefantes.

En eso, curiosamente, le ha ayudado la pandemia. Para ella, como para muchos otros activistas como su amiga y socia tailandesa Lek Chailert, el confinamiento ayudó a diezmar las redes de explotación de animales. En su caso puntual: el préstamo de elefantes para satisfacer la industria del turismo en Tailandia.

El mundo conoce lo que pasa en ese país por un video divulgado por la organización internacional World Animal Protect (WAP). Allí muestran a ocho crías de elefantes apartadas de sus madres a la fuerza y luego atadas a unas estructuras de madera, con las patas encadenadas.

Los domesticadores golpean y usan ganchos o aguijones de metal para punzar a los elefantes y hacer que se mueva.

De esta manera, los trabajadores del sector turístico los entrenan para que los visitantes puedan montarlos, alimentarlos, bañarlos o realizar espectáculos como pararse en dos patas, pintar, jugar con balones, etcétera.

El material audiovisual de WAP también presenta cómo los domesticadores golpean y usan ganchos o aguijones de metal para punzar a los elefantes y hacer que se muevan. Buscan doblegarlos para que asuman comportamientos sumisos que les permitan interactuar pasivamente con los turistas.

La colombiana que proege a los elefantes

Diana Muñoz (izquierda) y Colby Steiner fundaron hace unos meses, con Lek Chailert, la organización sin ánimo de lucro Gentle Giants (Gigantes Gentiles), mediante la cual buscan padrinos para los elefantes. La idea es proteger a 23 de ellos que han retornado a los bosques.  

Ante la parálisis del turismo, esa organización se propuso mostrar estas prácticas para que los Gobiernos tomen medidas urgentes antes de que vuelvan los visitantes a Tailandia y a otros lugares donde explotan a estos paquidermos.

WAP puso en evidencia que alrededor de 85 campamentos de elefantes en ese país tuvieron que cerrar. Por eso, muchos de los 2.800 animales que habitaban allí ahora deambulan por las calles en busca de comida, mientras otros ahora sirven de cargueros para la industria de la madera.

De vuelta a su hábitat

En las dos primeras semanas de junio, numerosas migraciones de elefantes salieron del centro al oriente de Tailandia. Sus criadores, conocidos como mahouts, los llevaron a ese lugar para dejarlos en su hábitat natural.

De ese grupo hacían parte 11 elefantes que caminaron junto a sus dueños por más 100 millas hasta llegar a sus aldeas. A esa travesía se unió Lek Chailert, fundadora de Save Elephant Foundation, quien lleva más de 25 años trabajando para detener la crueldad contra estos mamíferos.

Diana llama a Chailert ‘la matriarca de las matriarcas de los elefantes’. Hace casi dos meses, ella y Colby Steiner fundaron Gentle Giants (Gigantes Gentiles), una organización sin ánimo de lucro por medio de la cual buscan padrinos para estos y otros elefantes.

Buscan que los turistas entiendan que pueden tener una buena experiencia con los elefantes

Hace varios años, Diana publicó su perfil de Facebook y empezó a relacionarse con organizaciones y grupos de ayuda a estos animales. Allí contactó a Lek, quien vive en Tailandia y tiene su propio santuario, y comenzaron una amistad por internet. Cada vez que veía un elefante que necesitara ayuda en el sector en el que ella vivía, Diana la alertaba y hacían campañas o peticiones para ayudar a liberarlos.

La colombiana que protege a los elefantes

Los criadores o dueños de los elefantes reciben de la fundación un salario fijo mensual de 200 dólares y otros 200 para alimentar al animal. 

Desde entonces, Diana viaja al menos una vez al año a Tailandia porque su iniciativa y la de Lek unieron fuerzas. Buscan que los turistas entiendan que pueden tener una buena experiencia con los elefantes. “Para eso no hay que montarlos o pagar por verlos hacer trucos, porque todo esto causa una gran tristeza en estos seres sintientes y un gran sufrimiento –dice–. Que entiendan que para ver esos trucos, las torturas a las que someten a estos animales son impresionantes”.

Muñoz mencionó, por ejemplo, que 40 por ciento de los elefantes bebés sometidos a adiestramiento mueren. Ante el estrés y el maltrato, las crías intentan suicidarse pisándose la trompa. Entonces se las anudan para evitar que lo hagan.

Explicó que con el dinero que dona la gente, les pagan un salario fijo mensual a los cuidadores o dueños de los elefantes para que los cuiden y no los alquilen. Les dan un dinero adicional para su comida. “Estamos trabajando con los agricultores de la región. A ellos les compramos las frutas y las verduras para generar un círculo económico completo y que los humanos ganen cuidando a los animales”, dice.

Las personas pueden apadrinar un elefante desde 50 dólares al año, pero también tienen la opción de donar desde dos dólares.

Actualmente, Gentle Giants apadrina 23 elefantes. A sus cuidadores les pagan 200 dólares al mes y les dan otros 200 adicionales para alimentar al animal. Así, la iniciativa se ha convertido en una alternativa económica para los habitantes de esa región tras la pandemia del coronavirus. En efecto, según Muñoz, en el sector turístico les pagaban solo 100 dólares al mes por prestar los elefantes.

La guardiana colombiana de los elefantes dijo que la iniciativa ha marchado tan bien que ya tienen 1.700 solicitudes más de propietarios de elefantes que quieren unirse al proyecto. Las personas pueden apadrinar uno desde 50 dólares al año, pero también donar desde dos dólares. Existen, por ejemplo, planes corporativos para apadrinar manadas, que cuestan 1.500 dólares, o matriarcas, que valen 500 dólares anuales.

Hay muchas maneras de colaborar y todas son muy accesibles. Pueden vincularse desde personas hasta empresas, no importa si con poco o mucho. “Lo importante es ayudar a asegurar que estos gigantes gentiles puedan permanecer en sus hábitats con su rebaño y que sus cuidadores velen por protegerlos al ganar salarios justos”, apuntó.

Pese a que la han amenazado por intentar proteger a los elefantes, Diana continúa con la idea de que llegue el día en el que nunca más le rompan el espíritu a un elefante para hacer feliz a un turista.

Los interesados en donar u obtener mayor información pueden ingresar a www.thegentlegiants.org