Home

Gente

Artículo

En 1981 a sus 42 años, con el apoyo de su marido Reinaldo Herrera y de sus cuatro hijas, se lanzó al ruedo en la dura Nueva York. Allá, contra los pronósticos de quienes la veían como una mujer de plata que satisfacía un capricho, se hizo un símbolo global de la distinción. Hoy su hija menor asume funciones directivas en la empresa. | Foto: Getty images, Afp

PERSONAJE

El decálogo de Carolina Herrera

Al borde de sus 80, la dama de la moda, venezolana y universal, ofreció al ‘Daily Mail’ un decálogo de sugerencias para cultivar un estilo personal y envejecer con gracia. SEMANA lo reproduce.

17 de noviembre de 2018

Hija de Guillermo Pacanins Acevedo, el comandante que gobernó Caracas entre 1950 y 1958, María Carolina Josefina Pacanins y Niño nació en una cuna de plata en Caracas, entre eventos oficiales de aristocracia y noches de gala. Eso explica por qué la mujer conocida en el mundo hace más de cuatro décadas como Carolina Herrera se interesó desde temprano en la moda. Pero no por qué ha dejado una huella profunda con su nombre.

Al borde de cumplir sus 80, a Carolina la clase todavía le brota por los poros y solo mencionarla sugiere distinción. Tan normal es ubicarla en lo más alto de la moda que parece normal lo que ha logrado, pero en realidad es extraordinario. Porque si bien toda su vida ha sido una socialite presente en la lista de las mujeres mejor vestidas del mundo, ya tenía 42 años y cuatro hijas cuando decidió lanzarse al ruedo en el escenario inclemente de Nueva York. En los ochenta se mudó a la Gran Manzana y demostró una fuerza indetenible. Se volvió marca, estilo de vida, y cuando incursionó en el mundo de los perfumes, un estandarte global. Desde su marca y sus productos proyectó una mujer de clase, digna e impecable.

Puede leer: Carolina Herrera suelta las riendas de su marca

Como una especie de profecía, Carolina quedó marcada por haber asistido de 13 años a un desfile del mítico diseñador español Balenciaga. Y cuando entró por sus méritos al mundo de la moda, nunca se desacostumbró a las altas esferas, a las que entró por el apoyo de la influyente editora y directora Diana Vreeland. En su momento compartió con Andy Warhol y hoy, cada vez que hay una oportunidad, se reúne con su amiga, la reina Isabel II, en el palacio de Buckingham. Carolina no tiene dificultades para abrir puertas, pues a su modo tiene la clase de una reina. Por eso, cuando el fotógrafo Mario Testino le entregó el premio Who’s On Next Icono de la Moda, aseguró: “Cuando alguien dice ‘anoche estuvo Carolina’, todo el mundo sabe de qué Carolina se trata”. Y no, no se trata de Carolina de Mónaco.

Espigada, de expresión facial impecable, exigente y amable a la vez, Carolina Herrera agradece el apoyo constante de su segundo marido, Reinaldo Herrera, padre de dos de sus cuatro hijas, pues en 50 años de matrimonio no ha hecho más que impulsarla a perseguir sus sueños. Y ahora que se retiró de la dirección creativa de su marca –técnicamente lo hizo en 2017, pero sigue asesorando– cuenta con sus hijas para perpetuar su legado. Especialmente con la más joven, Carolina, quien ha asumido funciones publicitarias junto al nuevo director creativo, Wes Gordon. La dama de la moda se sabe en buenas manos y dice que su retoño es su fiel reflejo en clave de siglo XXI.

Herrera vistió a todas las mujeres importantes de los años ochenta, entre ellas, Nancy Reagan, y también a íconos intemporales como Jacqueline Kennedy Onassis. Y si surge alguna duda sobre su vigencia, los hechos hablan por sí solos: ha vestido a la duquesa de Sussex, Meghan Markle; a la duquesa de Cambridge, Kate Middleton; y la reina Letizia de España también recurre con constancia a sus diseños. Ha vestido a Michelle Obama, a Nicole Kidman y en cualquier alfombra roja sus diseños se destacan. Así pues, Herrera sigue ejerciendo autoridad, y desde esa posición compartió con el diario Daily Mail un decálogo de secretos para lograr un estilo personal. SEMANA lo reproduce.

Vistió a figuras de la alta sociedad desde los ochentas, pero sigue vigente. Entre las que siempre la consideran una opción y la han usado en repetidas ocasiones, se encuentran la ex primera dama Michelle Obama, la actriz Nicole Kidman, la reina Letizia de España y las duquesas de Cambridge y de Sussex.

1- Conozca su estilo

Cuando se llega a cierta edad, debe poner mucho cuidado a lo que se ve bien. Debe desarrollar un sentido del estilo propio. Es difícil definirlo y es muy personal. No solo se trata de las prendas que vista, sino cómo las luzca. Deben reflejar sus gustos, su manera de vivir, la manera en la que mantiene su casa, el arte que le atrae. Es un poco de todo esto. Cuando se envejece, no se puede seguir vistiendo lo que usaba cuando era una mujer joven. Usted ya lo fue, y ya lo hizo. La moda es algo mágico, cambiante todo el tiempo, y como ella hay que cambiar también.

2- Se debe tener…

Una mujer se debe comprar un espejo largo, completo. Es muy importante porque le permite ver qué hace falta o qué debe añadir al look.

- Siempre a la mano

Invierta en una blusa blanca clásica. Siempre las he adorado. Las uso casualmente y también como parte de un traje de noche. Son mi sábana protectora.

- Siempre lejos

Las minifaldas... Son para mujeres jóvenes. Y con respecto a los bikinis, los dejé atrás cuando llegué a mis cincuenta. Tampoco me pongo jeans, no tengo la edad para usarlos, también son para gente joven. Avance, ensaye algo nuevo.

Le sugerimos: Carolina Herrera celebra sus 35 años de carrera dejándose entrevistar por su hija

3- Las mangas importan

Las mangas enmarcan la cara de una mujer y le añaden drama a su look. Puede tener el vestido más hermoso, con detalles en la falda, pero al sentarse en la mesa a cenar todo desaparece.

4- El negro es aburrido

Las mujeres envejecen y recurren al negro para jugársela seguro. Pero en el curso de un día el negro es muy absorbente. Se vuelve casi un uniforme. Todo el mundo usa negro y eso es muy aburrido. No me molesta el negro en la noche –un vestido chic negro es fantástico– pero durante el día me gusta vestir color. Es mucho más favorable.

5- Encuentre un/a buen/a sastre

Si sabe bien qué le luce, puede comprar ropa en las tiendas de alta gama a cualquier edad. E insisto en que hay que desarrollar un estilo propio, pues, si quiere invertir en hacer algunas alteraciones de las prendas, es dinero bien gastado. Que ajuste bien es importante. Por ejemplo, es clave que los hombros estén en el lugar adecuado.

6- Nunca muestre piel

Un poco de escote puede ser sexi, pero ¿mostrar demasiado? ¿Estar casi desnuda? Eso no es bueno. Una mujer debe transmitir un poco de misterio.

7- Añada algo de chispa

La joyería es fantástica para darle luz al rostro. Siempre llevo aretes, y creo que un collar de perlas o algo de bisutería ilumina.

8- Adopte el bótox

Soy una gran creyente en cuidarse la piel. Siempre debe estar limpia y fresca sin importar la edad. Visito a una buena persona que me ofrece tratamientos y también un poquito de bótox, pero no creo en los grandes cambios. Veo a mis amigas y pienso, “¿Qué le pasó a sus labios?”. Pues claro, se los hizo, pero si no se nace con labios carnosos, ¿por qué agrandarlos? Se corre el riesgo de verse como un payaso.

9- No tema al corte

Después de cierta edad el pelo corto le sienta a la mayoría de mujeres. No creo que el cabello que pase de los hombros se vea bien. Últimamente admiro a mujeres con cabellos blancos, plateados, que han dejado el color atrás. Estoy fascinada por ellas. Yo lo haría, pero no me gusta la idea de vivir esa etapa intermedia.

10- Y finalmente...

Envejecer no tiene nada de malo. Lo malo es tratar de detenerlo. Confíe en usted y en su propio estilo. Vista lo que cree hermoso. Y si le resulta difícil, pregúntele a alguien en quien confía, alguien que le diga la verdad sobre la ropa que está usando. No la que siempre le dice “te ves genial” y luego a sus espaldas le dice a otras personas “¿Ves cómo luce esta?”. No tiene por qué ser una víctima de la moda ni vestirse de forma anticuada. Hay que vestir de una manera que se ajuste a su personalidad y la etapa de la vida que vive. Llega una edad en la vida en la que no se puede ser tímida. Yo solía serlo, ya no, sería ridículo. Deje salir su personalidad. n