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HISTORIA INTIMA

¿Quiénes fueron los amigos íntimos del actor Rock Hudson? Un libro que él mismo comenzó a escribir ofrece algunas pistas.

14 de julio de 1986


Linda Evans puede respirar tranquila: durante la célebre escena del beso prolongado en un capítulo de "Dinastía", Rock Hudson no sólo le rozó la mejilla apenas sino que apretó la boca lo más que pudo con el fin de evitar que su saliva humedeciera el rostro de la hermosa actriz quien, al conocerse la agonía del actor, víctima del SIDA, vivió un verdadero infierno mientras se hacía numerosas pruebas clínicas.

Esa y otras revelaciones, algunas ya conocidas, otras completamente nuevas, forman parte de las memorias de un hombre, quien al divulgar su homosexualismo, echó por tierra muchos años de machismo, donjuanismo y otros mitos de la virilidad a la manera de Hollywood: el libro "Rock Hudson, su historia", contado en primera persona en algunos apartes y escrito por la estrella con la colaboración de Sara Davidson, refresca para millones de lectores el que se considera uno de los más escandalosos y vergonzosos dramas de una ciudad que muchos prefieren llamar Babilonia. Los fragmentos divulgados por el semanario People muestran un Rock Hudson tranquilo dueño de la situación, amando y siendo amado y lo que es peor, protegido por la industria cinematográfica que era capaz de presionar sobre las publicaciones chismosas con el fin de impedir la aparición de artículos que pudieran afectar su valiosa inversión.

Veintisiete días antes de morir Rock Hudson había escrito un mensaje a todos los que consideraba sus amigos: "Siempre he sido una persona celosa de mi privacidad pero ahora, cuando todo ha cambiado, hay muchas cosas que quiero contar y el tiempo es escaso. Quiero que la verdad sea contada y por eso le pido a quienes me conocieron bien, mis verdaderos amigos, que colaboren con Sara Davidson en este recuento de mi vida". Los últimos treinta días de ese cuerpo totalmente devastado por el SIDA, los pasó la autora con el enfermo, reconstruyendo pieza por pieza una de las más famosas carreras del cine y el retrato que emerge de esas confesiones no es agradable y golpeará a muchos. El que Hollywood mostró durante tres decenios como un héroe romántico era en el fondo un hombre muy reservado, con grandes secretos y pasiones y a medida que los años pasaban, con un apetito sexual que aumentaba.

Contradictorio, calificado por algunos como una esfinge, misterioso, celoso, desconfiado, infantil en muchos aspectos, en sus películas siempre reflejó la imagen de un espíritu simple sin ambivalencias ni torturas y millones de espectadores lo vieron cálido, bueno, puro, completamente enamorado, completamente valiente, completamente retador y en la vida real era un auténtico ilusionista, amable y cordial y según George Nader, el actor y escritor con quien mantuvo una amistad de 35 años, este estaba compuesto por varias personalidades que se iban amoldando al otro, que sabían extraerle lo mejor.

Esta trágica y escandalosa historia comenzó en 1946 cuando Roy Scherer (su verdadero nombre), llegó a California porque quería actuar. Intentó vender aspiradoras y al mes desistió, sin haber vendido una sola. Luego manejó un camión. Se compró un traje y las horas libres las pasaba apostado a la puerta de los estudios, buscando que lo vieran, que lo descubrieran, sintiéndose solo, sin amigos. Durante su permanencia en la Armada había sostenido algunas relaciones homosexuales y en Long Beach, mientras esperaba su oportunidad en el cine, se acercó a la comunidad de invertidos, la cual frecuentaba un bar donde los clientes escuchaban las pésimas canciones de una artista negra. Los fines de semana comenzó a pasarlos en la playa o tomando el sol en el apartamento de uno de los nuevos amigos. Entre estos estaba Ken Hodge, locutor y animador de radio, con 36 años 15 más que Hudson. Era sofisticado, rubio, bien vestido, vivía en un penthouse rodeado de muebles antiguos. Fue la primera persona que Hudson conoció con alguna relación con el espectáculo. Se hicieron amantes. Roy participó en varias sesiones de fotos con el fin de enviarlas a los estudios y Ken se convirtió en su agente, su guía, su compañero para el futuro actor que tenía ya un nuevo nombre: Rock Hudson.

En esa época conoció a George Nader y su compañero, Mark Miller, y los tres se volvieron inseparables, para siempre. En el testamento, Nader recibiría buena parte de la fortuna del actor. En 1951 guardaron muy bien sus relaciones, temían al ridículo, al escándalo y cuando querían saber si alguien era como ellos usaban frases como "¿él es musical?". Rock Hudson entendió temprano que si quería alcanzar el estrellato tenía que dar una imagen masculina, recia. Por eso tenía dos líneas telefónicas y jamás dejaba que su compañero de turno respondiera. Nunca se dejaba retratar con hombres. Su teléfono lo daba en susurros. Nunca fue amanerado ni afectado, no fue delicado en el sentido femenino, coqueteaba con mujeres y hasta se acostaba con ellas pero prefería los varones. Nunca salía con homosexuales reconocidos y prefería invertidos que tuvieran relaciones con mujeres: eso los hacía más machos a los ojos de Hudson. Mientras hizo sus primeras películas, Scarlet Angel y The Lawless Bred evitó sostener relaciones con alguien pero esa regla se rompió cuando en 1952 conoció a Jack Navaar (un seudónimo), de 22 años, cáustico, rubio y con quien Hudson no intercambió una palabra durante la cena en casa de Nader, pero al despedirse sorprendió a todos al invitarlo a su casa. A la mañana siguiente Hudson le hizo desayuno, con una receta de huevos que era su especialidad. Un año después se fueron a vivir juntos, secretamente, inventándose hasta un código para decirse "te quiero", que consistía en contar "uno, dos, tres" o golpear la mesa tres veces seguidas.

En 1954, con "Magnífica obsesión", una historia romántica que recaudó 5 millones de dólares, Hudson se convirtió en la primera estrella de Hollywood. Recibía hasta 3 mil cartas semanales. Los amigos más cercanos sintieron cómo la fama y el dinero lo cambiaban en otro más distante, más calculador, impositivo y sus relaciones con Jack Navaar comenzaron a empeorar porque este se sentía celoso. Hudson viajó a Europa. Navaar comenzó a aparecer con Phylis Gates, una joven secretaria quien durante varias semanas salió con el grupo, frecuentando bares de homosexuales y lesbianas. Un fin de semana ella desapareció con otra mujer.

Willson, quien consideraba que la relación de Hudson con Navaar le perjudicaba su carrera, instigó a este para que tomara el coche del actor y se fuera con Phylis a recorrer las montañas. Sabía lo que hacía. Cuando Hudson lo supo, se puso furioso, pelearon por teléfono, desde Europa y al regresar ya no encontró al amante: no volvería a vivir con nadie hasta los años sesenta, una época más liberada.

Rock y la muchacha comenzaron a salir y más tarde ella se mudó, todavía sin casarse, a una casa campestre que él había comprado en las colinas cercanas a Sunset Boulevard. Por supuesto los dos amigos del actor se sorprendieron y se sintieron decepcionados pero para la imagen viril del otro, sirvió. Salió con ella a todas partes, y según numerosos testimonios, ella era bisexual. Interrogada hace poco, la mujer lo negaría. Se casaron, ella prefirió ignorar los rumores sobre el marido y durante la luna de miel, aunque Phylis afirma que fue tranquila, Hudson contaría que se pelearon, para divorciarse finalmente dos años después. En Hollywood todos insistían en que el matrimonio había sido arreglado por el estudio para defender la imagen de la estrella pero según la novia, ella se casó por amor hasta el punto de que no volvió a casarse y durante treinta años guardó silencio, sólo aceptó hablar cuando su ex esposo estaba agonizando. En 1956 cuando hizo "Gigante", las relaciones de Hudson con sus amigos empeoraron, se volvió pedante, imponía las horas y los lugares de las citas, escogía los restaurantes, no aceptaba que nadie más pagara y cuando era invitado a una fiesta tenía que aprobar la lista. En su casa, si había invitados y sonaba el teléfono, ordenaba el más absoluto silencio.

En 1966, al finalizar el contrato con la Universal, su carrera y su popularidad se vieron afectadas. Volvió a ser el mismo de antes, comenzó a beber desesperadamente, su apetito sexual creció y hablaba de eso en público. En 1973 comenzó a vivir con Tom Clark, un publicista, muy distinto a los hombres anteriores y esa relación duraría cerca de 10 años, compartían los mismos gustos, se querían mucho pero los últimos años fueron muy tensos.

Las series de televisión, algunas apariciones en películas menores y otros trabajos secundarios ya no le devolvieron a Hudson su seguridad profesional. El episodio de "Dinastia" con ese beso sin saliva para no contagiar a Linda Evans fue uno de sus últimos actos de valor: como éste de contarle a una periodista sus secretos más terribles.