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No hay quinto malo

Con la muerte de Neil Aspinall, asistente y amigo del cuarteto de Liverpool, se revive la discusión de quién fue el Beatle número cinco.

29 de marzo de 2008

 ‘Murió el verdadero quinto Beatle’. Al leer ese titular en periódicos europeos, muchos seguidores del cuarteto de Liverpool pudieron confundirse. “¿Habrá sido George Martin?”, dirían algunos; “¿qué le habrá pasado a Pete Best?”, dirían otros. Incluso pudo haber algún despistado que se atreviera a pensar en Yoko Ono. Pero el muerto era Neil Aspinall, quien fue el todero de la banda: de amigo de infancia de Paul McCartney y George Harrison, pasó a ser chofer, hasta convertirse en el protector de su fortuna como director de Apple Corps, la organización encargada de los negocios de la agrupación, cargo en el que permaneció hasta el año pasado. Incluso algunos lo consideran uno de los responsables de que los Beatles se convirtieran en una de las marcas más exitosas de la historia

Su aventura con los ‘cuatro fantásticos’ comenzó cuando estudiaba contaduría y vivía en un cuarto alquilado en la casa de la mamá de su gran amigo Pete Best, el primer baterista del grupo cuando se llamaba The Silver Beetles. Mona Best había convertido el sótano de su residencia en el club nocturno The Casbah, donde estos se presentaban. Cansados de tomar buses y taxis para ir de un local a otro todos las noches, le ofrecieron a Aspinall ser su conductor. En su vieja furgoneta marca Commer realizaron el mítico viaje de Liverpool a Londres el 31 de diciembre de 1961 camino, pensaban, del estrellato. Presentarían una audición para el sello discográfico Decca, pero Aspinall se perdió, el trayecto se prolongó 10 horas y Decca los rechazó.

A pesar de ese accidentado comienzo, Aspinall sería una pieza clave de su ascenso. Fue su guardaespaldas, cargaequipaje, asistente personal y hasta tocó con ellos, sin mucho conocimiento musical, la armónica y la percusión en varias de sus canciones. Además, su voz se sumó al coro de Yellow Submarine. Y por su talento con la cifras ascendió hasta manejar Apple, posición en la que se enfrentó en una serie de batallas legales a gigantes empresariales como Apple Inc, la empresa de computadores, por el nombre de la marca. El propio George Harrison habría sido el encargado de legitimar su posición al decir que sólo habían dos “quintos Beatles”: Neil Aspinell y Derek Taylor, periodista británico que se convirtió en el jefe de prensa del cuarteto cuando en sus inicios escribió una reseña favorable.

No hay mucho consenso acerca de quién es el D´Artagnan de los Beatles. Por eso hay varios que han llevado el calificativo de ser el número cinco de la banda, ya sea por su amistad con los integrantes o por haber tocado con ellos. Y no faltaron los fanfarrones que se autodenominaron de esa forma como el discjockey norteamericano Murray ‘the K’, quien se bautizó con ese apodo por haber sido quien más los promocionó y más cerca estuvo de ellos cuando pisaron Nueva York en 1964.

Quizás el responsable de esta moda fue Stuart Sutcliffe, el primer bajista de la agrupación cuando los Beatles eran cinco (él, McCartney, Lennon, Harrison y Best). Aunque no era músico sino pintor, un día vendió uno de sus cuadros y su amigo John lo convenció de comprarse un bajo eléctrico para que se uniera a la banda. Paul habría dicho que “era mejor tener un bajista que no sabía tocar que no tener bajista”. Pero ‘Stu’, como se le conoce, estaba tan avergonzado de su poca destreza que tocaba de espaldas al público. Una noche, luego de una presentación, el grupo fue atacado y durante la pelea Sutcliffe recibió un fuerte golpe en la cabeza. En 1961, al finalizar una gira por Hamburgo, no quiso regresar a Liverpool. Decidió quedarse con su novia, la fotógrafa alemana Astrid Kirchherr, pero dejó su sello en el grupo: Astrid le hizo el peinado con el que sus amigos se harían famosos. Un año más tarde un derrame cerebral, tal vez consecuencia de la pelea, lo mató a los 21 años. Muchos pensaron entonces que de no haber muerto hubiera existido un quinto Beatle.

El otro amigo, Pete Best, ha llevado ese título pero como el estigma de su fracaso. Al parecer tampoco tenía talento como baterista y su única gracia era ser el hijo de la dueña del club en que habían tocado. George Martin, director del sello Parlophone de EMI, y quien tendría su propia historia con los Beatles, notó sus falencias en su audición en 1962 . “Si grabamos un disco yo preferiría poner al baterista, cosa que no se va anotar porque nadie sabrá quien ha grabado en realidad”, fueron las palabras que Martin le dijo al manager del grupo Brian Epstein. Aunque Best tenía mucha hinchada fue reemplazado por Richard Starkey, conocido como Ringo Starr. El más molesto con la decisión era precisamente su gran amigo Aspinall. Pero aunque eran tan cercanos que éste había tenido un hijo con la mamá de Best, Aspinall decidió seguir con el grupo.

Lo curioso es que para la mayoría de los fanáticos consultados por SEMANA, es precisamente Martin el que mejor encaja en el apelativo de ‘quinto Beatle’. “El día en que muera lo lloraré con la misma intensidad con que lloré a John y a George y como lo haré con Paul y Ringo y ese es el mejor termómetro de lo que George Martin significa”, asegura Gustavo Gómez Córdoba, periodista experto en el tema. “Fue el genio que le dio el sonido a los discos, a excepción de ‘Let it Be’, el encargado de que estos sonaran con la magia que tenían en vivo. Era quien los dirigía, su maestro musical, quien hacía los arreglos orquestales”, asegura Manolo Bellon, autor del libro The Beatles: la historia, y a quien le parece gracioso que hasta a él lo hayan llamado el quinto Beatle colombiano por su conocimiento sobre el cuarteto.

Parlophone estaba a punto de quebrar cuando Martin oyó al grupo y supo que tenía un tesoro en sus manos, pese a que había sido rechazado por 11 disqueras. Gracias a su oído musical, (de niño tocaba en el piano piezas clásicas sin saber las notas), “introdujo nuevos instrumentos y técnicas de grabado que eran proezas para la época”, dijo a SEMANA Keith Clifton, profesor de la Central Michigan University School of Music. Era el único al que los cuatro respetaban. Ni siquiera Yoko Ono se atrevió a pelearle cuando en 2006 hizo Love, un espectáculo del Cirque du Soleil para el que creó nuevas canciones mezclando las cintas originales, por lo cual ganó el Grammy. “Si alguien más lo hubiera hecho habría sido un sacrilegio”, comenta Gómez. Lo logró, a pesar de su sordera, con la ayuda de su hijo Giles Martin y porque se sabe de memoria cada uno de los tonos de las canciones.

Sin embargo, este productor no se siente cómodo con el calificativo del ‘quinto’ y ha señalado que quien debería llevarlo es Brian Epstein. Proveniente de una familia pudiente, Epstein había sido expulsado del ejército al parecer por que era homosexual. Para buscarle una ocupación sus padres lo encargaron de manejar el departamento musical de la tienda de la familia, llamada Nems. Cuentan que en una oportunidad un cliente le preguntó si tenía el sencillo My Bonnie, que el cantante Tony Sheridan (quien también ha sido el quinto Beatle) había grabado con un grupo nuevo de Liverpool. Como no los había escuchado sintió curiosidad y se enteró de que tocaban muy cerca de su almacén en The Cavern Club (la caverna), un sitio que hacía honor a su nombre. Con su corbata y su traje elegante Epstein debió ser la nota discordante del lugar esa noche de 1962. Dicen que de inmediato no solo quedó fascinado con su música sino con John Lennon. Algunas biografías relatan que tiempo después este compondría la canción You’ve Got to Hide Your Love Away, después de rechazar una propuesta romántica de Epstein.

Fue él quien como su manager consiguió la audición para Parlophone y quien cambió el look de sus ‘niños’. Dejaron las chaquetas de cuero y los jeans por vestidos de corte ultramoderno para que fueran mejor recibidos por el público. Y hay quienes dicen que sin ser muy sagaz para los negocios tuvo la virtud de mantenerlos unidos. Cuando murió en 1967 por una sobredosis de barbitúricos, al parecer víctima de una depresión, los Beatles empezaron a desintegrarse.

Durante ese proceso apareció el teclista norteamericano Billy Preston, quien se ganó el título de quinto Beatle por ser el único músico que tocó con ellos y recibió oficialmente crédito en un álbum: ‘Let it be’. Todo indica que George Harrison, quien lo conocía de antes, lo invitó para aliviar las peleas entre ellos, pues creyó que frente a una persona no del todo conocida se comportarían mejor. La idea funcionó aunque por poco tiempo, y quizás en agradecimiento su nombre quedó impreso junto al de Los Beatles. A su muerte en 2006 sus obituarios también se titularon “Murió el auténtico quinto Beatle”.

Quién debe llevar el título honorario ha sido una eterna e inconducente discusión desde que el grupo conoció la fama. Eric Clapton, Linda McCartney y quien presentó a Paul y a John, Ivan Vaughn han sido mencionados y la lista es tan larga que hasta hay lugar para hablar del sexto Beatle, nombre que alguna vez le dieron a Mal Evans. Este era el encargado de montar y recoger los equipos, aunque según la leyenda que rodea al mítico álbum ‘Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band’, habría ayudado a escribir un par de canciones. Era quien corría a una tienda si Lennon gritaba “medias, Mal”, o cualquier otra cosa que necesitara.

Hasta a Charly García le llaman el ‘quinto Beatle’, y se llegó al absurdo cuando algunos medios titularon la noticia de la muerte del futbolista George Best igual que la de Aspinall y Preston, solo porque solían llamarlo el ‘Beatle’ por su estilo. Pero como dice Bellon “son puras ganas de complicarse la vida. En realidad solo fueron cuatro”.