Home

Gente

Artículo

juicio

Pasión arrolladora

Conmoción en Estados Unidos por colombiana que atropelló a su marido, quien la torturaba comparándola con su amante.

16 de febrero de 2003

"Esta historia es mejor que cualquier telenovela". Con estas palabras la abogada Yalila Guerrero define el caso que por estos días ha ocupado las primeras páginas de los principales diarios de Estados Unidos: el juicio de Clara Harris, una odontóloga de 45 años acusada de asesinar a su esposo arrollándolo con su lujoso Mercedes-Benz y pasarle sus llantas por el cuerpo más de una vez después de encontrarlo con su amante en un hotel. El episodio ocurrió el 24 de julio del año pasado y a pesar de que Clara fue arrestada quedó libre a las pocas horas tras pagar una fianza de 30.000 dólares. Pero la semana pasada un jurado encontró a Clara Harris culpable de asesinato después de un mes de juicio.

Guerrero, portavoz de la defensa, no se equivoca. El caso tiene todos los ingredientes de un culebrón: sexo, celos, traición, dinero y muerte, sólo que no hacen parte de un libreto sino de la vida real.

Aparte de estos elementos, lo que hace más interesante el episodio en Colombia es que la protagonista nació y se crió en Bogotá. Clara Suárez (su apellido de soltera), estudió en el Colegio Odontológico Colombiano, pero a finales de los 80 decidió, como muchos, perseguir el 'sueño americano', impulsada además por los consejos de su madre, quien solía decirle: "Los hombres norteamericanos son maravillosos". Fue así como estudió en el Colegio Odontológico de la Universidad de Washington y años más tarde realizó un posgrado en la Universidad de Texas. Por esa época las palabras de su madre parecían hacerse realidad: Clara se enamoró de David Harris, un prestigioso ortodoncista de su misma edad.

La vida de Clara era perfecta: su belleza la había llevado a ser coronada Miss Colombia Houston, conoció al hombre de su vida y un año más tarde, en 1992, se casó con él el día de San Valentín. Además de tener éxito en el plano sentimental lo tenían en el económico. Ambos crearon una corporación dental con seis oficinas en el área de Houston, cuyos ingresos de 650.000 dólares anuales les permitieron comprar una gran mansión. En ella vivían con sus mellizos y durante las vacaciones con Lindsey, la hija adolescente de David, nacida de su primer matrimonio.

Sin embargo, después de 10 años de felicidad conyugal, el matrimonio empezó a tambalear por cuenta de otra mujer. El 17 de julio de 2002, para evitar que se enteraran por boca de otros, David les confesó a su esposa, a su hija Lindsey y a sus padres que tenía una aventura amorosa con la recepcionista de su oficina. Se trataba de Gail Bridges, una atractiva mujer de 38 años, divorciada y madre de tres hijos, cuya reputación daba mucho de qué hablar. Durante el juicio de divorcio de su esposo Steve Bridges, él la acusó de mantener una relación lesbiana con su mejor amiga, hecho que volvería a salir a la luz con el juicio a Clara Harris.

Con su separación Gail, quien estaba acostumbrada a los lujos, tuvo que conformarse con su puesto de recepcionista y un modesto salario. Por eso muchos compañeros de oficina aseguran que ella vio en las propuestas de su jefe la oportunidad de volver a su antiguo estilo de vida. De hecho empezó a tener privilegios: su salario inicial de 1.800 dólares se incrementó repentinamente y también recibía mensualmente bonos de 500 dólares. La relación se hizo tan evidente que la propia hija de David reconoció haber percibido una cercanía física entre los amantes.

Ante la confesión de David la reacción de Clara no se hizo esperar. Fue con su esposo a su oficina y ella misma despidió a Gail. "Estaba haciendo todo lo posible por salvar nuestro matrimonio", aseguró. Se sometió a una estricta dieta y en pocos días perdió varios kilos, se inscribió en un gimnasio, comenzó a asistir con regularidad a la cámara bronceadora, y visitaba diariamente la peluquería. También fue donde un cirujano plástico decidida a hacerse la liposucción y aumentarse el tamaño de los senos. Lo que Clara buscaba, según su testimonio, era convertirse en otra Gail, pues David la había comparado con su amante, manifestándole que lo que le atraía de ésta era su "cuerpo perfecto", mientras que a ella la tildó de "gorda".

Como parte de la reconciliación, Clara accedió a que su esposo cenara con Gail para terminar definitivamente con esa relación. Sin embargo, desconfiando de su marido contrató los servicios de una agencia de detectives para que lo siguieran el miércoles 24 de julio, día de la cita. La investigadora encargada siguió a David con una cámara de video desde su oficina hasta el Hotel Nassau Bay Hilton, donde la pareja de amantes solía encontrarse. Mientras tanto Clara había decidido ir al restaurante Perry's donde supuestamente era la cita, pero lógicamente no los encontró. En la agencia de investigadores le informaron que estaba en un hotel. Enfurecida le contó a su hijastra Lindsey lo sucedido y ambas fueron a buscar a David. Una vez en el hotel, Clara ubicó la camioneta de Gail, un Lincoln Navigator. Lo rayó con unas llaves y le destrozó las exploradoras. "Podría matarlo por esto", le dijo a su hijastra y luego esperó con ella en el lobby hasta que la feliz pareja salió del ascensor tomada de la mano.

Testigos cuentan que Lindsey, apoyando a su madrastra, se fue contra su padre gritándole: "¡Te odio, te odio!", al tiempo que Clara arremetía contra su rival: "¡Perra, él es mi esposo!", le decía mientras le jalaba el pelo y le destrozaba su blusa. El personal del hotel las separó y David decidió acompañar a Gail hasta el parqueadero. Minutos después esposa e hija subieron al Mercedes y de acuerdo con los presentes Clara aceleró y arrolló a su marido elevándolo por los aires. Luego dirigió nuevamente el auto hacia el cuerpo herido y le pasó por encima, pisándolo con las llantas delanteras y traseras en tres ocasiones. Cuentan además que cuando frenó al lado del cuerpo bajó de su auto y no paraba de decir: "David, lo siento. ¿Estás bien?". Por su parte, Clara asegura que se trató de un accidente y que su intención era atropellar al vehículo Navigator. Mientras el episodio tenía lugar, la investigadora privada captaba los hechos con su cámara.

"No creo que el video haya sido tan contundente, su calidad no es óptima y sólo se alcanza a ver el auto dando vueltas", aseguró a SEMANA Yalila Guerrero. En realidad el testimonio de mayor peso fue el de Lindsey Harris, quien dijo: "Clara sabía lo que hacía, yo le grité: '¡lo estás matando!", y luego concluyó: "Yo reconozco la diferencia entre pasar por encima de un montículo de cemento y pasar sobre el cuerpo de mi padre".

Al cierre de esta edición, después de ser hallada culpable de asesinato, Clara esperaba la sentencia que, en el peor de los casos, puede ser cadena perpetua. "Sin embargo hay posibilidad de que la defensa alegue que se trata de un crimen pasional. En este caso la pena sería de dos a 20 años", explica Guerrero.

A pesar de que no hay duda de que Clara atropelló a su esposo, muchas mujeres han expresado sentimientos de solidaridad hacia ella. Después de todo, con o sin intención, hizo realidad la fantasía que en algún momento les pasa por la mente a las que han sido traicionadas.