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La ganadería figura entre los principales motores de la deforestación. Foto: Jhon Barros. | Foto: Ganadería - Jhon Barros

DEFORESTACIÓN

¿Por qué la ganadería no es amiga de los bosques?

Aunque hay algunos avances, la ganadería sostenible está lejos de convertirse en una estrategia a gran escala en el país. En el quinto encuentro del Foro Nacional Ambiental, expertos advirtieron que la meta de sistemas silvopastoriles del Gobierno, no es ambiciosa.

8 de agosto de 2020

En las últimas tres décadas, Colombia ha perdido más de 6,3 millones de hectáreas de bosque por causa de la deforestación, un flagelo envuelto en la ilegalidad que tiene su raíz en motores como el acaparamiento de tierras, ganadería extensiva, minería, construcción de vías y tala no autorizada.

En la Amazonia, la región más biodiversa del país, las mafias deforestadoras le pagan hasta cinco millones de pesos a los campesinos para que tumben una hectárea de bosque en los baldíos de la nación, terrenos donde luego aparece ganado o cultivos ilícitos para financiar las operaciones de las disidencias y grupos al margen de la ley.

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Según el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), en 2019 el país registró más de 28,2 millones de bovinos en 655.661 fincas, cifras que en 2018 fueron de 26,4 millones de vacas y 600.578 predios. Antioquia, Caquetá, Meta, Casanare y Córdoba lideran el listado de los departamentos más ganaderos.

Dos municipios amazónicos, San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá, están entre los municipios más ganaderos de Colombia. Foto: Jhon Barros.

San Vicente del Caguán, municipio amazónico del Caquetá, está a la cabeza con 944.103 bovinos, un territorio donde la vocación del suelo debería ser forestal. Le siguen Paz de Ariporo en Casanare, Montería en Córdoba, Cartagena del Chairá en Caquetá (otro territorio de la Amazonia donde la ganadería no debería mandar la parada) y Cimitarra en Santander.

Más de la mitad del país, 54 por ciento exactamente, tiene suelos con vocación forestal según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), una actividad que ha pasado de agache por la alta demanda de la ganadería y la agricultura. Más de 34,8 millones de hectáreas son destinadas para el ganado, cuando sólo 15 millones de hectáreas aproximadamente cuentan con suelos aptos para tal fin.

¿Qué le falta al país para convertir a la ganadería en una amiga de los bosques? Ese fue el principal interrogante del quinto encuentro del Foro Nacional Ambiental (FNA) por los bosques, donde varios expertos debatieron sobre las falencias y dificultades que han evitado consolidar una estrategia a gran escala de ganadería sostenible basada en acciones como los sistemas silvopastoriles, una producción que mezcla el ganado con los bosques.

La pérdida de bosque está ligada al desarrollo ganadero y al acaparamiento de tierras. Foto: Jhon Barros.

Metas poco ambiciosas

Para Manuel Rodríguez, primer ministro de Ambiente del país y presidente del Foro Nacional Ambiental, la meta del actual Gobierno sobre desarrollo de sistemas silvopastoriles en Colombia es insuficiente.

“En los cuatro años del Gobierno del presidente Iván Duque, la meta de desarrollos silvopastoriles es llegar a cerca de 100.000 hectáreas, es decir 25.000 hectáreas por año, cifra que es insuficiente. Esto indica que para hacer una transformación ganadera de 2,5 millones de hectáreas necesitaríamos 100 años; eso no puede ser la ambición de un país”, informó el ambientalista y docente de la Universidad de los Andes.

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Para Rodríguez, el mayor problema es la falta de escala para desarrollar esa ganadería sostenible basada en la mezcla de ganado y bosque en un mismo terreno. “Colombia cuenta con diversas experiencias que no se han llevado a una mayor escala. Tenemos los paquetes tecnológicos y hasta planes pilotos como el impulsado por el Banco Mundial, pero no escalan por la falta de ambición. Así no vamos a poder detener el deterioro y destrucción de los bosques”.

En la Amazonia destinan grandes terrenos para tener pocas vacas, fenómeno conocido como ganadería extensiva. Foto: IGAC.

Juan Pablo Ruiz, miembro de la Asociación Red Colombiana de Reservas Naturales de la Sociedad Civil (Renastur) e integrante del FNA, recordó que en 2001, cuando fue formulada la propuesta para desarrollar sistemas silvopastoriles en Colombia, la respuesta inicial del Banco Mundial y el Fondo Global Ambiental del GEF fue negativa.

Nos dijeron que no porque estábamos buscando recursos para una actividad conocida por contribuir en la deforestación y la pérdida de la biodiversidad. Luego de muchas discusiones, concretamos un proyecto piloto para pasar de la ganadería tradicional de pasturas degradadas a sistemas silvopastoriles en aproximadamente 4.500 hectáreas”.

Según Ruiz, este proyecto piloto duró cinco años, tiempo en el que se buscó volver sostenible al productor, brindar asistencia técnica y realizar pagos por servicios ambientales por la una reconversión del uso del suelo, “que no alcanzó a cubrir más allá del 30 por ciento de los costos que debía asumir el productor. Sin embargo, la iniciativa escaló a una segunda fase, que dio paso al proyecto de Ganadería Colombiana Sostenible”.

Los bosques de Cartagena del Chairá están en peligro por la ganadería extensiva, principal actividad económica en la región. Foto: Jhon Barros. 

Punto de partida

Manuel Antonio Gómez, coordinador del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible, presentó los principales resultados de esta estrategia que contó con diversos aliados como el Banco Mundial, el gobierno del Reino Unido, Fedegán, el Centro de Investigación Autónomo de Colombia (Cipav), The Nature Conservancy, Fondo Acción y el GEF.

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En estos 10 años de trabajo hemos llegado a 4.100 productores en 159.811 hectáreas en zonas de Atlántico, Bolívar, Cesar, La Guajira, Boyacá, Santander, Caldas, Quindío, Risaralda, Tolima, Valle del Cauca y Meta; quienes adoptaron una producción ganadera sostenible por medio de los sistemas silvopastoriles, mejoraron el manejo de los recursos naturales y servicios ambientales e incrementaron la productividad de sus fincas”.

En cada finca, estos productores aplicaron diversos usos de la tierra, como zonas de bosques primarios y secundarios y tierras con pasturas mezcladas con árboles. “En total, lograron conservar 18.283 hectáreas de bosque y desarrollar sistemas silvopastoriles en 38.390 hectáreas. Estas acciones permitieron capturar más de un millón de toneladas de dióxido de carbono, cifra que a 2030 será de casi cinco millones”, dijo el coordinador del proyecto. 

En Colombia, varios ganaderos están desarrollando sistemas silvopastoriles para disminuir los impactos ambientales. Foto: Jhon Barros. 

La producción de leche en las fincas ha tenido un incremento del 25 por ciento y 691 técnicos y profesionales fueron capacitados en ganadería sostenible. Para Gómez, esto demuestra que los ganaderos sí pueden ser amigos de los bosques y que la ganadería bovina va encaminada hacia un desarrollo bajo en carbono.

“Es necesario consolidar una propuesta para el desarrollo de la ganadería sostenible con alcance técnico, que sirva como referente para la alineación de programas, proyectos e inversiones nacionales, regionales y locales, y que cuente con transferencia tecnológica, financiación y construcción de capacidades”.

¿Por qué no escala?

Para Enrique Murgueitio, director del Centro de Investigación Autónomo de Colombia (Cipav), la ganadería sostenible con sistemas silvopastoriles intensivos es un manejo adecuado de la tierra donde se protegen los recursos naturales por medio del uso de la biodiversidad, generando una sinergia con los animales domésticos para producir bienes de consumo de alta calidad y fomentar el desarrollo del campo.

“Esta ganadería no tiene nada que ver con la que deforesta o está ligada a los procesos ilegales o el contrabando. No está basada en insumos externos o en incrementar los costos al productor. En Colombia tenemos prácticamente todo para desarrollarla y además ya es una necesidad porque sabemos lo que causa el cambio climático. Hemos vivido tres fenómenos del Niño seguidos que afectaron a los productores, gente que ahora tiene el deseo de hacer una ganadería bien hecha. Pero nos enfrentamos a grandes retos”.

Campesinos de San Vicente del Caguán han participado en varios proyectos de ganadería sostenible. Foto: Universidad Nacional.

El médico veterinario y zootecnista con más de 30 años en desarrollos productivos sostenibles, considera que hay muchas barreras como la formación de los técnicos en escuelas que no han hecho los cambios para que tengan una agenda de ganadería sostenible. “Hay actores invisibles en el sector ganadero, como las mujeres y los jóvenes rurales que no hacen parte de la estrategia de cambio”.

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Aunque Murgueitio resalta que el país ya no cuenta con el incentivo perverso de la titulación por deforestar, que abundó durante el siglo XX, aún persiste el negocio de la valorización de la tierra. “Mientras sea más rentable deforestar, porque el precio de la tierra vale más de lo que genera la actividad productiva, va a ser muy difícil competir con incentivos como los pagos por servicios ambientales”.

La financiación para los sistemas silvopastoriles representa una de las mayores barreras en el país. “Estos proyectos son rentables donde los pongan, pero no hay un sistema bancario que acepte los riesgos de trabajar con los ganaderos. Los productores no están acostumbrados a invertir una cantidad considerable por unidad de superficie. Necesitamos fondos de inversión ágiles y rápidos para el sector, que lleguen al 80 por ciento de los pequeños productores que no acceden al crédito”.

La tala hace parte de la idiosincracia de varios municipios, como San Vicente del Caguán. Foto: Jhon Barros.

Murgueitio precisa que la asistencia técnica es esencial. “La gente está dispuesta a cambiar su producción ganadera, pero para eso necesitan de un acompañamiento. El problema es que las universidades no desarrollan escuelas de extensionistas y por eso no forman a los profesionales. Hay que incidir en el sistema educativo”.

El experto propone que las plantaciones forestales trabajen de la mano con los sistemas silvopastoriles. “Se puede escalar más rápido si se juntan esos dos mundos: el de los inversionistas forestales, que tienen el mercado, la tecnología y la capacidad de construir, con los ganaderos que cuentan con mucha más tierra. En eso no hemos avanzado nada”.

Por último, Murgueitio recalca que los ganaderos sostenibles están sacando productos dirigidos a mejorar la salud de la población, “como carne y leche con omega tres. Pero tenemos problemas estructurales porque la producción de cárnicos y lácteos está llena de intermediaciones. 60 por ciento de la leche no va a buenas industrias y aún hay comercialización de leche cruda. A eso se suma la competencia internacional y la falta de microindustrias con productos diferenciados”.

Paisajes sostenibles

The Nature Conservancy (TNC) es una de las entidades que ha apoyado el proyecto de ganadería sostenible en el país, una estrategia que para Claudia Vásquez, directora en Colombia, permite construir paisajes sostenibles al mejorar el uso de la tierra y recuperar los suelos degradados por medio del acompañamiento a los ganaderos y campesinos.

“Colombia se comprometió a reducir 67 millones de toneladas de CO2 equivalente para 2030, de los cuales creemos que 10 millones corresponden al desarrollo de sistemas silvopastoriles. 62 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero proviene de la deforestación y la ganadería tradicional, por lo cual la ganadería sostenible es importante para poder cumplir las metas”.

La ganadería sostenible aún no logra consolidar una gran estrategia en el país. Foto: Jhon Barros. 

El Plan de Desarrollo del Gobierno contempla 100.000 hectáreas con sistemas silvopastoriles, un gran reto porque el programa de Ganadería Colombiana Sostenible llegó a 35.000 hectáreas en seis años. “Lo importante es que esta iniciativa ya hace parte de la hoja de ruta del país, lo que toma mayor importancia durante esta época de la pandemia por la covid-19, donde no sólo se requiere generar mecanismos de recuperación económica sino dinamizar los mercados y enfocarnos en un desarrollo sostenible”, dice Vásquez.

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Para la directora de TNC Colombia, los sistemas silvopastoriles son fundamentales para el mantenimiento de la fauna estratégica, ya que promueven la presencia, movimiento y conservación de varias especies de aves, escarabajos y murciélagos. “Al contar con bosques hay una conectividad de los ecosistemas, fertilización por la dispersión de la semillas de las aves, polinización por los insectos y penetración de agua y aire en los suelos por los escarabajos”.

Conservar, manejar y restaurar son los pilares de estos sistemas. “Conservan los bosques, humedales, turberas y sabanas; mejoran el manejo de las áreas forestales, cultivos y pasturas; y restauran los ecosistemas. Estas tres soluciones naturales del clima podrían evitar una deforestación de 7,1 millones de hectáreas, restaurar el bosque en 15,4 millones de hectáreas y desarrollar silvopastoriles en 10,7 millones de hectáreas en regiones como la Andina, Pacífico y Caribe”.

La ganadería sostenible representa una ganancia para la economía de los campesinos y el medioambiente. Foto: Jhon Barros.

Aportan a la restauración

Julian Chará, coordinador de investigaciones del Cipav, indica que los sistemas silvopastoriles hacen parte del proceso de restauración ecológica. “La ganadería tradicional está basada en la simplificación del paisaje, es decir un solo estrato que es el pasto donde la única sombra la dan las nubes. Los silvopastoriles cambian esa perspectiva porque mezclan la producción pecuaria con los bosques y restauran los suelos degradados”.

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El experto recalca que estos sistemas no consisten en meter un árbol en una pastura, sino en hacer un manejo inteligente, intensivo, integral e interactivo. “El ideal es que el pasto, el árbol y el animal estén en armonía y permitan una producción constante. Los silvopastoriles conservan los bosques, recuperan la cobertura vegetal y atraen a la fauna y otros organismos que prestan servicios ecológicos”.

Las fincas con sistemas silvopastoriles incluyen un área de conservación de bosque, árboles dispersos en el potrero, cercas viva, un banco mixto de forraje, setos y pastos mejorados. “Son árboles y arbustos integrados a un sistema productivo con impactos directos e indirectos, como una mayor producción de masa vegetal para el ganado, incrementos de la producción por hectárea y la necesidad cada vez menor de destinar más terrenos al ganado”.

La ganadería bien hecha aún no escala en el país. Foto: Universidad Nacional.

Para Chará, si cada ganadero destinara por lo menos cuatro hectáreas para desarrollar estos sistemas, se generaría un gran aporte a la restauración de bosque en el país, una menor presión para cosechar madera y una mayor eficiencia productiva. “La capacidad de carga mejora al destinar una mayor cantidad de ganado en menos terreno. Al recuperar una zona degradada, se incrementa la cantidad de especies de aves y escarabajos y mejora el paisaje”.

Proyectos del Gobierno

Isabel Cárdenas, funcionaria de la dirección de innovación de desarrollo tecnológico del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, fue la representante del Gobierno en el quinto encuentro por los bosques del Fondo Nacional Ambiental. “Desde 2012, venimos trabajando en el tema de sostenibilidad ambiental y cambio climático, concretando iniciativas como los acuerdos cero deforestación para las cadenas de carne y leche y la declaración conjunta para el programa integral de reconversión productiva y ambiental de la ganadería en Colombia”.

Según Cárdenas, el Gobierno está próximo a presentar el proyecto de lineamientos para el desarrollo de la estrategia nacional de ganadería bovina sostenible 2020 y 2040. “Hemos identificado problemas como la vulnerabilidad frente a los fenómenos climáticos, que causan una menor oferta y calidad de los forrajes y baja productividad y rentabilidad. Los conflictos de uso del suelo son un aporte a la pérdida del bosque natural y a las emisiones de los gases de efecto invernadero”.

La ganadería no solo acaba con el bosque. El pisoteo de las vacas compactan y erosionan los suelos. Foto: Jhon Barros.

Para solucionar estas problemáticas, el proyecto de lineamientos incluye la definición de la frontera agrícola nacional y reconvertir productivamente la actividad agropecuaria. “Cada una de las fincas debe contar con una planificación, que evite afectar el bosque, humedales y cuerpos de agua, y permita dar marcha a los sistemas productivos estratificados con alta biodiversidad vegetal y animal, y restauración pasiva, como aislamiento, y activa como siembra de especies”.

Cárdenas destacó que las actividades pecuarias, piscícolas, pesqueras y acuícolas podrán contar con financiamiento por medio de una línea especial de crédito de Finagro. “La estrategia nacional de ganadería bovina sostenible aportará a cumplir con la meta de aumentar en 75.000 hectáreas más los sistemas productivos ganaderos sostenibles y tener una extensión rural con enfoque integral”.

Experiencias internacionales

Pablo Peri, coordinador nacional del programa forestal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina, afirmó que la ganadería seguirá como uno de los principales motores económicos en Latinoamérica.

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“Es evidente que el aumento de la demanda y el consumo de las proteínas animales continuará siendo uno de los subsectores de más rápido crecimiento. En América Latina, más de 90 millones de hectáreas de tierra están bajo producción forrajera, resultado de la conversión de los bosques en ganadería”.

Sin embargo, Peri destaca que en los últimos 20 años Sudamérica ha avanzado mucho en el conocimiento técnico para diseñar sistemas silvopastoriles, que se convierten en una alternativa sustentable para la región.

Jóvenes de la Universidad Nacional desarrollan sistemas silvopastoriles en varias zonas del Caquetá. Foto: Universidad Nacional.

“Hay muchos diseños y producciones silvopastoriles exitosas en la región, que incluyen productores que tienen terrenos desde las 10 hectáreas hasta las 250.000. Cerca de 2,4 millones de hectáreas cuentan con sistemas con plantaciones forestales como pinos, álamos, sauces y acacias en varios países como Argentina, en las regiones de Mesopotamia, Delta y Patagonia”.

El experto del INTA destacó varias iniciativas que mezclan la producción de árboles con el ganado, como en Venezuela con el bosque seco tropical; Paraguay con eucalipto; Chile con pinos; Delta en Argentina con álamo; y Uruguay con eucaliptos grandes. “Chaqueña en Argentina cuenta con más de seis millones de hectáreas con pasturas y bosque”.

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En la región caribe de Colombia, Peri mostró cómo una zonas de producción de carne bovina con sistemas silvopastoriles mejoraron la carga por hectárea, al pasar de 0,8 en una pradera tradicional a 2,3 en una silvopastoril. “Ya está demostrado que son sistemas rentables. En Argentina, en la región de Corrientes, el aumento en la producción superó el 200 por ciento. La caja de ahorro debe ser la forestación, un campo ganadero sin árboles es un medio campo”.

Las zonas con sistemas silvopastoriles son resilientes al cambio climático, aumentan la biodiversidad y mejoran el paisaje. “Además, evitan la pérdida de animales, productividad y calidad del producto, porque el ganado está en mejores condiciones físicas al contar con árboles que les dan sombra. Los servicios ecosistémicos culturales se fortalecen”.