El sabor del queso derretido dentro de un exquisito chocolate caliente, la textura de un tamal típico, el original ajiaco santafereño, entre otros platos colombianos, son la carta de presentación de La Puerta Falsa, el restaurante más antiguo de Bogotá. Su origen resulta incierto para su actual propietaria Aura Teresa Sabogal, la sexta de su generación. La única memoria que se tiene es la fecha en la que empezó todo: un 16 de julio de 1816, el día de Nuestra Señora del Carmen, considerada patrona y testigo del restaurante a la que se le rinde homenaje en un altar dentro de sus instalaciones.
El nombre de este particular lugar se encuentra asociado al sector al que pertenece; La Candelaria, centro histórico de Bogotá, en el que se encuentra la Plaza de Bolívar y junto a ella la Catedral Primada, la cual contaba con una puerta lateral, conocida en la arquitectura religiosa como puerta falsa, ubicada a unos cuantos metros de aquel negocio, que en ese entonces no poseía nombre.
Para tomarse un chocolate con alguien en la cafetería “sin nombre”, los clientes acordaban su encuentro en la puerta falsa de la catedral. Un día, la puerta fue trasladada de sitio dejando al tan reconocido lugar sin un punto preciso de referencia para encontrarse. Esto llevó a sus dueños a bautizarlo de esta manera para evitar confusiones entre los comensales.
A partir de allí, han sido muchos los personajes que han pasado por este restaurante, entre ellos Jorge Eliécer Gaitán. La madre de Aura Teresa contaba que al presidente del Partido Liberal le gustaba sentarse en un rincón del lugar a tomarse una taza de chocolate caliente.
Así, han llegado grupos musicales, poetas, presidentes y turistas. “Todos han conocido este sitio. Han pasado desde pequeñitos, estando en la universidad, siendo profesionales, casados, con hijos... A nosotros nos llegan varias generaciones”.
La fuerza de La Puerta Falsa es tan grande, que también ha sido testigo de historias de amor como la de un par de esposos que salieron de su matrimonio en la catedral, entraron con sus damas de honor e invitados a comer en el lugar donde se conocieron, específicamente en la mesa en la que se juraron amor eterno.
“A mí me dan ganas de llorar, porque a veces llegan personas de edad y me dicen: nosotras nos sentábamos allí a jugar con las muñecas, este lugar me recuerda a mi esposo que falleció, aquí venía con mi papá”… son muchos los acontecimientos que empañan la mirada de Aura Teresa, a quien también este lugar le recuerda a su mamá, pues era donde le enseñaba las recetas del restaurante desde que estaba muy pequeña.
Por esa razón, el lema que la representa a ella, a su herencia y al lugar es “degustar nuestros productos lleva la mente al pasado”, pues cada uno de los clientes se va a su hogar con un pedacito de este simpático restaurante en el que se preocupan porque la estancia de la gente sea la mejor. Así, en una pequeña casa colonial de dos pisos construida en 1602, con una vitrina llena de dulces y postres típicos, Aura Teresa, su hijo Juan Francisco Piñeros Sabogal y sus meseros le dan la bienvenida a los comensales, les cuentan chistes y procuran que se vayan con ‘la barriga llena y el corazón contento’.
Un suceso inesperado
A principios del siglo ocurrió un hecho que arrasó gran parte del negocio y con él, todos los documentos originales que se tenían de La Puerta Falsa. Publicaciones, fotos, objetos y apuntes con recetas desaparecieron en un incendio causado por un corto circuito. Por esa razón, el local tuvo que someterse a unas modificaciones, una de ellas el techo. Anteriormente, existía un letrero que alertaba a los clientes con un “cuidado al pasar”, ya que al subir al segundo piso del establecimiento las personas debían agacharse un poco para no golpearse la cabeza. En la reestructuración, el techo se elevó un poco más, y allí aparecieron unas grandes vigas en madera, que dejaron anonadados a sus propietarios, pues nunca se imaginaron que algo así hubiera estado allí durante tanto tiempo. Estas son ahora, las que sostienen el restaurante, que aunque no busca innovar en cuanto a infraestructura ?por considerarla como una acción que le quitaría la magia? es cuidado tanto por los empleados como por los clientes.
Detrás de La Puerta Falsa
- Aura y su hermano, Carlos Eduardo Sabogal, heredaron La Puerta Falsa. Su madre dejó en el testamento que ambos debían turnarse el negocio cada cuatro meses. Para ello, se aseguran de que todos los recibos que lleguen correspondan con el nombre del que esté a cargo en ese periodo de tiempo. “La DIAN se ‘ríe’, porque dicen que es el único negocio que ellos conocen en el que en las mismas cuatro paredes hay dos negocios separados” cuenta Aura.
- En un festival realizado en La Candelaria participaron 30 restaurantes. Expertos en la cocina como el recordado chef Kendon MacDonald degustaron los platos de los establecimientos y otorgaron la victoria a La Puerta Falsa por sus buenos tamales y su especial chocolate.
- Durante 200 años este restaurante ha sido testigo de sucesos como ‘El Bogotazo’ (1948) y la toma del Palacio de Justicia (1985).
El Menú:
Entre sus especialidades se encuentra los huevos con jamón, la aguapanela, el chocolate con queso, almojábana y dos tajadas de pan con mantequilla, el tamal, el peto, la changua y el ajiaco. Asimismo cuentan con sus dulces insignias: el matrimonio ?dulce de mora con arequipe? y el divorcio ?cuajada, mora y arequipe?.
