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Opinión sección mujeres | Foto: Semana

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El poder transformador de las mentorías

¿Dónde estaríamos la mayoría de nosotros si no hubiéramos tenido mentores, defensores y patrocinadores?

4 de marzo de 2024

Por: Pat

He tenido la suerte de contar con los tres. Uno de los mentores más importantes que tuve fue mi profesor de inglés de 8º curso, que creyó en mis sueños y me puso en el camino para alcanzarlos. En la universidad, tuve un profesor que me empujó a llegar más alto y soñar más grande. Durante mis años en el competitivo mundo de los medios de comunicación, varios defensores y patrocinadores fundamentales me ayudaron a superar los retos y a encontrar el éxito.

Mis mentores han tenido un impacto significativo en mi vida, y estoy agradecida por su influencia. Cuando surge la oportunidad, acepto la misión de convertirme en mentora de otros, reconociendo el compromiso de tiempo y la intencionalidad necesarios para crear un impacto duradero. En mi libro “Becoming a Dangerous Woman” (Convertirse en una mujer peligrosa), comparto mis lecciones aprendidas sobre cómo ser una mentora eficaz y algunas observaciones sobre cómo conseguir lo que necesitas como aprendiz, haciendo hincapié en la importancia de comprender las funciones y responsabilidades de ambas partes para que una relación de mentoría tenga éxito.

Una de mis experiencias de mentoría más satisfactorias se produjo hace unos 15 años a través de un programa de mentoría del Departamento de Estado de Estados Unidos y Vital Voices que emparejaba a mujeres líderes de Estados Unidos con líderes emergentes del Sur Global. Me pidieron que asesorara a dos jóvenes extraordinarias, Juliet Asante, de Ghana, y Catalina Escobar, de Colombia. Juliet ya era una estrella mediática en su país, pero quería optimizar su experiencia con una plataforma mayor que la televisión y el cine. Escribiré sobre Juliet y su historia en otra ocasión.

Ahora, quiero compartir la experiencia que tuve con Catalina Escobar.

Catalina había lanzado una organización sin ánimo de lucro en Colombia llamada Fundación Juanfe y ya estaba ofreciendo un modelo innovador de atención, educación y formación laboral que estaba interrumpiendo un ciclo de violencia en familias y comunidades que resultaba en embarazos adolescentes no deseados y pobreza intergeneracional.

Fundación Catalina Escobar
Fundación Catalina Escobar | Foto: Cortesía

Cuando Catalina y yo nos conocimos, me impresionó profundamente su pasión por el trabajo, alimentada en parte por la pérdida de su propio hijo, Juanfe, y por lo que estaba presenciando en las comunidades vulnerables de Cartagena, donde vivía en ese momento.

Cuando empezamos nuestras sesiones juntas, en persona y a distancia, sus preguntas para mí siempre eran reflexivas y me hacían pensar, y me di cuenta desde el principio de que el aprendizaje en esta mentoría sería una calle de doble sentido (¡como todas las buenas mentorías!). En mi primera visita para conocer a Catalina y ver el trabajo en la sede de la fundación en Cartagena, fui testigo de las transformaciones tan evidentes en las vidas de las niñas en el programa 360 de la Juanfe, que ella diseñó para que tocara todos los aspectos de sus vidas, desde el trabajo psicosocial hasta las habilidades parentales, la formación específica y la inserción laboral.

Catalina no necesitaba mi ayuda para diseñar su programa o sus servicios, pero lo que sí necesitaba de nuestra mentoría era elaborar juntos una estrategia para concientizar sobre los retos a los que se enfrentan las adolescentes en su país y en toda América Latina, y generar más apoyo fuera de Colombia para esta importante labor. Muy pronto me di cuenta de que su trabajo podría servir de modelo para otros países que luchan contra las altas tasas de embarazos adolescentes y los ciclos interconectados de violencia y pobreza.

Para elevar el modelo de atención de Cata y aprender más de otras personas con un trabajo similar, decidimos poner en marcha un foro mundial anual en Bogotá, al que llamamos “Women Working for the World” (WW4W).

Nuestro primer foro fue en 2014. Un grupo pequeño de mujeres, en su mayoría colombianas, se reunió para escuchar charlas y paneles de mujeres que trabajaban y lideraban diversos trabajos de justicia social de todo el mundo. Mi responsabilidad era traer una delegación de mujeres estadounidenses, para visitar las comunidades vulnerables que la Fundación Juanfe servía para ver el trabajo de cerca y personal en Cartagena, y luego compartir su propio trabajo y aprendizajes en el Foro en Bogotá.

El foro no sólo pretendía sensibilizar y apoyar a la Juanfe, aunque lo ha hecho, sino también facilitar conexiones más profundas entre las personas que trabajan para mejorar la vida de las niñas y las mujeres de todo el mundo. En particular, WW4W también acoge a hombres que trabajan activamente para poner fin a la violencia y promover mayores oportunidades para las niñas, independientemente de su lugar de nacimiento o ubicación actual.

El foro WW4W ha crecido desde aquel pequeño círculo de promotores de hace 10 años hasta convertirse en una de las conferencias más importantes de Colombia. Este año se celebró durante dos días, con más de 50 ponentes y paneles que atrajeron a más de 900 personas, la mayoría de Colombia, pero también de otros países latinoamericanos, Europa y Estados Unidos. Cientos de personas llegaron en autobús desde comunidades indígenas lejanas y yo traje una pequeña delegación estadounidense, como vengo haciendo desde hace una década. Cada año, los asistentes se sienten profundamente inspirados e impresionados por el trabajo que presencian en las sedes de la Fundación Juanfe en Cartagena y Medellín, y por el trabajo que conocen en el foro.

La Juanfe tiene ahora programas en muchas otras ciudades e incluso en otros países de América Latina y, junto con WW4W, el equipo de la Juanfe ha creado también una plataforma en línea, juanfe.org, que amplía aún más el alcance de estos programas y de los aprendizajes compartidos.

Más de 6.000 niñas han completado con éxito el programa, con un impresionante 80% que finaliza su educación y consigue oportunidades de empleo prometedoras. Además, los programas de Juanfe ofrecen apoyo integral a las madres jóvenes, garantizando el bienestar de sus hijos con guarderías y dotándolas de las habilidades necesarias para ser autosuficientes. A través de las iniciativas de Juanfe en materia de derechos reproductivos y educación sanitaria, las jóvenes adquieren los conocimientos y las herramientas necesarias para prevenir futuros embarazos, un paso crucial en su camino para salir de la pobreza y alcanzar la independencia económica.

Juanfe también ha ampliado su trabajo con madres adolescentes para acoger a cientos de mujeres venezolanas que se han visto obligadas a emigrar a Colombia. Catalina ha diseñado para ellas un programa especial que las prepara para una vida productiva en su nuevo país. En el foro de WW4W, también conocimos las políticas del gobierno colombiano para acoger e integrar a los cuatro millones de venezolanos que han buscado refugio allí en los últimos dos años -aprendizajes que creo que aliviarían los retos y conflictos en las fronteras aquí en Estados Unidos.

Aunque se ha abusado de la palabra “mentoría” y el concepto se ha debilitado por programas débiles y desenfocados, mi décima visita a Catalina, WW4W y la Fundación Juanfe reforzó mi convicción en el poder transformador de las relaciones de mentoría a largo plazo. Las mentorías prosperan cuando se basan en aspiraciones alineadas y expectativas realistas sobre los resultados, y un elemento fundamental son los valores compartidos que anclan el compromiso mutuo y el trabajo colaborativo.

Tener la oportunidad de trabajar con Catalina y Juanfe e invitar a otros a experimentar el trabajo es un privilegio. Con un compromiso mutuo a largo plazo y unas expectativas y objetivos claros, identificamos una forma de dar a conocer los retos que Juanfe aborda en América Latina y cómo su modelo puede exportarse para influir en las mujeres y las niñas de todo el mundo. Este reconocimiento es importante porque pone de relieve que existen soluciones eficaces y modelos de cambio probados que pueden aplicarse en diversas comunidades y naciones.

Vale la pena subrayar que convertirse en mentor no requiere un programa formal. Hay que aprovechar las oportunidades que se presenten en los lugares de trabajo y en nuestras comunidades para orientar a los demás.

Creo que la mentoría - modelar el apoyo y la defensa mutua en cada situación u oportunidad - es una de las formas más poderosas de avanzar como mujeres y hombres que trabajan por un mundo mejor.

¡Adelante!